viernes, marzo 30, 2007

Effi Briest

Dir. R.W. Fassbinder
Alemania 1974

Effi Briest se ha criado en el campo desde niña. La libertad con la que la educaron sus padres la ha convertido en una joven amante de cierta independencia y emoción. Cuando se casa con un hombre mayor que ella, el Baron von Instetten, poco a poco irá enfrentándose a códigos de conducta y sociales a los que no estaba acostumbrada.
La amistad del matrimonio con el Mayor Crampas, hombre con cierta mayor amplitud de miras que los círculos donde se mueve el matrimonio, acabará con una aventura entre Effi y este. Años después dicho desliz vendrá a afectar a su matrimonio y su vida.

* Fassbinder es ya de por sí un director difícil, una persona de temperamento, cuyo carácter acaba, de una forma u otra, reflejándose en sus películas: en historias más o menos sombrías y turbias, con personajes rotos y violentos que surcan narraciones destempladas, llenas de bruscos pasajes, fracturas, y articuladas con un ímpetu a veces hosco que abofetea al espectador.
“Effi Briest” es quizá aún más árida para el joven espectador de hoy día. Tiene algunas de las características de los trabajos que le he visto a este director, y que apunto arriba, y otras que la alejan aún más de las preferencias actuales.


* Es un film de época, pero sin magnificencias, sino todo muy recogido e intimista. Esta filmada en blanco y negro. El hieratismo visual y de los personajes puede irritar a cualquiera. Respecto a esto último, es quizá uno de los puntos fuertes de la película. Se coarta toda mínima acción y movimiento a favor de la narración textual. Se deja continuamente en suspenso la imagen mientas se sigue elaborando el discurso, o mientras continua la narración, mediante voz en off, o a través de los diálogos. La imagen está totalmente supeditada al texto, en contra de la corriente actual, donde la imagen casi lo es todo (como quizá debiera ser, si de cine estamos hablando), y donde esta lleva la carga de la narración, hasta tal punto, que si nada oímos no importa. Aquí se escinden las dos dimensiones del film, sirviendo la imagen como punto de anclaje al espectador mientras se dispara una narración especialmente dialogada. Se frena la imagen, pero la narración se desliga de esta y sigue su curso.


* Creo que se podría ver en esta película una especie de edición ilustrada del libro de Fontane, o una edición ilustrada de la visión que de él tiene Fassbinder. Es como si abriésemos el libro y ahí estuviesen las instantáneas que sobre la historia proyecta este director.


* No se si me he expresado bien al decir que la narración textual subordina el aspecto visual. Parece como si dijese que la imagen no tuviese importancia ni presencia; nada más lejos. La fotografía y el despliegue visual me parecen fabulosos. Una excelsa galería de imágenes en un nítido y contrastado blanco y negro, de una belleza fría pero impactante. La imagen, pese a aséptica y grave, es poderosa. Se juega con planos y perspectivas; se nos lanzan primeros planos, o a los personajes en la distancia; se presenta los protagonistas velados, con objetos interpuestos, a traves del reflejo en los espejos, en segundos planos. Se juega y crea con la imagen todo lo que un aseptico film de época permite.


* Desgraciadamente no he leído esta novela de Fontane en concreto, pero si leí “Grete Minde”, y entre algunos aspectos constructivos de esta novela y la película de Fassbinder encuentro varios puntos en común. Los personajes perfilados de un par de trazos, construidos a base de dos simples caracteres con los que se desenvolverán por toda la trama, pero que bastan para personalizarlos, junto con las relaciones mantenidas con las demás figuras de la historia. Los escenarios, presentados de golpe, también de unas cuantas pinceladas, como en el teatro, o una postal, a veces simple marco sin desarrollo donde sobrevienen los ágiles diálogos y prestos discursos.
Dicen de Fontane que inicia la novela dialogada, y esto está vinculado con algunos apuntes que he dejado caer más arriba; quizá la “Effi Briest” de Fassbinder como película dialogada.
Lo cierto es que el discurso y los diálogos de la película están confeccionados en tal esmerado lenguaje, y a veces con tal fuerza, que son realmente sugestivos, y la galería de cuadros que suponen sus imágenes es de lo más atrayente, por lo que se pasa por alto el hecho de que la historia no deje de ser típica, y típico también sea su desarrollo, como algo planos sus personajes.

martes, marzo 27, 2007

Oldboy


Dir. Park Chan-Wook
Corea del Sur 2003

Dae-su Oh es secuestrado y confinado durante 15 años, retenido en una habitación con la única compañía de una televisión donde verá como el mundo avanza sin él, y desde donde le dejan constancia de que su vida está más destruida de lo que ya era él consciente. Cuando es liberado, de nuevo sin motivo alguno, solo vivirá para dar con sus secuestradores, por la razón de su encierro, y para la venganza.


* Muestra total de que en el cine todo se puede. Una pena que por nuestras tierras no haya esta inquietud por romper moldes, este afán destructivista respecto a las reglas que solo pueden permitirse aquellos que dejan los tapujos para la sensatez del día a día, y no para estas cosas: el cine.


* “Oldboy” es brutal, y brutalmente honesta por fiel a si misma, porque no creo que Park Chan-Wook se haya cortado un pelo a la hora de proyectar en su película aquello que le rondaba por la mente, iluminada bien por una idea rompedora, bien por una salvaje intuición. De la cabeza de Park Chan-Wook a tus ojos y mente, sin filtros ni intermediarios.

* “Oldboy” es vertiginosa. En sus primeras escenas parece haber un nítido y brusco latir que acaba implicándote en la historia; que se va haciendo más fuerte hasta golpearte con sincera y “simpática” crueldad, y que te zarandea despiadado, dejándote tan solo respirar al final, justo cuando tu mente, en descarga de retroceso, vuelve a plantearse lo visto, intentando digerirlo.


* De esta supuesta “trilogía de la venganza” me falta aún por ver “Sympathy for Lady Vengeance”. Aunque “Sympathy for Mr. Vengeance” me gustó, creo que se queda en paños menores ante el impacto y lo rompedor de “Oldboy”.

Ya solo visualmente me parece asombrosa, atractivísima, intrépida, con esos guiños a la animación, ese cromatismo impactante, esos travellings… A quien no enganche la historia, le enganche el despliegue visual; y si ni imagen ni trama te arrebatan, que te rapte su irredento ritmo, el interés de los personajes, o cualquier otra cosa en esta obra maestra.



* Como su compatriota Joon-ho Bong, Park Chan-Wook también mezcla géneros con una soltura y una coherencia que asusta, si bien es cierto que en “Oldboy”, al menos tal y como yo vivencio la película, el desgarrador drama psicológico cobra tal dimensión según avanza la historia, que las invitaciones del film a la comedia, la acción, el thriller, etc, acaban arrinconadas ante un relato de crueldad, extravío y naufragio psico-emocional tremebundo y desafiante.


* Me resulta de lo más acertado el recurso al humor de las primeras escenas, incluso cuando estamos ya inmersos en el relato del encierro del protagonista. Todo lo que estamos viendo es ya absurdo de por si, y no me refiero a la narración, sino a la situación narrada. Se plasma magistralmente su sinsentido e irracionalidad ciega, y como el protagonista la experimenta. Lo cómico amplifica ese absurdo, que se va haciendo más afilado, y el “¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?” que nos zumba en la cabeza nos aguijonea con más insistencia. No es confusión, es verdadero interés. A mi al menos, me llamó la atención el personaje de Dae-su Oh desde los primeros minutos, y se ganó mi interés incondicional al momento… no sabía por donde me iba a arrastrar.
Cuando acaba su encierro andamos ya noqueados. Quien llegaría a pensar que a partir de ahí no iban a hacer más que aturdirnos sin tregua, con tesón y verdadera dedicación…
Llegados a este punto, digamos, la liberación de Dae-su Oh, Park Chan-Wook nos ha dado ya unas cuantas lecciones, regalado varias escenas fabulosas, y propinado algún que otro garrotazo; pero es que la clase magistral continua, y aún no hemos visto nada.
“Persona encerrada y atormentada sin motivo aparente busca venganza”. La alusión a “El Conde de Montecristo” nos lleva a pensar en derroteros habituales, y anticipamos el desarrollo que seguirá la película. Los que no hayan leído a Dumas rescatarán de su memoria imágenes de films como “Kill Bill”, “Lady Snowblood”, o cualquier otra historia en plan “me vengo porque yo lo valgo”. Pero nada más lejos; Park Chan-Wook nos pierde a propósito, y pasado un rato desde la liberación del protagonista, el punto donde nos encontremos será el más lejano a donde arribarán nuestros augurios, o al menos lo fue para mi, pues el desarrollo posterior de la historia me dejo patitieso.
Con lo visto hasta ese momento, y aún no hemos siquiera rozado la pesadilla que se avecina.
La película seguirá haciendo puntuales escarceos en diferentes géneros, pero nuestra caída en la espiral de sadismo y lobreguez psicológica que es “Oldboy” se irá haciendo más y más violenta y lacerante. Hasta un final de quitarse el sombrero y marcarte unos cabezazos, a ver si así te sacas esta película de la cabeza.

domingo, marzo 11, 2007

Las Horas

The Hours
Dir. Stephen Daldry

EEUU / Reino Unido

La situación que vivía Virginia Woolf mientras escribía su novela “La Señora Dalloway”, y la propia novela, conecta a la autora con varias personas en diferentes épocas.



* “Las Horas” es sutilmente demoledora. Sus apagadas tonalidades, su cadencia, su hipnótica música, que ahora que caigo me recuerda a la que Philip Glass hizo para “La Bella y la Bestia” de Cocteau, te atrapan desde el primer instante en ese río que nos presentan las primeras imágenes. En unos minutos puedes ya sentir el atroz aislamiento emocional de los protagonistas, su soledad lapidaria, transmitida a la perfección por unos encuadres que bloquean totalmente en el vacío de su entorno a los personajes. En apariencia todos parecen personas normales en ambientes cotidianos y familiares, de los que nadie podría tener queja. Pero precisamente, sin que queja alguna salga de sus labios, sabemos que son criaturas extrañas al contexto en que se mueven (o en el que no se mueven, y por ello esencialmente); que algo en su interior, profundo, desgarrador, amenazante, contenido merced a una fuerza sobrehumana, pugna por salir, y que se alía al tono gris y oscuro de todo el film para generar un clima enrarecido y angustioso, y la certidumbre de que sentimientos tan fuertes, tan fuertemente reprimidos, no pueden aflorar por cauces normales.
Las imágenes de las tres protagonistas despertándose a la vez son magníficas: se levantan del lecho de un río donde cada noche duermen para, día tras día, sumirse en la corriente, abocadas a un destino incuestionable, y temiendo que cualquier intento de salirse del curso no haga sino alimentar el dolor sordo que late en ellas, que las cerca, haciéndolas insensibles incluso al amor y afecto indudable de quienes las rodean. En dos de las tres historias las protagonistas parecen haber encontrado cierta tabla de salvación en otras personas. Pero han ido a agarrarse al asidero más resbaladizo, y el miedo a desprenderse de él, pues la pérdida parece evidente, las sume en la desesperación más paralizante, en la que solo se vislumbra una salida.
Volviendo a la metáfora del río, vemos que algunos personajes, aquellos que no parecen encontrar el equilibrio necesario para llegar con buen pie a ninguna parte, como cantos rodados, parecen arrastrar consigo a los demás. Vemos como el dolor del personaje de Laura Brown (Julianne Moore), antes y después de eclosionar, afecta y golpea en cadena a otras personas, desde su hijo, cuyas heridas salpicarán a otras personas a su vez.


* Mi “episodio” favorito es quizá el interpretado por Meryl Streep y Ed Harris, ambos inmensos en este film. Tiene esta historia unos diálogos abrumadores. De la historia de Laura Brown me quedo con el personaje interpretado por Julianne Moore, doliente, aniquilado y brutalmente sometido; Julianne Moore estrangula con cada una de sus abismales miradas. La ceguera y el risueño egoísmo de su marido no tienen desperdicio, intentando hacer a todos partícipes de su “idea de lo que es la felicidad”, o algo así.
Del episodio de Virginia Woolf me quedo con su absorbente y tétrica atmósfera, y con la visión de la protagonista de su propia situación.

* Me parece muy original como se enlazan prácticamente las tres historias. Virginia Woolf conecta con Laura Brown a través de su novela y de la similar situación que viven ambas; aunque no me queda clara la forma en que la novela puede estar influyendo en Laura en su agonía. La novela conecta también a Laura Brown con Clarissa Vaughan, a la que el hijo de Laura llama Señora Dalloway, y cuya historia es “in extremis” la del libro, sobre cuyo hilo argumental pasa con pies alados. Emocionalmente la situación de Laura se perpetúa en su hijo, y tiene puntos en común también con la de Clarissa.

* Aplaudo también el hecho de que al plantear el film no se haya optado por lanzarse a la mera adaptación de alguna de las novelas de Woolf, tortuosa empresa dado el intrincado impresionismo de la literatura de esta mujer. No se que cineasta podría plasmar el monólogo interior y el flujo sensitivo que suponen sus obras. Virginia Woolf es uno de esos autores, como James, Kafka, Lovecraft, cuyas obras siguen resistiéndose a la revisión cinematográfica. “Orlando” de Sally Potter, o “Mrs. Dalloway” de Marleen Gorris, se dejan ver, pero no son más que superficiales imágenes. “Las Horas” supone un digno e inteligente, sobre todo inteligente, acercamiento cinematográfico a algunas de las constantes de la obra de Woolf, en cuanto a personajes, obsesiones, visiones vitales,… Si no se puede abarcar y penetrar la mente de Virginia Woolf en sus libros, si se la puede homenajear en el cine desde la modestia, y encima sacarte de la manga una película, que a mi me deja sin aliento, como pocas en lo que llevamos de milenio. Y otra cosa agradable: contaditas las disgresiones literarias en el film.

sábado, marzo 03, 2007

La Vida de los Otros

Das Leben der Anderen
Dir. Florian Henckel
Alemania 2006

Un agente de la Stasi, la policía secreta de la RDA, es asignado a la vigilancia de un dramaturgo y de su pareja. Toda su frialdad y su dedicación a “la causa” se tambalearán cuando comience a sentirse implicado en las vidas que está removiendo.



* Florian Henckel retrata la separación a todos los niveles. Andamos a zancadas sobre el Muro de Berlín, sobre todo el telón de acero. Se nos encierra en una bóveda que es el régimen socialista de la antigua RDA, donde no brillan estrellas, sino los cargos del partido, una supraestructura incomprensible e inalcanzable que marca una relación unidireccional con el pueblo, y que a fuerza de una monstruosa y corrupta atracción separa a los individuos unos de otros, señalando el lugar que cada cual debe ocupar, haciendo
palanca en sus relaciones, interfiriendo, eliminando toda posibilidad de un acercamiento franco entre personas. La película es de una emoción contenida bestial, que envuelve en música y cámara lenta cualquier pasaje mínimamente efusivo. Los abismos creados entre los personajes están poblados de corrientes emocionales, sentimentales e idealistas, frustradas y estériles, porque esas fuerzas que acercan a los personajes son contrarrestadas por una magnética fuerza mayor que es el omnipresente régimen, y el miedo que infecta. Esta tirantez que explota el film me mantuvo en vilo y tensión hasta el final, a lo que sumar un desarrollo de acontecimientos que te van acorralando como acorralan a los personajes, hostigando hasta un estallido final, que se va anticipando de una u otra manera, pero que intentamos sortear.

* La frialdad forzada y emoción contenida son tremendas, y me parece genial el componente humano que, a hurtadillas, se va haciendo hueco en la historia a medida que avanza, añadiendo más tensión al asunto. La recta final es formidable y muy emotiva, seguro que hasta a algunos se les escapó alguna lagrimilla, cosa que tiene mérito, teniendo en cuenta la sobriedad de la propuesta. Impactante y sublime me han parecido multitud de escenas, así como el trabajo cargado de fuerza de los protagonistas; pero paso de indicar escenas ni dar nombres.

* Todos destacaremos como la película retrata la salvaje maquinaria del régimen, y sus enconados esfuerzos, asombrosamente maquiavélicos, por mantenerse en pie; la razón al servicio de un progreso imposible, que solo alimenta la ponzoña del estancamiento, y un statu-quo que nada promete. Todo el mundo en la sala de cine acababa profiriendo algo ante los métodos inquisitoriales de la Stasi: “por favor, déjenme dormir”, cosas así, y las sutiles estratagemas para desenmascarar enemigos del socialismo. Lo de privar a los artistas de posibilidad de expresión alguna (con ese diabólico manual) para aniquilar su alma es algo que a mi personalmente me produjo verdaderos escalofríos. Ni el más ínfimo obrero tiene libertad relativa para pensar y sentir (véase la escena del niño en el ascensor); la que tengan intelectuales y artistas, más dados a expresar y actuar, es nula, y su privación más cruel y dolorosa.
Esa impotencia de verse atado de pies y manos es uno de los elementos que viene a interponerse en las relaciones humanas, pues nadie es libre para relacionarse con los demás sin ser fiel a si mismo, y si, como consigue el régimen establecido, ha de estar siempre preguntándose si puede confiar en el otro, sin percibir en el otro cierta digna y relativa integridad, o temiendo que la otra persona esté en peligro por lo que nosotros digamos, hagamos, o incluso pensemos. La película me transmite todo esto de forma intachable en las relaciones que los protagonistas mantienen con su pareja, amigos y allegados.


* Son reconfortantes las concesiones humanas que hace el film, el permitir que esas corrientes sentimentales acaben dando con una presa entre tan desolador paisaje, atribuyéndoles la capacidad de, mediante su calor, romper, descongelar, alguna de las infinitas e insondables fibras tentaculares que tejen los repugnantes regímenes totalitarios. Me refiero al agente de la Stasi, que poco a poco se da cuenta de que tiene un alma cuando su corazón comienza a latir al ritmo del de las personas que debe vigilar. Se apropia de sus vidas, pero no ya para destruirlas, sino haciéndolas suyas. Ahora debe protegerlas, pues a través de estas personas está experimentando algo de lo que otros lograron privarle. Nos convertimos en personas ante el espejo que son los demás, cara a cara, y no ante idearios, esquemas o doctrinas que ensalcen.

* Posiblemente la película que más me ha impresionado en muchos meses, de las que he ido a ver al cine. Tiene un carácter y una fuerza sobrecogedores, y creo que su director tiene 30 añitos. Habrá que estar atento a sus nuevos envites.

The Happiness of the Katakuris

Katakuri-ke no kôfuku
Dir. Takashi Miike
Japón 2001

Los Katakuris llevan mucho tiempo esperando que algún huésped les haga el honor de visitar su pensión campestre. El padre ha invertido mucho, sobre todo ilusiones, en el proyecto, y le corroe la pena de ver lo solitario del panorama. Pero más desolador será ver como los primeros huéspedes, de lo más raritos, van cayendo todos muertos en extrañas circunstancias. Ahora la familia deberá hacer frente común para que las ilusiones que habían alimentado no se vayan a pique.

Otro ataque sorpresivo de Miike. Otra desenfrenada y alocada propuesta, chispeante y mágica poción que, al menos durante lo que dura la película, te da un subidón total.
Las idas de olla de Miike son increíbles y meritorias. Parece que mientras su hemisferio izquierdo anda patas arriba y delirante, el derecho intente casar los desvaríos de su vecino, dar forma y elaborar el producto. Porque no basta con la imaginación desbordada, con el plantar aquí y allá lo primero que se nos pasa por la cabeza; no aguantaríamos 5 minutos ante a pantalla. Hay que conocer las reglas para luego romperlas sin que el tirón nos sacuda en pleno rostro. O mucho me equivoco, o así trabaja este tipo, haciéndole creer a su delirio que es libre, que no hay lugar donde no pueda llegar, pero llevándolo por donde finalmente él quiere.
La historia de “The Happiness of the Katakuris” es lo de menos, lo importante es como me la cuentan; así debe ser. Las histriónicas y esperpénticas interpretaciones, los cochambrosos números musicales, y las escenas que no consigo ubicar y no vienen a cuento, han de venir equipadas con un oculto mecanismo que las conecta directamente con mi subconsciente, si no, no me explico como he permanecido embobado hasta el final de este extraño monstruo (en el buen sentido). Creo que es su humor sin riendas y su dinamismo y vitalidad apabullantes, Miike jugando con todo lo manipulable, lo que tiende tres hilitos: uno para anudar mi atención e interés, y otros dos para tirar de la comisura de mis labios, para atraerme a base de sonrisas y un perpetuo preguntar “¿Cómo lo consigue?”.
Miike debe dirigir y proyectar como los niños juegan, por pura y dura motivación intrínseca, y si te implicas en su juego, flipas. Divertimento y desfase, sin ataduras pero controlado. La capacidad que otros querrían tener y compensan poniendo a parir a este señor.