lunes, septiembre 29, 2008

Miracle of Giving Fool


Ba:Bo
Dir. Jeong-kwon Kim
Corea del Sur 2008


Ji-ho retorna a Corea tras haber pasado años estudiando en Europa. El pueblecito donde pasó su infancia ya no es el mismo, como tampoco sus habitantes. Se habituará a él de la mano de dos figuras de su infancia, compañeros de clase: Sang-soo, el macarra del colegio, ahora gerente de un bar de alterne, y Seung-ryong, el tonto del pueblo, que trabaja en un puesto de sándwiches.




* Que buena mano tienen los coreanos para hacer lacrimógenos dramas; los hacen como quien improvisa silbando, y siempre tienen un carácter “marca de la casa”: busque, compare, y si encuentra algo mejor… también es coreano.

* La mayor parte del cine coreano tiene tal compostura visual, tal poderosa y enérgica fotografía, tal vidilla, que sus películas son de esas que siempre nos pueden salvar una tarde de domingo. “Quiero ver una película, pero quiero algo ameno y que se deje ver sin contemplaciones”; cierto que en dichos momentos no suelo acudir, como casi todo el mundo, a tontas comedias yankis, o al cine de acción. A mi en esos momentos de “quiero y no puedo” o “tengo que… pero no tengo ganas” me da por el anime, el cine épico… o el coreano. ¿Por qué? ¿Cualquier tipo de cine coreano? Pues si. Hagan lo que hagan estos asiáticos (terror, drama, comedia, acción…), siempre tiene su cine un vigor, una prestancia y un brío que te atrapa y atrae.
En “Miracle of Giving Fool” tenemos la sempiterna fórmula, que tan buen resultado da; que a unas malas resulta, como en este caso, un producto que quizá no sea una obra maestra, ante el que muchos dirán “que cosa más tonta”, que puede estar dentro de lo que para los coreanos sea cine “comercial”, pero que le da mil vueltas a nuestro cine “comercial”, y que a mi me hizo pasar un muy, muy buen rato.

* De nuevo la mezcla de géneros, que siempre llama la atención, y que tan bien queda; que a priori, como en la inusual mezcla de sabores de la cocina oriental, nos roba un “uy uy uy” de suspicacia, pero que al final nos encandila. “Miracle…” no tiene el fondo reflexivo de “Il Mare”, “My Sassy Girl”, “Oasis”, o “Christmas in August”, pero si su empaque, con lo que, si bien no vaya a pasar al olimpo del drama coreano (como las citadas), si deja un muy buen sabor de boca –a mi al menos me lo ha dejado-.

* “Miracle…” es un manso, tierno y sentimental dramita; con mucho humor, pero de lo más inocente; con escarceos románticos de parte de algunos de los personajes; ameno y apacible, pero sin olvidar los absurdos excesos que caracterizan los cómicos dramas coreanos.

* La película presenta a varios personajes en el bucólico ambiente de un invernal pueblecito. Dichos personajes, relacionados en mayor o menor medida con el de Seung-ryong (el tonto del pueblo), nos muestran cada uno su propia historia, relacionada o no con el protagonista, lo que nos ofrece varios relatos paralelos, que sin entrar en excesivo detalle, si que enriquecen el conjunto.


Respecto a los personajes pasa algo que me ha llamado la atención. Lo normal sería que el personaje de Ji-ho (la muchachita que introduce la película; que vuelve a Corea tras años de estancia en Europa) provocara con su regreso una serie de acontecimientos, dada su conexión con algunos personajes, que configurasen la historia narrada. Pero no es así. La inclusión de este personaje sirve de anclaje para retroceder en el tiempo y rememorar pasajes de la infancia de los protagonistas, explicando así las circunstancias actuales. Ji-ho tiene gran presencia en todo el film, es uno de los personajes “principales”, y pese a ello es “cascarilla” en el desarrollo de la historia, teniendo más peso cualquiera de los otros personajes. Es para mi la figura de Sang-soo la más interesante del film, por el personaje en si, la forma en que está construido, y por servir de conexión entre las diferentes historias.
Lo dicho: cándido drama de plácido ambiente. Lo he disfrutado.

sábado, septiembre 27, 2008

Mongol


Dir. Sergei Bodrov

Alemania / Kazajstán / Rusia



* “Mongol” no debiera ser considerada dentro de la oleada de cine “épico” que nos ha desbordado en los últimos años, quizá no se lo podría ni asignar tal calificativo, y por supuesto, aunque aconsejo a todo el mundo que la vea (porque a mi me ha gustado mucho; no hay mejor razón en mi recomendación), no esperéis encontrar un trepidante y grandilocuente espectáculo bélico ni de acción, o de artes marciales… En “Mongol” escasean las grandes batallas y las soflamas al ardor guerrero; el encomio de la figura heroica, del orgullo de raza, y del consumo de esteroides…



Si que hay acción, pero la película se acerca más al cine contemplativo oriental, que a sus corales muestras épicas, y se aleja totalmente del avasallador cine épico occidental, enérgico, excesivo y cargante.

Para empezar, uno podría acercarse a “Mongol” para ver como Gengis Khan, empalmando una enardecida batalla tras otra, se come Asia. No encontrará esto. Se diría que la película cuenta la gestación del héroe, abandonándolo una vez se convierte en Khan de todos los mongoles, pero tampoco, pues no lo presenta como tal, como héroe. La figura cuya vida nos narra es la de un habitante más de las estepas, a quien se le viene encima una labor que el mismo se impone. No es un elegido de los dioses, como tantos “héroes”, y la película se cuida mucho de marcar la diferencia.

Vemos a Temudgin (Gengis Khan) en comunión con la deidad, cumpliendo con sus deberes religiosos y de hombre espiritual, pero estableciendo una línea divisoria clara entre ello y los compromisos y necesidades terrenales, solo afrontables desde el plano humano. La película es mas “terrenal” que “espiritual”, por cuanto que todo el análisis de personalidad, carácter y condición, psicológico, del gran Khan mongol, se ciñe a lo meramente humano, sin filosofía gratuita, ni referencias celestiales, a lo sumo, conexiones con la tradición étnica. En relación a esto, aunque quizá me equivoque, veo alguna que otra analogía entre esta cinta y “Braveheart”, y algún que otro guiño (véase lo del amuleto, el hueso de cuervo blanco; la relación del Khan con su esposa…).

Temudgin representa la libertad, la nobleza, la integridad más que el honor, la dignidad más que el orgullo… no hay exaltación del valor ni la intrepidez, sino de la constancia, la sensatez. Temudgin quiere convertir a cada mongol en un buen mongol “aunque para esto deba matar a la mitad de ellos”, no ilustrarlos, sino ennoblecerlos. Parece que su cruzada se rige por el principio de establecer las condiciones en que esos “buenos mongoles” puedan vivir sin los trances y sufrimientos a los que él mismo ha estado expuesto. Muy significativo es el retrato de cómo el Khan se relaciona con sus tropas y el resto de la comunidad, sean o no mongoles, y de la confrontación con su “hermano”.

Uno de los puntos fuertes de la película es el análisis de caracteres de los personajes, escasitos los principales, pero configurados de la forma más interesante.


* Película dedicada, como otras, a dar una visión diferente -sino más realista, si más digna, según conviene- de figuras históricas denostadas en occidente (Gengis Khan, Atila, Vlad Tepes…), con un estilo contemplativo, un ritmo muy contenido (tranquilos, que también hay algo de acción y hemoglobina), y un atractivo aparato visual y paisajístico que nos sitúa al personaje en su contexto.



* De gran importancia es la historia de amor entre Temudgin y su compañera, pues ilustra enormemente sobre la psique y el carácter del Khan, y de su pareja. Es curioso que, si en la película hay algún héroe, es sin duda Borte (esposa del Khan), por fortaleza, constancia, por no flaquear en su disposición de servir a Temudgin, pero como persona, no como Khan. Respecto a esta relación, la historia de los hijos de Borte, y la imperturbabilidad que supone en el amor entre ambos personajes, es algo digno de reflexión. Especular sobre los personajes y sus relaciones es una gozada en esta película, y quizá su principal virtud, entre las muchas que tiene.