Katakuri-ke no kôfuku
Dir. Takashi Miike
Japón 2001
Los Katakuris llevan mucho tiempo esperando que algún huésped les haga el honor de visitar su pensión campestre. El padre ha invertido mucho, sobre todo ilusiones, en el proyecto, y le corroe la pena de ver lo solitario del panorama. Pero más desolador será ver como los primeros huéspedes, de lo más raritos, van cayendo todos muertos en extrañas circunstancias. Ahora la familia deberá hacer frente común para que las ilusiones que habían alimentado no se vayan a pique.
Otro ataque sorpresivo de Miike. Otra desenfrenada y alocada propuesta, chispeante y mágica poción que, al menos durante lo que dura la película, te da un subidón total.
Las idas de olla de Miike son increíbles y meritorias. Parece que mientras su hemisferio izquierdo anda patas arriba y delirante, el derecho intente casar los desvaríos de su vecino, dar forma y elaborar el producto. Porque no basta con la imaginación desbordada, con el plantar aquí y allá lo primero que se nos pasa por la cabeza; no aguantaríamos 5 minutos ante a pantalla. Hay que conocer las reglas para luego romperlas sin que el tirón nos sacuda en pleno rostro. O mucho me equivoco, o así trabaja este tipo, haciéndole creer a su delirio que es libre, que no hay lugar donde no pueda llegar, pero llevándolo por donde finalmente él quiere.
La historia de “The Happiness of the Katakuris” es lo de menos, lo importante es como me la cuentan; así debe ser. Las histriónicas y esperpénticas interpretaciones, los cochambrosos números musicales, y las escenas que no consigo ubicar y no vienen a cuento, han de venir equipadas con un oculto mecanismo que las conecta directamente con mi subconsciente, si no, no me explico como he permanecido embobado hasta el final de este extraño monstruo (en el buen sentido). Creo que es su humor sin riendas y su dinamismo y vitalidad apabullantes, Miike jugando con todo lo manipulable, lo que tiende tres hilitos: uno para anudar mi atención e interés, y otros dos para tirar de la comisura de mis labios, para atraerme a base de sonrisas y un perpetuo preguntar “¿Cómo lo consigue?”.
Miike debe dirigir y proyectar como los niños juegan, por pura y dura motivación intrínseca, y si te implicas en su juego, flipas. Divertimento y desfase, sin ataduras pero controlado. La capacidad que otros querrían tener y compensan poniendo a parir a este señor.
4 comentarios:
De Miike se puede esperar todo, hace lo que quiere, cuando quiere y cuantas veces quiere, te recomiendo "The bird people of China", a mi me pareció increible.
Saludos troncha. Precisamente esa quise pillar el otro día, pero no logré dar con que subtítulos correspondían con cual archivo, en fin, tarde o temprano me haré con ella.
si quieres y me das un e-mail, te envio el archivo srt con los subtitulos :-)
Gracias. Ya me hice con ella, ahora a encontrar hueco para verla, que se me están acumulando.
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