lunes, diciembre 31, 2007

La Princesa y el Guerrero

Der Krieger und die Kaiserin
Dir. Tom Tykwer
Alemania 2000

Sissi es una joven que trabaja de enfermera en una institución psiquiátrica. Mientras pasea un día con un paciente sufre un accidente de tráfico. Cuando parece que no saldrá con vida de él, un misterioso joven aparece de forma insospechada y le salva la vida, lo que Sissi interpreta como un augurio de transición en su vida, atribuyéndolo a un destino vinculado a ese hombre. Lo que Sissi no adivina es que ese hombre es el menos indicado para hacerse ilusión alguna sobre su futuro.

* Como en “Corre, Lola, Corre”, más o menos, de nuevo tenemos a Franka Potente lanzada en pos de salvar a un hombre cuya redención acaba en manos de ella, de los esfuerzos y sacrificios que pueda hacer. No es un drama romántico al uso. Drama: el que él vive y el que ella se busca. Lo romántico está encarnado en el personaje de Sissi (Franka Potente), que tras sufrir un accidente y ser auxiliada por Bodo (Benno Fürmann), quien le salva la vida, comienza a ver esta de forma distinta. Su vida, ligada a su trabajo de enfermera de un hospital psiquiátrico, era perfectamente llevadera hasta entonces. Pero Sissi ve en el accidente un punto de inflexión, una conmoción tan fuerte que debe suponer el comienzo de algo, o al menos la promesa de un cambio, y que esto ha de estar por fuerza relacionado con el misterioso hombre que sacó su vida de debajo de aquel camión. Ve su destino unido al de este hombre. Los primeros desengaños y la vuelta a su rutina le dejan una sensación tan amarga que aturde. Pero tras un hecho de la magnitud del accidente no puede conformarse y volver a su vida anterior como si nada; la vida, el mundo, le deben algo, y lo va a reclamar. Esa persecución de un destino presentido, ligado a otra persona, y las ansias de una renovación que parecía anunciada por el accidente es todo muy romántico. El personaje de él es diferente: acosado por el remordimiento y la culpa, totalmente perdido; que intenta escapar de si mismo, de forma desesperada; que huye de los demás, pero que no sabe a ciencia cierta si persigue con ello bienestar, o solo quedar exhausto en la carrera. Es la persona menos indicada para que de ella dependa el destino, futuro y felicidad de Sissi. Lo que podría parecer una historia de amor no correspondido entre una excéntrica muchacha y un huidizo joven no la veo yo de tal modo, aunque a ello pudiese reducirse. Si que es obsesión lo que Sissi siente por Bodo, pero ¿enamoramiento?, cualquiera podría obsesionarse por quien le salva la vida, más en circunstancias tan insólitas. Si encima tenemos una mente bulliciosa que convierte el suceso en cuestión de afinidad cósmica, destinos, etc, ya tenemos el culebrón montado. Como no se puede separar el acercamiento de Sissi hacía Bodo de la cuestión del accidente, yo prefiero ver el sentimiento de Sissi como visceral fascinación deudora que como amor, aunque este pueda ir surgiendo a lo largo de la historia, lo que tampoco está muy claro. Nada está claro en la relación que forzosamente se va estableciendo entre ambos. Me gusta la idea de que al final ella, intentando ligar su vida a aquel a quien se la debe no esté haciendo sino salvando la de él. Salvando la vida de Sissi, Bodo acaba salvándose a si mismo.

* Todo está narrado con un ritmo y cadencia que en algunos puntos hacen la película hipnótica, muy a lo Kieslowski, como la historia en si, y con mucho protagonismo de una música que, sin sobresalir, acompaña muy bien un aspecto visual que me parece magnífico, de una belleza a veces fascinante. Muchos pasajes están nutridos por imágenes realmente hermosas. También hay mucha licencia técnica; alguna que otra paranoia visual, como en “Corre, Lola, Corre”.

* He de reconocer que a mi modo de ver la película pierde fuelle a partir del momento en que llegan ambos al psiquiátrico, ya en la recta final del film, y que tiene un final que no me acaba de convencer del todo, quizá por obvio y discreto, por predecible (puede que lo único predecible de la película).

* Por ahí he leído que, aparte de drama, romance, “La Princesa y el Guerrero” es también cine fantástico, supongo que por las secuencias finales. Pero son solo una forma como cualquier otra de mostrar como alguien se deshace de sus demonios.

* Por cierto, la parte del robo al banco, impresionante.

miércoles, diciembre 26, 2007

Messidor

Dir. Alain Tanner
Francia / Suiza 1979

En “Messidor” Tanner nos presenta una destructivista road-movie en que dos jovencitas, hastiadas de un sedentarismo al que no le ven razón de ser, se lanzan en picado a una aventura sin más objetivo que el despojarse de la responsabilidad de tomar parte en la artificialidad de un mundo irritantemente aséptico, y se entregan a ello armadas de una inconciencia enloquecedoramente tentadora. No tenemos a desdichados personajes en busca de su lugar en el mundo, ni a pobres víctimas de las circunstancias, sino a dos personas a las que escuece su realidad y que en un impulso visceral y anárquico se revelan contra una inercia que no parece ir a moverlas del sitio en que están. Su desquiciante vagabundeo no está narrado al estilo de las frenéticas road-movies cargadas de adrenalina, sino con el calmo ritmo del propio errático deambular de las dos jóvenes.
Las protagonistas han visto su futuro tan claro y bien trazado como ven la enfadosa cotidianeidad de los demás. Como en rutina se convertirá cualquier otro proyecto vital que tuviesen a bien plantearse, prevén todo ese hastío y aburrimiento y deciden evitarlo desde ya, aunque sea de la forma más insensata posible, que realmente es la única capaz de aniquilar la sensación de ahogo. Y así Jeanne y Marie deciden salirse por la tangente, simplemente por ver que ocurre, y ese juego autodestructivo a que se aplican ya les ofrece algo fresco y nuevo, insano, pero más palpitante que todo lo que puedan obtener de un mundo sin interés alguno. No se plantean esto como un paréntesis, no retomarán nada, ya no quieren ser dos piezas más de una maquinaria paradójica. Se echan a andar solas y sin destino, como antes, pero sin la carga de tener que dar con un logro fingido.
Dicen dedicarse a ver quien aguanta más en su singular peregrinaje; se ponen a prueba de la forma más absurda que han encontrado porque el absurdo es estimulante. Me gustan esas escenas en que las protagonistas andan vagando por las montañas en un alarde del sinsentido de su “expedición”. Van acumulando problemas, complaciéndose en ellos, y sin hacer mucho esfuerzo por evitarlos.
Tras tanto vagar, por el placer de la simple marcha, llegan a la conclusión de que todo, y todo el mundo, todo lugar, es similar, y tan predecible, bien acabado y equilibrado que termina pareciendo irreal por falta de sentido: una especie de círculo virtuoso pagado de si mismo, sin salida ni otro propósito que perpetuarse. Lo único real es el hambre y el frío que están pasando, lo único que mueve a la acción, que les da una dimensión y entidad que no tienen la mayoría de aquellos con los que se cruzan. No es buscarle un sentido a la vida, es experimentar la vida misma a través del riesgo y la necesidad, estremecerla poniéndola al borde de la sinrazón; dejarse ir, a ver cuanto se dura: autodestrucción genuina.
“Messidor” es el relato y la visión de dos personas que se sueltan y dejan caer porque andar agarrándose a algo ya cansa y aburre; porque no se agarran para incorporarse a algo que merezca la pena, sino tan solo por no caer y por mantenerse. Tiene el sempiterno interés de experimentar una caída libre, el caos, y de ver como se acaba cayendo.

lunes, diciembre 24, 2007

Antes de la Revolución

Prima Della Rivoluzione
Dir. Bernardo Bertolucci
Italia 1964

“Porque siempre es antes de la revolución cuando se es como yo”.













Vanos intentos por llenar el vacío. En ello está empeñada la pareja protagonista, como esa burguesía sobre la que a veces discurre Fabrizio y a la que tanto él como Gina pertenecen.
Cuando uno llega a un nivel de necesidades cubiertas, satisfechas; cuando la vida más elemental, biológica, ya no requiere nada de nosotros, ya no la escuchamos porque ya la hemos complacido con creces, llegamos al final de un camino y nos encontramos con un alto y grueso muro ante cuya visión algunos, los conscientes de tal barrera, quedan paralizados y debatiéndose dentro de si. Esto es lo que parece ocurrirles a Fabrizio y Gina. No pueden, como otros, deambular a lo largo del muro placiéndose en ficciones ilusorias: la quintaesencia burguesa. Necesitan una revolución, franquear esa muralla, pero no saben como hacerlo. No saben si ha de desaparecer fortuitamente; si deben desandar el camino y buscar otro; si han de coger carrerilla y lanzarse contra él a riesgo de romperse la cabeza en el intento. La mayoría de las opciones requieren un esfuerzo desalentador de cara a nuestra acomodada situación. Dichoso de aquel que no ve el final de su camino, y que no siente que se ha detenido en su marcha. Pobre del que se percata. Fabrizio y Gina no parecen comprender que esa revolución que buscan ha de ser personal, que ese muro es interior y que difícilmente se derribará viéndolo como algo externo, por ello se lanzan a una desesperada búsqueda de actividad y conmoción, de objetivos y empresas ajenos a ellos mismos, para mantenerse siempre en movimiento, distrayendo la conciencia de estar estancados. Fabrizio habla de la inutilidad de las revoluciones de un día, que como una chispa iluminan una insustancial esperanza de cambio, pero que hacen más dura la caída y la vuelta a la realidad, porque nuestros esfuerzos acaban por no repercutir en nosotros mismos. Ambos llegan a la evidencia de que no pueden cambiar, por mucho que lo intenten, sin saber que lo erróneo es la vía por la que intentan conseguirlo. Una revolución de un día son sus coqueteos con la causa comunista. Y una revolución de un día parece la relación amorosa que emprenden.
“Quería llenar a Gina de vitalidad, en cambio la he llenado de angustia”. Esa sensación de esterilidad total, de incapacidad de gestar nada bueno, es una idea que ronda y ronda la cabeza de los protagonistas; y los sentimientos de culpa por todo. Nada bueno puede salir de la inoperancia. Y parece que Gina se acerca a Fabrizio con la misma intención. Parece que han visto en el otro una vida que vivir, alguien en quien proyectarse y no tener que vivir dentro de si mismo, sino por y a través de otra persona en quien vislumbran un sentido y una razón de ser, de lo que creen estar faltos ambos. Pero como no ven que el otro está inmerso en la misma dinámica, no hay esperanza, la película es bastante desoladora al respecto, y ya tenemos a Fabrizio y Gina enfrascados en otra revolución de un día. Él se ha dado cuenta de todo esto ahora, y temeroso, al final, decide hacer un intento de sumarse al país de los insensibles y ciegos. No hay forma de librarse de la certeza de que Fabrizio está a las puertas del mismo infierno que vive Gina, para quien el convencimiento de la trivialidad a que ha llegado su existencia es un azote que sufre desde largo tiempo ya.
La situación de la pareja protagonista sería extrapolable a la sociedad en general, más ahora que en la época en que se filmó esta película. El primer mundo, la sociedad del bienestar, parece convencida de una bonanza eterna, de que no hace falta mantener viva esa prosperidad. Como ninguno parecemos creer que hayamos contribuido o podamos contribuir a esta situación, y mayormente no sabemos y nos dan igual los mecanismos que pudieran ponerse en acción para mejorar nuestras condiciones, todo acaba estancado en su complacencia, y no se intuye que de la inmovilidad no puede surgir nada bueno, solo decadencia. Hay que avivar el fuego para que siga calentando, pero parece ser que siempre habrá alguien anónimo que lo hará por nosotros, para que nosotros podamos deleitarnos con lo que hemos conseguido: grandes logros y gran prosperidad que nos dan libertad para abstraernos. A los protagonistas no les basta esa abstracción, pero ni dan con otra cosa, ni echan la vista atrás para ver donde se extraviaron. Se desesperan por su revolución, la que intentan forzar y ensayar de mil maneras, pero que nunca llega, y así llega la seguridad de que hemos tocado “techo”: “siempre es antes de la revolución cuando se es como yo”. Desesperación.
De Bertolucci conocía sus últimos films y no me habían incitado a hacerme con anteriores trabajos suyos, pero “Antes de la Revolucion” me ha impresionado. Me ha encantado la música que acompaña la película; una pareja protagonista fabulosa; una Adriana Asti maravillosa; pasajes a lo Godard, al que los personajes hacen referencia.


sábado, diciembre 08, 2007

Lilja 4-Ever

Dir. Lukas Moodysson
Suecia / Dinamarca 2002

Lilja acaba de ser abandonada por su madre. Su situación se hace cada vez más delicada. Cuando conoce a un encantador joven que parece sentirse atraído por ella y que promete ayudarla, Lilja cree poder superar el bache y presiente un futuro mejor. Pero no sabe que está siendo engañada, y que acabará abandonando lo poco de valor que aun le queda por una vida de vejación y tormento intolerable.

* El cine social nunca me ha gustado demasiado: ese cine bienintencionado que a base de sentimentalismo intenta remover conciencias, aunque la congoja no se prolongue mucho después de acabada la película. Cierto que hay muestras de cine social que intenta combinar el aspecto discursivo y reivindicativo con la motivación intrínseca que supone “el arte, por el arte”, y ofrecer más que un ideario, pero en fin, creo que me va más el cine que supone abstracción emocional e intelectual que el orientado al puro sermón.
La orientación de “Lilja 4-Ever” está bastante clara. La película es muy explícita, y por si a alguno se nos escapa, el director nos disipa dudas señalándonos a quien dedica su película. Denuncia total de la explotación sexual. A mi personalmente me parece muy digno, pero también muy ingenuo pensar que con el cine se cambie nada. Que todos los empeños al hacer una película puedan centrarse en elaborarla tal que consiga unos propósitos ajenos al cine y al arte en si, creo que lo desvirtúa. Aún así, si a uno le pica, se rasca, y si este director no se podía aguantar las ganas de hacer una película así, bien por él.

* Como en sus dos films anteriores, es tal el realismo y la naturalidad que algunos señalarán su amenidad, que se ven del tirón, etc, pero no es hacerles justicia, pues lo que están es plenas de vitalidad. Pero en “Lilja 4-Ever”, si, tenemos esa realista crudeza, pero no el tono amable que a veces dominaba “Fucking Amal” o “Juntos”. Película dura y desgarradora donde las haya, tanto por el tema tratado, como por la forma de retratarnos la situación. Me acaba de venir a la mente que son varias las ideas que despertó en mi este film, y que dichas ideas son similares a las que tuve viendo “Vivir su Vida” de Godard: casualmente tratan la misma temática; su centran de forma tiránica en su protagonista; son particularmente realistas. Pero lo importante es que no me quito de la cabeza la sensación de que tanto Godard como Moodysson sorben la vida de sus protagonistas en cada secuencia, que las condenan desde la primera escena, y que su cámara va ejecutándolas lentamente.

Moodysson se recrea en la desventura de Lilja y la sigue en su desdicha. Lilja, con sus defectos, se hace querer, me inspira simpatía, me incita a sentir interés por su vida, y no puedo sino sentir un malestar brutal pensando que esa muchachita está al otro lado de la pantalla y que nada puedo hacer por ella. Uno debe aguantarse las ganas de susurrarle a Lilja lo que debería hacer, por no sentirse estúpido hablándole a un televisor. Pero lo importante es que la preocupación vence la certidumbre de que es una criatura de ficción, o no… Demasiado talento tiene Moodysson manipulando al espectador, y se agradece. Como he señalado antes, esta sería una de esas muestras de cine social que no se regodea en su discurso, que busca enriquecer la obra sin cercar siempre la misma perorata. Ahí tenemos al genial personaje de Volodya, enamorado a su tierna edad de su amiga Lilja, y que pese a su juventud sabe que su amiga se está metiendo en un mundo turbio y peligroso. Es muy emotiva la preocupación que el niño siente por ella; como está siempre presto a ayudarla y confortarla; el tierno afecto que le profesa. También es descorazonador que lo único que pudiese salvar a Lilja sea su amiguito de corta edad. La simpatía que despierta Lilja la despierta en igual medida el pequeño Volodya, y su suerte me tuvo intrigado tanto o más que la de ella.

* Su triste pero luminoso final, que me recuerda al de “La Tumba de las Luciérnagas”, es poco consolador, aunque muy bello. La sensación que deja la película es matadora.

sábado, diciembre 01, 2007

Trust

Dir. Hal Hartley
Reino Unido / EEUU 1990

* ¿Qué es lo que atrae a Matthew y Maria? La confianza. Esta sería una respuesta bastante sólida y solvente. Los personajes no dejan de repetirlo y el título de la película parece ahorrarnos reflexiones al respecto. Todo parece que gire en torno a la confianza, una confianza mutua que ha empujado y unido a estas dos personas; sea dicha confianza sentimiento o simple vocablo que nos libre del análisis.
Pero creo que el planteamiento de Hartley es más complejo, y que con ese título no solo hace referencia a la confianza que pueda darse entre dos personas, sino también a la que podemos tener en el mundo que nos rodea, en nosotros mismos, y a todo el cúmulo de inseguridades que marcan nuestra vida en todo momento. Creo que es en ese sentido amplio como se debe considerar la confianza para arrojar luz sobre la atracción de Matthew y Maria.

* El mundo que le ha tocado vivir a Matthew requiere continuamente de él que obre en contra de sus convicciones, no existiendo suplicio mayor que este. Es un hombre de principios, persona ya de por si inaudita, pero que sobresale más aún porque, a diferencia de la mayoría, en situación muy excepcional debe verse para no actuar según le dicte su conciencia y su particular y feroz lógica y sentido común. Tal carácter le hace muy difícil el día a día, su vida familiar, social y profesional (arreglando televisores es todo un maestro que odia la televisión; le horroriza la falta de profesionalidad y desidia de compañeros y superiores). Es un idealista amargado. Le sigue pidiendo a su entorno que se adapte aunque sea mínimamente a su ideal, pero todo cuanto le rodea parece tan tercamente empeñado en mantener la distancia, en seguir sumido en una inoperancia enervante, que aunque todo esto le siga soliviantando, en la mayoría de los casos lo que siente ya es indiferencia, y prefiere aislarse. Su personalidad le impide adaptarse al mundo y se encuentra en un momento crítico: totalmente consciente de la confrontación y de las dificultades que esta le acarrea. Tiempo de tomar decisiones: dar su brazo a torcer y hundirse, seguir en sus trece y hundirse…
Es difícil que alguien de tal entereza no confíe en si mismo, pero así es. Dada la vida que puede llevar, no confía en que su forma de ser encaje en lugar alguno, y cada puerta que se le abre le lleva a un lugar donde es necesario doblegarse, con lo que cree no poder obtener más que humillaciones del mundo.

* Por otro lado, Maria ha vivido engañándose a si misma, tras una máscara con la que creía poder conseguir aquello que deseaba. Buscaba seguridad. Pero una seguridad que al depender de otras personas la colocaba en la cuerda floja. Falló en sus cálculos, y en la brutal caída se desengañó totalmente. El golpe sirvió para transformarla. La sacudida la volvió en si misma, y ahora debe empezar de nuevo.
El mundo en que vivimos se transforma, reaccionando en función de nosotros mismos, según nos movemos en él. La metamorfosis de María la hace enfrentarse a un mundo nuevo, sin nada seguro sobre como este responderá a su nuevo “yo”, y sin mucha confianza en si misma al haber estado tanto tiempo traicionándose.

* Ambos se encuentran perdidos, sin seguridad acerca de nada, sin nada a que atenerse que no sea la certeza de que, como poder ir, todo puede ir siempre peor. Dan el uno con el otro en un momento crucial. ¿Qué han visto en el otro? Esto es más difícil de leer. Matthew ha sido testigo de la transformación de Maria, y quizá le atraiga la capacidad de ella para cambiar y amoldarse (aunque no sea exactamente el caso) que él no tiene. También encuentra en ella alguien que aprueba su forma de ser y que admira su integridad, apoyándole en su manera de actuar. Encuentre un mundo, el de ella, a explorar, donde parece no tener que someterse porque encuentra simpatía y comprensión. María admira en él la fidelidad a si mismo, y además es la primera persona que la acepta tal cual es en su nueva andadura. A falta de confianza en si mismos se lanzan a la desesperada en brazos de personas en quien creen poder confiar, a quien casi instintivamente admiran y respetan. En la otra persona tendrán un refugio donde poder ser ellos mismos, un lugar seguro y un apoyo frente a los desmanes de la suerte.

* ¿Admiración, respeto y confianza suponen amor? ¿Es “Trust” una historia de amor? Tantas concepciones del amor como de la confianza.

sábado, noviembre 24, 2007

Life Show

Sheng hou xiu
Dir. Jianqi Huo
China 2002

Cualquier persona puede tener una vida de película. Cualquiera de nosotros podemos ser el protagonista o la heroína de un buen film que podría llamarse “Life Show”: “El Show, o Espectáculo de la Vida”. Las cientos de personas con las que nos cruzamos a diario, lejos de ser simples amasijos reconcentrados de carne y predisposiciones, son en si mismas intrincados mundos tan complejos como el que nos rodea.
Lai Shuang Yang se sienta cada noche en el cálido y acogedor ambiente de una calle comercial china. En un ambiente cargado de olores y sensaciones; lleno de puestos y tenderetes donde se dispensan comida, bagatelas y compañía; conversaciones e impresiones. Podemos pasar por allí sin darnos cuenta de que ella exista. Y si nos fijásemos en ella, no veríamos, en apariencia, más que a una atractiva mujer madura que cada noche se sienta en su taburete al frente de un comercio en el cálido ambiente de…; para vender, básicamente, pescuezos de pato. Quizá a alguno pueda venir la idea de que la vida de esta mujer no se limite a eso, y en casos excepcionales esta persona hasta se pregunte por esa vida. Pero nada más. Probablemente pasemos de largo sin percatarnos de que hemos pasado rozando todo un universo, tan simple o complejo como el que supone cualquier persona.
Su bagaje de relaciones, experiencias, ilusiones, parece haberla llevado a encontrarse sentada allí, noche tras noche, y que no haya más que eso. Pero situaciones en apariencia tan sencillas responden a veces a razones y objetivos más importantes que la simple inercia. Y los suyos son los que se nos narran. Quizá no sea una vida cuyo relato a todos interese, quizá no sea lo suficientemente llamativo para atraer la atención de todos, pero es una vida de lucha que supone una gesta a la altura de las más grandes.
La historia que nos cuentan es bastante desesperanzadora, y lo único, aunque muy reconfortable, que nos salva, es pensar que hay personas como la protagonista, con sus defectos, y no libre de cometer errores, pero de gran entrega y calidad humana.
Pero parece que Lai Shuang Yang siempre deba perder, y cuando gana, la victoria no suele redundar en ella, sino en aquellos por los que se entrega, y cuya falta de gratitud o incomprensión convierte su batallar en una continua y predispuesta derrota, o en una fútil liza; propiciada a veces por la falta de comunicación o de visiones comunes. Lai Shuang Yang es una de esas personas, no mártires, pero con un sentido de la responsabilidad tenaz, férreo… catastrófico. Siempre teniendo que luchar por los demás, si más gratificación que cumplir con su deber y sentir cierta seguridad tras una entereza a prueba de balas. Cercada por más preocupaciones y problemas de los que otros soportarían, los va sorteando, solventando, manejando como buenamente puede, acuciada siempre por nuevas dificultades y por un omnipresente pasado que la tiene varada emocionalmente. Resignación. Nunca se permite nada fuera de la sosegada lucha para mantenerse y mantener a quienes parecen depender de ella. Cuando se permite el más mínimo desvío la suerte siempre es esquiva, o peor aún, cruel: como un castigo a una intención que nunca había tenido. Y aunque Lai Shuang Yang no sea catastrofista, parece convencida de un irreversible estancamiento, donde se ahogarán ilusiones siempre vanas, y de que seguirá siempre, noche tras noche, sentada en un taburete, en el cálido y acogedor ambiente de una calle comercial china.

miércoles, noviembre 21, 2007

I’m a Cyborg, but that’s OK

Saibogujiman Kwenchana
Dir. Park Chan-wook
Corea del Sur 2006

* A bote pronto, la primera impresión que podría dejar esta película, es que a Park Chan-wook le ha dado la vena sensible. La mayoría tendremos en mente “Oldboy”, y si bien una primera comparativa nos llevaría a encontrar las mil y una diferencias entre ambos film, los dos salen de la mente de este tipo y sus lazos de unión no son pocos. De hecho, entre tanta violencia, en todo sentido, “Oldboy” atesora una sensibilidad y penetración psico-emocional que no tiene el cine más convencional. “I´m a Cyborg…” es sin duda más asequible al espectador medio, pero también es cierto que este dejará escapar gran parte del contenido de la película. Es más amable, y pese a ello bastante cruda y de atormentado carácter. Parece una cinta más digerible, pero no lo es tanto.

* Remarcar el esplendido engranaje de géneros que supone sería repetirse, pero no está de más. Se la pinta mayormente como comedia romántica. Es también un drama con mucho mensaje y trasfondo, tiene sus apuntes de acción; su lado perverso y macabro, pero también su lado luminoso, entrañable y alentador.

* El ritmo y despliegue visual enérgico al que nos tiene acostumbrado, que no da un minuto de descanso y nos retiene en el asiento. Ya solo por eso el film se disfruta enormemente. Una vitalidad, generalmente rayana en el desquiciamiento y la vehemencia, que no se queda ahí, pero que a muchos bastará.

* En “I´m a Cyborg…” Park Chan-wook se detiene de forma especial en presentarnos los diferentes personajes que pueblan la historia. Todos magníficamente construidos, entrañables, que quizá no tienen finalmente peso alguno en el meollo de la cuestión, sin relación alguna con la relación que se establece entre los protagonistas, pero que enriquecen lo que vemos, y que a veces nos ayudan a comprender mejor a Young-goon y Park Il-sun, sobre los que gira el relato.

* A mi personalmente me gusta la idea de cómo la relación entre ambos tiene consecuencias en la forma en que vivencias sus patologías, como se ayudan mutuamente, como les sirve para sobrellevar su situación, y van saliendo de ella, si no del todo, haciéndosela mas llevadera el uno al otro. Me encanta como Park Il-sun, dentro de las limitaciones que le impone su perturbación, llega a sentir afecto por Young-goon, como llega a ser consciente del apremiante problema de ella, y como intenta ayudarla desde sus posibilidades. Entre tanto médico, psicólogo y psiquiatra como pulula por el hospital, y él parece ser el único que intuye como ayudarla. La única esperanza de sobrevivir de Young-goon se halla en lo acertado de los supuestos desvaríos de otro paciente… enternecedor, pero sombrío. Y el caso es que la película no arremete de forma especial contra esas instituciones, ni pinta a los pacientes de forma romántica, cual excéntricos incomprendidos: otro acierto de la película, a mi modo de ver.

* Me encanta que no se haya optado por un esbozo bienintencionado del todo de la situación que viven los protagonistas. No se limita el film a exhibir un colorista mundo de ensoñación donde los pacientes psiquiátricos escapan de la realidad a través de fantasías inocuas. No, cada dosis de amigable y risueño recreo tiene su porción de acritud y rigor. Sobre todo, el caos mental en que está sumida la protagonista, y su martirio interior son, bajo capas de un colorista humor que a todos nos arrancará sonrisas, salvajes y opresivos. Pero como digo, prima el tono desenfadado, y para llegar al pozo latente de amargura hay que rumiar a posteriori. Para no variar, la película no tiene un final cerrado, y uno no sabe bien que cara se le ha de quedar tras verla, o que sentir por los personajes. Mensaje alentador y desolador a partes iguales.

* Y entre ese cúmulo de ideas, planteamientos, modulaciones; entre momentos desternillantes, lóbregos, trepidantes, emotivos,… Park Chan-wook sale victorioso: “Esto aquí; esto por allá; hay que dar cabida a esto; no nos olvidemos de aquello”… Lo abarca todo; perfila y ancla todo, de manera sólida.

* La película es todo lo extravagante y estrambótica que se pueda esperar de este director, que parece hallarse a sus anchas entre el cine “de autor” y el divertimento puro. ¡A jugar se a dicho!

Jess Franco, Manera de Vivir

Dir. Kike Mesa
España 2007

No soy fan de Jess Franco. Apenas he visto películas suyas, porque aunque no descarto ponerme a ello en un futuro, nunca me he sentido atraído por el cine de este hombre.
Será contradictorio, pero siempre me ha intrigado más la figura de este director en si, que su cine. Que raro. Pero supongo que he estado mas expuesto al “Jess Franco esto… Jess Franco lo otro” que al elogioso comentario o la cautivada impresión de alguien sobre alguna de sus películas.
Así pues, me planté en la sala de cine a ver que me contaban, o contaba este personaje, sobre si mismo, o sobre cualquier otra cosa. Y ya desde un principio se me prometía algo en consonancia con lo que iba buscando. Una suerte de documental a modo de entrevista, donde reina la figura del director, sin interferencia alguna; nada que pueda desviarnos del curso de las ideas que bullen en la cabeza de este cineasta. 90 minutos de un Jess Franco en un mullido sillón, sin más acompañamiento que una mesa auxiliar donde descanse su paquete de cigarrillos y un cenicero, y unas intrusitas volutas de humo, donde como fantasmas, de vez en cuando, surgen esporádicas imágenes que ilustran el relato del director. Parece que el film tiene otros detalles del estilo, pero que la calidad de la proyección no dejó apreciar.
Jess Franco nos habla de su vida y obra; de su infancia y de la familia que le tocó vivir; de su experiencia y sus pinitos en la música como pianista de jazz; de cine, de mucho cine; anécdotas de su trabajo junto a Orson Wells o Christopher Lee; de la visión que tiene del cine español y esta supuesta industria. Siempre interesante, toca diferentes temas, mayormente con un humor lúcido y escabroso, pero también a veces con una emoción entrañable y de agradecer. Sea cual se la visión que uno tenga del cine de este hombre, lo innegable es su amor por el séptimo arte, y su penetración y perspicacia. Consciente de sus recursos y limitaciones, tiene una perspectiva clara de su experiencia en cada ámbito. Este film supone 90 minutos de gratísima conversación con una persona de la que quizá la mayoría tenemos una idea equivocada derivada del cine que nos ha ofrecido y ofrece. Para cambiar de impresión; seguramente a mejor.

miércoles, noviembre 07, 2007

A Stranger of Mine

Unmei Janai Hito
Dir. Kenji Uchida
Japón 2005

* Me presentan dos almas cándidas e inocentes, ambas heridas de amor, que una noche se encuentran fortuitamente. La total falta de soltura para el acercamiento y establecer un conocimiento mutuo, la total rigidez de su comportamiento, su embarazo, los lleva a un sinfín de situaciones incómodas, ante las que no puedo sino reírme una y otra vez. Parece que estoy ante una simpática y agradable comedia romántica que me hará pasar un muy buen rato, y ya estoy haciendo quinielas sobre lo que puedo esperar de ella; lo que me deparará esta historia. Pero no. De pronto la película da un vuelco, quiebra mis expectativas, en el buen sentido, y se lanza a sorprenderme en cada secuencia. De asombro en asombro. Uno deberá continuamente revisar la representación momentánea que de historia y personajes se vaya haciendo.

* Los primeros momentos ofrecen unas buenas dosis de humor aderezado con alguna que otra reflexión sobre las relaciones de pareja; bien planteadas. Esta primera parte ya es envidiable, y se nos hace la boca agua. Pero llega un momento en que la película hace un extraño viraje. Se repliega sobre si misma, comienza a retorcerse, mirando ávidamente en torno suyo. Gira en redondo y se lanza sobre lo que en apariencia ya me ha mostrado, pero que en realidad no he visto. Se rompe la narración lineal, la concepción narrativa del desarrollo de la relación de la parejita mientras otros personajes, como complemento, orbitan alrededor de los protagonistas. Cuando aun no se ha avanzado apenas en el relato, se comienza a mirar atrás, a ver que se ha dejado sin plasmar, ahondando y ahondando en situaciones que ya parecen haber sido fijadas, como si fuesen paradas en un camino. Pero el camino que en principio creía yo que seguiría, el de la aproximación de los protagonistas y el relato de su relación, es intransitable. La película ofrece una laberíntica senda que lleva al conocimiento de todos los personajes, los lazos que los unen, a la valoración de su conducta, a la reflexión sobre las relaciones entre las personas, las apariencias, los valores. El film está articulado a base de unas pocas situaciones sobre las que parece que se lancen una y otra vez miradas aleatorias. Pero no es así. Cada visión ayuda a comprender mejor lo que está pasando, los personajes, otras secuencias, y también las mismas que veo en ese momento.


* Una reivindicación, y también un ensayo de todo el jugo que se le puede sacar a un relato simplemente parándonos en seco, frustrando la inercia, y exprimiendo a conciencia cada circunstancia. Diferentes puntos de vista para llegar a una visión panorámica de un todo, para tener delante un riquísimo y complejo tapiz, un mapa de lo que en algún momento puede parecer un confuso tejido. Cada vez que se vuelve sobre una “escena” es para ofrecerla desde la posición de otro personaje, para presentar el papel que en dicha situación jugaba cada cual. Se ve y siente a través de los ojos del demiúrgico director y de los personajes. Soy como un fantasma intrusivo. Personajes que ni siquiera sabíamos que jugasen rol alguno en tal o cual escenario pasan a ser protagonistas plenos, dándole un nuevo y mayor sentido a todo lo que se ha visto y se está por ver. Mi cabeza va de un lado a otro, reflexionando, elucubrando, buscando, añadiendo allí lo que se me acaba de plantear aquí. La película hace un corto recorrido en su inicio, y vuelve sobre él sin cesar, examinando el camino punto por punto, por si algo se ha perdido. Da un campo de maniobra, para el juego, y lo va detallando meticulosamente.
Así, el protagonismo que parece que en principio vaya a acaparar la parejita va pasando de unas manos a otras, y se va perfilando un magistral retrato de todos los personajes. Cada vez que se retoma una secuencia el panorama presentado florece, se hace más enmarañado, y se generan algunos momentos de tensión al convertirme en partícipe de las circunstancias de cada implicado, con una ingente información sobre lo que ocurre, que nadie más posee.

* Nunca se abandona el tono cómico, ni tampoco el sesudo: planteamientos que, si bien dejan la amistad en lugar muy alto, dejan hecho un despojo las relaciones de pareja y amorosas. Como se puede ver en muchas obras orientales, también en esta se conjuga un espíritu jocoso y burlón con una desesperanzada visión vital, donde el premio a la virtud y a la nobleza, a la humanidad y la dignidad, son siempre malcarados reveses del destino, el fracaso y una injusticia indomable.

* Me ha parecido una película soberbiamente narrada y planteada, sin grietas ni reproche alguno que poder hacérsele. Es increíble como se autoimponen unos márgenes situacionales tan limitados, y pese a ello se maniobra, se opera, y se hacen unas virguerías para las que otros necesitarían 4 horas de metraje y toda una saga. Fabuloso como se puede detallar tantísimo un pequeño coto privado, sin repetirse, ni llegar a hastiar.


* Muy divertida, tensa, emotiva e interesante. Llena además de planteamientos de fondo sobre los que pararse a pensar. No da respiro. Demuestra a las claras que sus principales responsables tienen una visión límpida y totalmente penetrante y lúcida de lo que se traen entre manos (“Esto es lo que proyecté, ambicioso, pero helo aquí”). Y un final abierto para darle al coco y poner en jaque a nuestras neuronas.

domingo, noviembre 04, 2007

Veneno para las Hadas

Dir. Carlos Enrique Taboada
Méjico 1984

* Terror gótico y psicológico desde tierras mejicanas. Macabro e inteligente.

* Conocí a este director por esta película, y a partir de ahí intenté hacerme con todas sus obras de terror; 4 en total, aunque ahora mismo desconozco si tiene más dentro del género. Esta es mi favorita. “El Libro de Piedra” me impresionó igualmente; “Hasta el Viento tiene Miedo” no me provocó la sacudida de esta última y la que nos ocupa, pero está muy por encima de lo que dentro del terror se puede “degustar” en los últimos tiempos; y “Más Negro que la Noche” fue la última que vi, con un aire muy Argento, y la más floja de las 4, en mi opinión.

* En “Veneno para las Hadas” nos presenta a dos niñas: la inocente Fabiola, y la malvada Graciela. En un espeluznante crescendo nos va exponiendo la relación cada vez más malsana que va estableciéndose entre las niñas. Lo que en principio parece un juego de niños, inocente, se convierte en toda una pesadilla. Graciela intenta convencer a Fabiola de que es una bruja, y una vez persuadida esta, comienza a extorsionarla y aprovecharse de su candidez.

* Taboada sitúa la historia en oscuros, crípticos, y a veces bucólicos enclaves donde poder, de forma afilada y cruel, ir desarrollando su perverso cuento infantil, lleno de referencias a los cuentos de hadas y populares, pero con un tono del todo enfermizo.
Olvidémonos del terror yanki donde niños susurrantes parecen cincuentones amargados, Graciela y Fabiola se comportan con una naturalidad bestial, y exponen una extraña y malévola muestra de abuso escolar.
* Una de las cosas que me han encantado de esta película es el punto de vista que se adopta. Las niñas acaparan de forma tiránica cada secuencia que presenciamos. El resto de personajes son solo peleles que ni siquiera rellenan planos. Tan solo un par de veces se nos muestra el rostro de algún adulto, que salen, o de espaldas, o de cintura para abajo, exiliados de imagen. Esto hace que no haya lugar para interferencia ajena alguna en el venenoso universo infantil en que se nos quiere introducir. No se da cancha a los personajes que no son las niñas, esos enfoques por la espalda, decapitadores, o fuera de plano, nos centra en la nociva relación que se va estableciendo entre las pequeñas. Creo que también es un acierto muchos planos largos y secuencias donde se deja ver de lejos a las niñas enfrascadas en cualquier actividad: pescando, jugando, correteando... le da un toque más realista y natural a todo; también hace la historia más monstruosa.

* Ponerse en la piel de la pobre Fabiola es espantoso, sentir la angustia y pánico que la embarga ante la presencia de su “amiga”, de la que no puede escapar, una vez convencida del potencial de la otra para dañarla. No hay evasión posible, y ese sentimiento de impotencia y miedo es brutal. La tensión, una vez se cala la personalidad de Graciela, no da tregua, e incluso los momentos de infantil esparcimiento están nublados, porque la bruja puede sucumbir ante cualquiera de sus temibles caprichos, en los que su compañera de juegos siempre se verá complicada. Taboada nos introduce en esa dinámica atroz sin piedad alguna, llevándonos junto con Fabiola hasta la pura desesperación y agotamiento mental, y hasta un final escalofriante.

jueves, octubre 25, 2007

Un, dos, tres, al Escondite Inglés


Dir. Iván Zulueta
España 1969

España se presenta a un concurso musical internacional llevando a este una sosa y horripilante canción que tocará interpretar a algún grupo puntero de la época. Un grupo de jóvenes, cual grupo terrorista, se dedicará a impedir a toda costa que ninguno de sus ídolos se rebaje a interpretar tal aberración.








* Película irreverente, divertidísima, excéntrica, y arriesgada para la época, tanto por algunos de sus contenidos, como por su aspecto técnico. Toda una declaración de principios de un director que tardó diez años en ofrecernos su siguiente film: la demoledora “Arrebato”. Director, al igual que Ibáñez Serrador, con un potencial tremendo para hacer cine, pero de quien tenemos pocas muestras de su buen hacer.
Película ácida y psicodélica, pero también bastante amable y jocosa, lo que le facilitaría las cosas a la hora de eludir la tijera de la censura.
Es una comedia musical, cuya trama es bastante lineal (se rodó sin guión), pero con un ritmo tan vital, tan rica visualmente, y tan generosa a la hora de arrancarnos carcajadas, que uno ha de rendirse ante ella.
Entre chanza y chanza se cuelan nunca disimuladas críticas al régimen y a la censura, a las claras, sin medias tintas y con un lenguaje bastante manifiesto. Solo que mientras uno se ríe es difícil tomarse muy en serio las diatribas anti-sistema de unos jóvenes atolondrados.
Ya de entrada, la idea de la que parte la película es ingeniosa. A todos, o al menos eso debería pasar, se nos sube la bilis a la garganta cada vez que de refilón hemos de presenciar fragmento alguno de esos indeseables concursos musicales, llámese como se llamen. Parece que Zulueta convirtió su fastidio en film, y a partir de la “tonta” idea logró una cinta de entretenimiento puro, pero que no se queda ahí. Ni mucho menos.
Ya he mencionado la carga revulsiva “ideológica” de la película, que vuelvo a repetir, no cala hondo, pero algo es algo, y al menos es provocativa. Pero técnicamente es fabulosa. Se insertan montones de bienvenidas paranoias en enfoques, planos, movimientos de cámara, cromáticas. Escenas como la de Jose María Iñigo y su “doppelgänger”, la casa de los globitos multicolores venenosos, el deambular de una de las parejitas protagonistas por una casa en ruinas mientras un desaliñado cantautor entona “La Tarara”… Esta última escena crea, a mi modo de ver, un ambiente onírico increíble, hasta turbador, no fuera de tono respecto al resto de la película, porque esta está plagada de experimentos y ensayos.
El absurdo más conseguido, para partirse de risa, o plantease como se puede uno salirse por la tangente del relato sin que choque. Multitud de “fugas”, en todos los sentidos, magistralmente ensambladas y “gestionadas”, surrealismo, psicodelia, y un espíritu inquieto. De lo más fresco y vivificante.

miércoles, octubre 24, 2007

El Espíritu de la Colmena

Dir. Victor Erice
España 1973

* En el cine patrio que he visto hay unas pocas muestras, joyas, que me entusiasman, y una gran mayoría de películas que, si no detesto profundamente, me generan una irritante indiferencia. “El Espíritu de la Colmena” es para mi una de esas joyas perdidas en la filmografía nacional. ¿Qué hemos hecho, o dejado de hacer en nuestro país, para haber abandonado el espíritu que anima películas como esta? Da igual.

* De entrada, me ofrece esta película un par de las interpretaciones infantiles que, dado el tono de la película, más grata impresión me han causado. La naturalidad con que se desenvuelven Ana e Isabel (nombres de las protagonistas, en el celuloide y la vida real) en la frialdad y contención del film es impresionante, y muy de agradecer. En un cine, llamémosle “ligerito”, los papeles infantiles pueden permitirse cierto margen de despropósito, pues nunca desentonarán, porque nadie se fijará en ellos, y a nadie le importará, a no ser que sean estrepitosamente torpes. Pero cuando hay cualquier pretensión, cualquier “espíritu” intentando dar carácter a un film: con colmena o sin ella… cuidado con los niños. Pocas cintas he visto con ese afán de “séptimo ARTE”, donde el papel de los niños no desbarate todo, donde aporten algo y contribuyan realmente a la obra de un equipo volcado en una empresa (en hacer cine por cine): “¿Quién puede matar a un niño” de Ibáñez Serrador, “La Ciudad de los Niños Perdidos” de Jeunet, “Nadie Sabe” de Koreeda, o “Ni uno Menos” de Yimou. “El Espíritu de la Colmena” está entre ellas, e incluso yo la distinguiría antes que cualquiera de las anteriores.

* La película nos muestra un frío, árido y desolador panorama de posguerra. Parece que el arruinado paisaje castellano haya impreso su espíritu en una sociedad yerma. Estéril todo por la guerra, la dictadura y la derrota de cualquier elemento que pudiera suponer un revulsivo intelectual, cultural y social en un universo muy necesitado de ello. Pese a esto, la prístina y cegadora frigidez del paisaje donde se desarrolla la historia tiene algo de imponente y majestuoso; marchita y agostada, pero magnificencia al fin y al cabo. Nada parece poder arraigar en tal contexto, lo que hace que el distanciamiento que la pequeña Ana sufre respecto a los referentes que han marcado su corta vida sea mayor. Pues, empujada desde su micromundo familiar a tener que buscar un sentido fuera de este, chocará contra el rigor glacial del mundo que la rodea. Todo lo inquieto, vital y agitado que puebla ese desierto son algunos de los personajes, cual llamas siempre avivadas en medio del páramo. Creo que si no se logra conectar con esa vida y experiencia individual de los protagonistas, sobre todo de la pequeña Ana, que se va nutriendo de todo tipo de sensaciones y conflictos, la película puede suponer al desafortunado solo un muestrario de insípidas estampas costumbristas y de posguerra; aunque a mi personalmente el aspecto visual del film ya me parece muy atrayente.

* Con este panorama Ana empieza a despertar a la realidad y despojarse de su infancia. Quizá tiene aun una muy tierna edad como para que esas vivencias la transformen demasiado, pero es un primer contacto con ese mundo triste pero cierto que nos intentan ocultar de niños. Las experiencias que vive le van abriendo los ojos y el corazón. La asaltan cientos de preguntas, su carácter y sus valores se van forjando, y lo más importante, va siendo consciente de la realidad humana y social de su entorno. Se enfrenta por primera vez al absurdo, la injusticia y la impotencia. Algo franco la hace reaccionar ante ello y afirmar inicialmente determinadas posiciones, aun algo vagas, y de las que nada sabía, pero que desde ese momento la irán convirtiendo en persona, en adulto… una pena. Las inquietantes vivencias de la pequeña Ana la espolean y estimulan a plantearse cosas en las que nunca había reparado, además de provocarle multitud de sensaciones que son la vidilla de ese erial pintado por Erice. Preguntas, preguntas y más preguntas asaltan a Ana. Mentiras, mentiras y más mentiras es todo lo que recibe. Esto se dio siempre, pero ahora ella lo sabe. Está perdiendo todos los referentes que tenía para moverse y comportarse en un mundo que se ha vuelto ahora un angustioso y temible laberinto de contradicciones. Se le han caído dioses y mitos, todo lo asentado se hace añicos, y se encuentra sola y perdida, con el infame mundo que acaba de descubrir a un lado, y con esa vasta y yerma naturaleza (humana también) a otro. Ya no puede acudir a lo seguro porque empieza a paladear el sabor amargo de la hipocresía y se va colando en ella la desconfianza y el desconsuelo. No puede reprochar a nadie que le hayan pintado el mundo con falsedades.
Montones de escenas turbadoras: la bromita de Isabel haciéndose la muerta, la aventura de Ana con el fugitivo, la secuencia de la setita…

sábado, octubre 20, 2007

Historia del Último Crisantemo

Zangiku monogatari
Dir. Kenji Mizoguchi
Japón 1939

Kikunosuke es el ahijado y protegido de un afamado actor de teatro, de forma que nadie es capaz de hacerle ver su falta de aptitudes, y siempre recibe alabanzas. Cuando una criada se sincera con él, diciéndole que tiene talento pero lo malgasta, que podría llegar a ser un gran actor, pero que las alabanzas marchitarán su carrera, tal muestra de arrojo y franqueza pone la semilla del afecto entre ambos, afecto que se convertirá en amor, y que les traerá agrias consecuencias debido a las diferencias sociales entre ambos.


¡Que magnífica, triste y emotiva película! Sobre el amor, la devoción, el honor, y el sacrificio. Durante muchos años, la única película que había viso de Mizoguchi había sido la inmensa “Cuentos de la Luna Pálida de Agosto”. Vaya con lo que me había estado perdiendo. Pero lo bueno, si dosificado, mejor. Antes que “Historia del Último Crisantemo” vi “Los Músicos de Gion”, y me quedé con ganas de más Mizoguchi. La película que me ocupa ahora me ha causado una impresión como pocas en mucho tiempo, pero no menos me maravilló al día siguiente “A Story of Chikamatsu”.
Con lo poco que he podido ver de Mizoguchi, caigo en la cuenta de que es un retratista, refinado y minucioso, de la desgracia humana. Una desgracia que golpea ciegamente; que puede venir envuelta en diferentes ropajes; que puede verse venir, o golpear sin previo aviso; que igual derriba al de más baja ralea, que al de más alto rango, hiriendo tanto al desvalido, como al poderoso e “inalcanzable”. Es la gran protagonista de sus films: el infortunio que va asomando cabeza desde las primeras escenas y termina acaparándolo todo, tiñendo cada secuencia. Un infortunio raramente suavizado con bienintencionados y curativos momentos de felicidad. Poca cabida hay para la dicha cuando se afana uno en perfilar la adversidad. Parece que Mizoguchi prefiere presentar la fatalidad tal cual, sin fisuras y pujante. Pero la poca dicha que se cuela furtiva en el corazón de los personajes, por humilde que nos parezca entre tal cúmulo de sinsabores, es lo suficientemente rutilante para como para servir de consuelo, y sin cegar a nadie ante su situación, dar la entereza necesaria: nos agarramos a un clavo ardiendo. Si bien los esporádicos chispazos de desahogo contribuyen mayormente a dar colorido a la desgracia, y me refiero a diferentes formas de enfocarla y sentirla, por nosotros, no por los ofuscados personajes, y porque la desolación admite visiones, pero su naturaleza siempre es la misma, lo que hace que la historia no se nos eche encime cual indómita fiera es la calidad humana que a veces muestran los protagonistas; sobre todo, ella. Excepcional muestra de sacrificio, devoción y fuerza de voluntad, que da a la película una belleza inaudita, y la hacen conmovedora, sumando la fría belleza de las imágenes a la espiritual del personaje, aunque tales muestras de devoción al prójimo, mas que bellas, sean inquietantes. Esas actitudes y actos de afirmación de los sentimientos y valores es lo que contrarresta el oscuro relato que presenciamos. Las Erinias del infortunio asolando, lanzándose en picado continuamente sobre los protagonistas, intentando calar en sus almas, como se han adueñado de las de la mayoría de personajes. La total entereza de Otoku, que con resignación aguanta los envites de la desventura logra que su compañero, dotado de una menor fuerza interior, sucumba del todo. El inicial afecto que Otoku siente hacia Kikunosuke se va convirtiendo en amor, un amor rayano finalmente en la obsesión. Pues tal sacrificio por parte de ella, con el simple objeto de que el triunfe en su carrera de actor, viendo algunos de los desgarros que la relación sufre de vez en cuando a instancias de él, por mucho que su amor se acerque al final tímidamente al de ella, repito, tal sacrificio es incomprensible si no estamos ante un amor que deja de serlo para ser cuestión de mártires. Ella acaba siendo un instrumento al servicio de una meta ajena; ebria por la consecución del objetivo marcado, el cual da significado a su vida, aunque no revierta en ella, sino en otra persona. Se podría decir que estamos ante una historia de amor imposible, no por irrealizable, sino por incomprensible e inusitado, aunque se de más veces de lo normal, y de lo que debiera darse. La inclinación de Otoku supera con desmesura la que él siente, de tal manera, que es un amor unidireccional, dada las proporciones de los sentimientos de ella. No hay finalmente historia de amor que valga: tantos traspiés va pegando durante toda la película una posible reciprocidad… me repugna la actitud de Kikunosuke y su falta de convicción.
Film de un romanticismo desatado, que no llega a virulento por la equívoca placidez con que lo pinta Mizoguchi.