domingo, diciembre 14, 2008

The Man from Earth


Jerome Bixby's The Man from Earth
Dir. Richard Schenkman
EEUU 2007

Antes de su partida, un profesor universitario trasladado revela a sus amigos y compañeros un secreto guardado durante mucho tiempo: que lleva viviendo más de 14.000 años.





* Cojamos al grupo de personas más “laico”, escéptico, ilustrado, y racional, más inclinado al análisis feroz de todo hecho y argumento. Coloquémoslo en el ambiente adecuado: en un lugar apartado, umbrío, con la noche cerniéndose paulatinamente sobre el grupo, así como el frío; con un buen fuego, que ilumine solo rostros atentos, y un silencio que solo acoja voces trémulas, y aquella protagonista. Entonces, veremos como cualquier adulto, de madura y metódica psique, se convierte en un niño extasiado, maravillado ante la historia más asombrosa e increíble que tengamos a bien contar. Esto es una de las claves de esta fantástica película, que logra me sienta como sus personajes, absolutamente prendido por el discurso de su protagonista, y atrapado por la atmósfera que genera, y que se comparte con ese particular grupo de “niños” fascinados.

* La película logra, con unos recursos increíblemente modestos, imprimir sensaciones inefables y vertiginosas; solo a través del discurso, de la palabra, y de transmitir el propicio ambiente dentro del cual se “secuestra” a los personajes. Porque los personajes se encuentran así, “secuestrados”, por una historia fabulosa, de cuyo hechizo creyeron poder sustraerse en principio, pero que los va seduciendo poco a poco, y ante la cual se encontrarán irremediablemente rendidos; avergonzados algunos por haberse dejado prender como críos, por cuentos que han burlado su raciocinio. Y como ellos, se sentirá el espectador; como se podía sentir la gente de hace miles de años ante su chamán, oyendo los fantásticos relatos de este, creyendo sin dudar sus palabras, sobre mitos, dioses y héroes. De cómo “la palabra, con fuego entra”.

miércoles, diciembre 03, 2008

Goshu, el Violoncelista

Sero hiki no Gôshu.
Dir. Isao Takahata
Japón 1982



* Una mágica y emotiva historia sobre el poder de la música y de la naturaleza.

* Ya en el año 82 películas como esta manifestaban que la animación japonesa tenía mucho que aportar y contar, demostrando a veces, por no decir la mayoría de las veces, una mayor dedicación y esmero por sus historias, sus personajes, sus mensajes, o sus ambientaciones, que el resto del cine, en el resto del globo.

* Goshu es un violoncelista que ama la música, pero que toca en una orquesta cuyo director es tan exigente en cuanto a la ejecución técnica de sus músicos, que se siente presionado, de tal forma que las gratas sensaciones que Goshu vincula a la música quedan doblegadas ante los requerimientos de ser músico profesional. Un grupo de simpáticos animales le ayudarán a recuperar ese sentido y sentimiento musical, y a percibir el valor de la música a una nueva escala.

* Todo esto parece narrado con una innegable linealidad durante gran parte de la narración. La galería de animalitos que van pasando por casa de Goshu, no parecen, a priori, dar mucho juego en la historia, que reclama más nuestra atención en referencia a ese otro hilo narrativo, que es el de la situación de Goshu respecto a la orquesta y su director. Pero no deja de ser divertido el desfile de criaturas que acuden al “maestro” Goshu para disfrutar de su música y sus lecciones, aunque a Goshu no parezcan serle muy agradables las visitas. Poco a poco, veremos cómo, no solo están relacionadas ambas situaciones, sino la extrema belleza que finalmente cobrarán las dos.

* Takahata, en su línea, destila una innegable nostalgia por los ambientes rurales, los plácidos paisajes campestres. Nos muestra el conflicto entre el mundo urbanita y el rural, presentando este último como un refugio, dotado de una terapéutica magia que nos regenera y nos mantiene en equilibrio; y el primero como el que corrompe cualquier cosa pura que con él entra en contacto, como en este caso, la música, o al menos, la vivencia respecto a ella que tiene Goshu, nuestro protagonista. Son los animales, representantes de ese mundo apegado a la naturaleza, los que le hacen ver el verdadero valor de su arte.