jueves, mayo 03, 2007

La Chica del Puente

La Fille sur le Pont
Dir. Patrice Leconte
Francia 1999


- El futuro es como una sala de espera, como una gran estación, con bancos y corrientes de aire, y detrás de los cristales un montón de gente que pasa corriendo, sin verme. Tienen prisa. Cogen trenes, o taxis, tienen un sitio adonde ir, alguien con quien encontrarse. Y yo me quedo sentada, esperando.

- ¿Qué espera, Adele?

- Que me ocurra algo.



* Película para románticos empedernidos en un vivaracho envoltorio que la hace disfrutable del tirón; sin altibajo alguno, muy amena y de ritmo audaz. La Chica del Puente es un ejemplo, de los pocos, de cómo se puede conjugar el drama romántico genuino con la comedia mas vivaz. El humor salpica toda la película, a veces un humor negro, otras un humor desenfadado y descarado, presente durante todo el metraje, sin echarse atrás ni cohibirse en las escenas más emotivas y sombrías. Todo ese humor no es obstáculo para elaborar esta agridulce historia, a veces bastante oscura, y unos personajes “llenos de grietas”. Ya la primera escena te gana para la protagonista, que cara a cara, entre lágrimas y alguna guasa, en un tono entrañablemente abatido, nos narra su vacío, y que ni siquiera la realidad amarga de su tristeza tiene sentido, pues para estar triste de verdad debe haber una pérdida, pero ella nunca tuvo nada. Tal escena es impresionante y sublime, y quien acto seguido se despegue de la pantalla es que no tiene corazón. Del personaje de él no sabemos tanto, al menos en cuanto a su pasado y sus sentimientos, de su visión de la vida. Igual es realmente un hada (“¿no se me nota?”).

* La película está rodada en blanco y negro, y tanto el aspecto visual-técnico como el humano recuerdan en cierta medida a Jeunet, por su dinamismo y resolución, y por retozar alegremente en la oscuridad de una gris y amarga historia, chapoteando risueño en la desdicha.

* Me encanta como se plasma la necesidad que tienen los protagonistas de estar juntos, y no por atracción mutua, por incipiente afecto, por capricho, sino por necesidad y exigencia pura y dura, porque debido a insondables misterios de la vida parecen estar irremediablemente abocados al fracaso y la desgracia cuando están separados. Pero no es que la suerte los vea con mejores ojos cuando están juntos, y por ello les favorezca, es solo que han ido a encontrar aquello de lo que tenían necesidad imperiosa: apoyo y sostén, un pilar seguro, sobre todo en el caso de ella. Él encuentra alguien a quien dedicarse, en quien afanarse para seguir adelante. Solo que para no poner las cosas fáciles, y para seguir en la línea de reírse de uno mismo, ella no encuentra el príncipe azul que quizá esperase, sino al hada del cuento, y encima en forma de cuarentón irritante, maníaco-depresivo y lanzacuchillos; y él, a una jovencita impulsiva, casquivana y suicida que le inspira en su trabajo: intentar no acertarle con sus cuchillos.
Se salvan el uno al otro, pero la gracia de la historia es que durante su relación estarán siempre en la cuerda floja, sin plena confianza en el futuro, creyendo que lo que están viviendo es un sueño, o una burla del destino, y con el sempiterno miedo de que todo acabe como empezó; incluso es tal esa incertidumbre que a veces los propios protagonistas, embebidos de la atracción que el abismo ejerce, parecen querer precipitar ese final, antes de que el final los precipite a ellos a la oscuridad donde se encontraron. No es fácil confiar en la dicha cuando tus heridas sonríen a la par que tus labios.

* Todas las licencias que se toma el film me parecen acertadas, todo sea en pos de erigir un monumento a un romanticismo errante en estos tiempos, incluso esa adorable telepatía que aqueja por momentos a los protagonistas. Todo acaba siendo deliciosamente dichoso o lóbrego en La Chica del Puente, buen antídoto para los bajones de ánimo, y más porque ni por un momento se pierde de vista el fondo doliente y afligido de la historia. Quizá su ánimo de predicar que la felicidad hay que labrársela sea un poco intrépido, pero no el mensaje de que si no luchas, ya has perdido.

6 comentarios:

Carles Rull dijo...

Me ha gustado el comentario que has hecho. Por lo que destacas puede ser una pequeña, o gran joya. A ver si la consigo y la veo dentro de unas semanas.

Saludos !

Antonio Rando dijo...

Muy buenas cineahora. Para mi, una joya total, la recomiendo encarecidamente.

Rosenrod dijo...

Confieso que ésta se me escapó, y no es el primer comentario recomendándola que leo. Habré de ponerme las pilas...

Un saludo!

Anónimo dijo...

Si me permite el comentario, hecho con total respeto hacia la autora...

Parece que ha habido un giro generalizado totalmente hacia el romancitcismo, en las últimas reseñas.

Esto me sirve como comparativa del cine tan distinto que vemos, pero eso si, logras azuzar mi curiosidad...

Antonio Rando dijo...

Rosenrod: pues a la “irian-kino” va la vencida, ya va siendo hora de verse esta maravilla.

Troncha: mmmm lo de “autora”, si lo dices por mi, aún me levanto hombre a diario. Se que la cabecera del blog puede llevar a confusión, pero es una foto de Isabelle Huppert, y lo de Irian, bueno, es una larga historia; más que larga, tonta. Lo del giro hacia el romanticismo, bueno, el drama en si creo que ha venido siendo lo común en la mayoría de las películas que he reseñado, solo que ahora por circunstancias personales, como ya dije en un comentario bajo la entrada de “Deseando Amar”, pues estoy escorado hacía ese cine, si no lo estaba ya antes lo suficiente. Creo que las dos próximas reseñas serán de “Kytice” de Brabec, y “Gerturd” de Dreyer, así que la racha continúa. Y esto es lo bueno, que entre neura y neura de todos los blogeros se toquen todos los tipos de cine.

Un saludo a ambos, y a verse esta película.

Anónimo dijo...

Disculpas por mi equivoco, espero con ansias esas reseñas, sobre todo la de Gertrud, muy buena película...