martes, febrero 27, 2007

Qiu Ju, Una Mujer China


Qiu Ju da guan si
Dir. Zhang Yimou
China / Hong Kong 1992


Qiu Ju, tras la agresión que sufre su marido por parte del alcalde de su pueblo, comienza a acudir a las autoridades en busca de justicia. Como las resoluciones de dichas autoridades no se ajustan a su concepción de justicia, y el alcalde no esta tampoco dispuesto a ceder, Qiu Ju se dirige cada vez a estamentos superiores, llevándole su insistencia a recorrer casi todo el país.

* Otro impresionante homenaje de Yimou a la mujer china como motor social y transformador, como detentadora de valores, y como pilar básico del futuro de su país. Aquí no tenemos a la Gong Li “al borde de un ataque de nervios” de “La Linterna Roja” o “Semilla de Crisantemo”, sino más bien a la heroína que Yimou, por ejemplo, presentaba en “Ni Uno Menos”; la mujer enfrascada en una misión o gesta personal.
De hecho, en otros aspectos, “Qiu Ju” también me ha recordado a “Ni Uno Menos”. Ambas, no solo comparten la denodada lucha de sus protagonistas, sino también la sencillez de la propuesta, y la falta de obsesión ornamental característica de otras películas de Yimou. En ambas películas, las protagonistas, intentando en principio resolver un problema personal, que parece ceñirse al ámbito del interés privado, acaban, sin proponérselo, poniendo su granito de arena a la transformación de los problemas de su país, y a su transformación social, luchando por erradicar uno de tantos males incrustados en la dinámica social, política o económica de su tierra. Mientras, la gran mayoría del resto de personajes se complacen, pasivos y conformistas, con la situación y condiciones establecidas, desentendiéndose, por pereza, orgullo, miedo, o cualquier otra pobre causa, de la labor de aquellos que, a su manera, con sus actos y actitudes, suponen un revulsivo.

* En “Qiu Ju”, Yimou inserta a sus personajes en contextos sencillos y humanos, con muchas escenas filmadas entre el ajetreo y la actividad de las ciudades y pueblos chinos, cosa que me ha encantado. Aparte de mostrarte ciertos aspectos del día a día de ese país, consigue de esta forma dar mayor envergadura a la figura de su protagonista, que lleva su tenacidad y fuerza de voluntad a través de la cotidianeidad de su pueblo, y no a través de deslumbrantes decorados que propicien una visión heroica del personaje. Pero es que la odisea de Qiu Ju es casi épica, luchando con constancia y una apabullante serenidad contra todo un sinfín de obstáculos que van surgiendo en su camino, de parte de las autoridades, de su familia, de su desconocimiento de la vida urbana y moderna,… ¡Y se lanza a tal gesta porque su alcalde ha propinado una patada en sus partes a su marido! Dicho así puede parecer chistoso, pero cuando la cuestión se convierte en asunto de honor, orgullo y justicia, es increíble ver como la protagonista parece ser la única persona del mundo que, ignorando el camino fácil, que al final siempre es el más vil e inútil, siendo la indiferencia, el olvido, y la falsa reconciliación, sigue defendiendo sus ideales y su concepto de justicia, dispuesta a llevar su lucha hasta las últimas consecuencias, y apelando siempre a los estamentos establecidos y lícitos, sin tomarse la justicia por su mano, a lo que muchos recurrirían, pese a que dichos estamentos no parecen estar muy por la labor de ejercer una verdadera justicia, aquejados de un mal generalizado. Es alucinante ver a su personaje, embarazada y torpona, recorriendo todo ese inmenso país, enfrentándose a unas gentes y una realidad alejadas de las de su pueblecito, y afrontando con firmeza y un temple asombroso todos los obstáculos con que se topa.


* Un personaje impresionante y una historia insólitamente hermosa, conmovedora y épica.

sábado, febrero 17, 2007

The Cement Garden

Dir. Andrew Birkin
Reino Unido / Francia / Alemania 1993







En un suburbio londinense cuatro hermanos quedan huérfanos. Ante el temor de ser separados por esta condición, deciden ocultar el cuerpo de su madre en el sótano, e intentar recomponer la familia y el hogar, tarea difícil y escabrosa en manos de unos niños y adolescentes.




* La película puede parecer perversa, sórdida y malsana. Mucha gente habrá a la que le resulte desagradable y poco grata, pero la situación de los protagonistas es la del animal herido que se revuelve en busca de la postura menos dolorosa, y retratar esto con delicadeza es difícil, y no hay porque hacerlo así. Pese a ser una historia que, para muchos, podrá ser de todo menos reconfortante, la forma en que se repliega el mundo de los protagonistas, aún inmaduro y en desarrollo, tras el golpe letal que sufre, no deja de ser fascinante, y la realidad que va configurándose es extrañamente bella e hipnótica.


* La película impacta desde el primer momento, cargando contra nosotros con un panorama gris, desolador y opresivo. El mundo que rodea a la familia se cae a pedazos, enfermo, y la propia familia parece estar contagiándose de la extraña enfermedad degenerativa que afecta a su entorno, física y psicológicamente. Parece que esta gente se pase el día mascando polvo, cegados por el gris ceniciento que les rodea, trastabillando entre escombros; pues todo lo que les rodea son ruinas, obras, escombros,… El triste jardín que el padre se empeña en plantar delante de la casa no resta un ápice de aspereza al conjunto.
Cuando la enfermedad del entorno se cuela impetuosa en su hogar, intentando arruinarlo, como arruinado está todo alrededor, los niños son los que arremeten contra la realidad que ha venido a usurparles su vida. Intenta sobrevivir como buenamente pueden, y mantener una suerte de equilibrio. Han perdido a sus padres, victimas de un mal insospechado, y ahora ellos deben sostener la familia, el hogar, solo que su concepción de continuidad y cohesión está deformada, no ha tenido tiempo de madurar por cauces normales, y sus esfuerzos resultan desadaptativos y patológicos. De entrada está el hecho de enterrar a su madre en el sótano, por miedo a que, al ser huérfanos, los separen. Y están las respuestas de cada uno de ellos: el pequeño, que se viste de mujer y juega a las casitas con un amigo, simulando ser sus padres o sus hermanos mayores, además de empeñarse en comportarse como un bebe, en un intento de disipar la devastadora realidad de la muerte de su madre; Sue, que baja al sótano para, junto al improvisado ataúd de su madre, comunicarse con esta a través de su diario; y Julie (una sensacional y joven Charlotte Gainsbourg), que busca una salida a la disgregación familiar fuera del hogar, pero a la espera de que su hermano mayor ponga de su parte, y todo pueda quedar en familia.




* Es realmente perturbador observar el absolutamente retorcido proceso madurativo que sufre Jack desde la muerte de su madre, y como este era el único elemento que faltaba para rubricar el particular nuevo estatus. Como a esa maduración ayuda el libro que Jack no suelta en toda la película es una idea que me ha gustado: como el libro le ayuda a plantearse cosas, mas que impulsarlo a nada.
La película consigue por intrincados e insondables vericuetos dar la sensación de que la unidad y el equilibrio que los protagonistas acaban consiguiendo es del todo coherente y lícito, hermoso en su sustancial desviación y en el hipnótico e irreal mundo que acaban forjando. Da la sensación de que los protagonistas hayan sido sentenciados, exiliados a una suerte de purgatorio donde quedan relegadas las normas y convenciones de nuestro mundo, donde bien está lo que bien acaba, y donde los condenados y penitentes pueden buscar su felicidad donde buenamente la hallen. La película crea el mundo perfecto para tolerar la desviación, no siendo apta para melindrosos.

viernes, febrero 16, 2007

One Fine Spring Day


Bomnaleun Ganda
Dir. Jin-ho Hur
Corea del Sur / Hong Kong / Japón 2001

Sang-woo y Eun-su se han conocido a través de su trabajo. Inician una relación amorosa que parece hacer felices a ambos, pero, aunque esto sea así, los planes y aspiraciones de cada uno no parecen encajar con los del otro.





* Llegué a “One Fine Spring Day” tras ver “Christmas in August”, de su mismo director y más conocida que esta. La segunda parece haberse colado entre los clásicos del nuevo cine romántico coreano, pero a mí personalmente, me gusta más “One Fine Spring Day”. Su planteamiento es sencillo. Historias sobre relaciones amorosas que se van al traste las hemos visto a miles, de forma que estas historias suelen ser sazonadas con todo tipo de vituallas (algunas risas, lágrimas, giros inesperados, algún desnudillo,…) para que el resultado no quede muy soso. Pero la verdad es que con un poco de comprensión hacia los personajes a los que intentamos dotar de vida, catarsis, sensibilidad, y nutriendo nuestro trabajo de lo que la vida en si nos ofrece, no hay porque romperse la cabeza, la vista puesta en el recreo del potencial espectador, intentando arrebatar a la cotidianeidad nuestra historia y nuestros personajes. ¿Qué mejor que lo universal para conectar con el espectador? A unos se les va la mano desuniversalizando; otros vulgarizan y envilecen, y se les nota la desgana; y a otros, como Jin-ho Hur, se les nota la preocupación por lo que hacen.

* Quitando la historia de la abuela del protagonista, ejemplo amplificado de la situación que actualmente vive su nieto, en la película no hay más que contar que la relación de los protagonistas. Lo que me ha impresionado es la forma tan precisa de exponerla. El curso que sigue la relación está expuesto como si fuese una galería de nítidos cuadros, donde vemos sucederse las diferentes etapas y sub-etapas del proceso. Por una parte, el aspecto visual, vivaz y enérgico, ayuda a ver la película como sucesión de cuadros, de precisas y certeras miradas situacionales respecto a la relación. Por otra parte su ritmo pausado y sereno nos da una sensación de continuidad y flujo. Sea como sea, la película, sencilla y elegante, me parece un engranaje perfecto de pasajes, como ir de viaje en un tren: ninguna de las vistas o paisajes sobra, y cada parada o estación nos indica una etapa del camino, y un punto de inflexión. Cada escena e imagen tiene una misión y la cumple con rigor al servicio de la historia.
Se nos exponen todos los pormenores de la relación: conocimiento, acercamiento, aceptación, consumación, distanciamiento, ruptura y resignación, de manera perfecta. Es increíble que se exponga con tal precisión todo este proceso en 105 minutos, y no en 3-4 horas.

* Aparte de esta obra de ingeniería, la sensibilidad con que se trata la historia y los personajes me parece también ejemplar, sobre todo el personaje de Sang-woo, que es el que se lleva la peor parte.

* En una atmósfera plácida se nos presenta un amor en apariencia desinteresado, entre dos almas puras y candorosas. Un amor recíproco e ideal que parece hecho a medida, pues parecen estar hechos el uno para el otro, por muy tonto que suene. Amor que fluye inundando de efluvios el micromundo de los protagonistas, donde estos parecen estar flotando. Pero el menor movimiento brusco en esa primorosa danza que los mantiene en éxtasis viene a romper el espejismo, pues el etéreo y palpitante mundo henchido de amor que cree vivir Sang-woo no es más que eso, un espejismo.
A veces el comportamiento de quienes nos rodean es equívoco, y Sang-woo cometió el desliz de atribuir a Eun-su los mismos sentimientos que lo embargaban a él. El reconocimiento del error y la realidad es salvajemente demoledor, carga despiadadamente contra ese mundo ilusorio y deja al descubierto, disipados los vapores del amor, aspectos de la relación no tan puros y seráficos.
La volubilidad de las inclinaciones de Eun-su es lo de menos. Enseñará a Sang-woo a no ser tan cándido, le ahorrará sinsabores, pero también le privará de los placeres celestiales de la ilusión; puede dotarle de una nueva madurez, pero también convertirlo en un ser agazapado y a la defensiva que deje pasar oportunidades de ser feliz. Lo que me ha gustado es que la distancia que se va interponiendo entre los protagonistas no se expande fruto tan solo de la labor del tiempo y del desinterés de Eun-su, sino que se expresa a través de la transformación que esta última va sufriendo, en todos los aspectos, a ojos de un estremecido Sang-woo. A raíz de esto tenemos un montón de escenas realmente fabulosas, que además nos muestran esa otra cara de un amor que en principio nos pareció tan límpido. Del lado de Eun-su ese amor era capricho puntual, y del lado de Sang-woo era un sentimiento posesivo y sustentado en la necesidad y la dependencia. Sang-woo cree haber encontrado una criatura como él, y que como él, necesita ligarse a otra persona, sin la cual está desvalida (“me debe amar porque es débil, y a mi me viene que ni pintado”). Lo que ocurre es que las apariencias engañan.
Poco después de la ruptura Sang-woo ve como Eun-su ya no parece ella misma. Parece más independiente y desenvuelta, no está igual ni en su comportamiento ni en su apariencia externa. Ya no es la chica que le necesitaba, y eso lo abruma. El amor independiente que se hace dueño del espacio entre dos seres se va esfumando, dejando paso a uno basado en la incubación de dependencias. La escena en que Sang-woo ve como Eun-su ha aprendido a conducir y tiene coche propio es una sentencia en toda regla. Ruindad. El amor disipado de Eun-su y el posesivo y aprensivo de Sang-woo parecen igual de viles. La escena final me parece sublime; uno siente que algo verdaderamente se desgarra.

domingo, febrero 11, 2007

Camille Claudel


Camille Claudel
Dir. Bruno Nuytten
Francia 1988

La joven escultora Camille Claudel cree que podrá aprender del arte de Rodin, y este cree poder atrapar el secreto de la inspiración del de Camille. La fascinación les llevará a un amor que se quebrará ante la imposibilidad de una comunión artística entre ambos.




* ¿Cómo puede Isabelle Adjani no acabar realmente loca cada vez que interpreta uno de estos papeles? Un enigma fascinante. Todo en la película es formalmente perfecto: interpretaciones, ambientación, narración… pero todo queda en suspenso, como a la expectativa, cada vez que esta mujer hace el menor movimiento, dejando su impronta en todo. Su Camille Claudel tiene tal presencia que absorbe la vida del film, el cual se extingue con ella.

* Se nos habla del amor que es adoración; que busca el ideal de la perfección y la complementariedad; que no es atracción, sino deslumbramiento, y que como el fuego, cautiva, quema, y consume. ¿Qué atrae a Rodin de Camille? El ya no esculpe, dirije. Otros trabajan para él, y él solo apuntilla y firma. Tiene enfoque, pero ha perdido el contacto con la creación pura. Cree que por el camino al flamante éxito y al total reconocimiento que disfruta en la actualidad, estancado e indolente, perdió algo. Que eligió el camino del éxito y no el de la creación genuina, y que ya no hay marcha atrás. Por eso se dedica a descoyuntar modelos, en la creencia de que en la postura más incomoda y el movimiento más forzado debe encontrarse indiscutiblemente la inspiración o el secreto del arte, el cual tuvo en su juventud a tres palmos de la cara, y que se fue alejando sin remedio. “La inspiración no existe”. Pero conoce a Camille. “¿Qué tiene ella que yo he perdido?”. Una joven escultora, que en días pésimos se cuela en las obras de Paris para acarrear barro con el que crear sus obras; que se ensucia, y que en mitad de su trabajo parece una mujer dando a luz. Siente lo que esconde cada material, y siente la necesidad de dotarlo de vida. Sabe que más conocimientos le darán mayor posibilidad de dar rienda suelta a su arte, de extraer vida a lo inerte, y cree que esos conocimientos bien pueden venir del maestro Rodin. Ambos se encuentran y enamoran, creyendo que aprenderán el uno del otro. Pero no es así. Camille es la inspiración de Rodin, y este es el ideal de Camille; ambas cosas inasible para ambos. Pueden poseer al otro, crear un vínculo emocional, e incluso dependencia, pero lo que realmente van buscando en el otro no lo encontrarán. Su vínculo traba la visión creadora de ambos, y más la de ella. Rodin acaba explotando la vena creativa de Camille, proyectándola en sus trabajos pero sin imbuirse de ella. Cuando Camille ve en esta situación un obstáculo a su total expansividad artística intenta reemprender su camino, retomar su propia y personal creación, pero su visión estará empañada por su vida reciente. El desengaño se aliará a la pesadumbre para enturbiar la sensibilidad de Camille. Acosada por la sensación de haberse perdido, se irá extraviando cada vez más en si misma y perdiendo la cordura.

* Las escenas de los artistas en comunión con la materia prima, proyectando casi en trance aquello que esta puede llegar a ser; inspirados por un puñado de barro o un trozo de piedra, insuflándoles vida por imposición de manos para que la piedra se levante con la forma que fijaron en mente... son todas buenísimas. Y la recta final es de una excelsa y macabra belleza, con una Adjani inquietante dando la impresión de ser realmente un animal extraviado. Los diálogos entre ella y Depardieu son magníficos, así como la forma de retratar la relación que Camille mantiene con su familia.


* Un poderoso drama sentimental, que nos da una bella visión del amor ofuscado por la fascinación, y de cómo este se rebaja ante la proyección creadora del artista; proyección e inquietud que no se pueden frenar, si desviar, aunque sea para perdición del creador.

Barking Dogs Never Bite

Barking Dogs Never Bite
Flandersui Gae
Dir. Joon-ho Bong
Corea del Sur 2000

Yun-ju, cansado de los interminables e irritantes ladridos de un perro de la vecindad, desesperado, decide tomar una drástica decisión y deshacerse del maldito perro.
Tras buscar por todos lados, cree haber dado con el bichejo que no le da un momento de paz. Cuando cree que ha solucionado el problema, descubre que ha cometido un error. Intentando arreglar la situación la irá complicando cada vez más, implicando a más gente, y cobrando todo por momentos un cariz más espinoso.

* “Barking Dogs Never Bite” es una comedia descabellada pero con un fondo dramático y de crítica social brutal. La película inserta un sinfín de situaciones cómicas al máximo absurdas en un contexto donde se nos expone algunas de las realidades más negativas de la sociedad actual, así como el lado más egoísta y rastrero del ser humano.
Habrá quien cegado por el despliegue cómico del film no vislumbre su fondo social, pero, bueno, dados los quilates que tiene la película como simple comedia, es totalmente disfrutable tal cual. El que otee en la lejanía el trasfondo oculto tras tanta socarronería, se deleitará aún más con una forma de hacer cine a la que no estamos acostumbrados.

* El drama social convencional es bastante bien digerible por el espectador. Su asimilación es fácil, dado que la mayoría de las veces estas películas se adaptan a patrones narrativos lineales y trillados que hacen los films del todo previsibles: conocemos el mensaje y como nos lo van a endilgar. Nos sumen desde el principio en un estado propicio y nos lanzan el discurso de manera que se adapte totalmente a nuestras expectativas; pero un mensaje que no violenta (no basta con conmover) es estéril.
Esta película opta por el sistema contrario: se presenta como comedia absurda, nos sumerge en situaciones embrolladas cargadas de hilarantes escenas de rocambolesco desarrollo y chocantes desenlaces, nos busca las cosquillas de forma endiablada y nos las encuentra. Todo lo que anticipamos es más algazara. Así la película nos pilla a algunos in fraganti. Cuando no puedes parar de reír, cuando estás convencido de que todo tiene gracia (y que caray, la tiene; es inquietante pero la tiene), y de que esa es la pretensión de la película… ¡Zas! A algunos se les enciende la bombillita y caen en la cuenta de que llevan un rato riéndose de la desgracia, la injusticia, y de situaciones demoledoramente tristes, que la película realmente no presenta de forma tan jocosa como parecía; lo que pasa es que nos hemos confiado y cogido carrerilla.
La película a adornado con lazos de un humor desenfrenado partes oscuras y grises de la sociedad y el comportamiento humano para violentar al espectador que pisa la trampa, aunque, aviso, no deje de pasárselo pipa. Te violenta lo que ves, e incomoda disfrutar como un enano con ello, sin perder la conciencia de lo deplorable que es aquello que desfila ante ti. Ese contraste, si el espectador lo percibe, juega a favor del elemento dramático y crítico, que cobra envergadura y notoriedad, pese a que resulta puntual, y sin perjuicio del divertimento. Esto es lo impactante del film: el perfecto engranaje de elementos dispares; que no resulte indigesto.

* Bajo el desbordante humor negrísimo del film se mueven unos personajes que, por muy simpáticos que nos parezcan, se comportan de forma egoísta e irresponsable, de forma totalmente inconsciente. Muchos de ellos tienen aspiraciones, sueños, que pasan por marchar triunfalmente sobre lo poco que tienen los demás. Lo harán indeliberada o deliberadamente, pero esto no le resta egoísmo al asunto, pues se hace sin juzgar el precio ajeno a pagar por nuestros actos, a quien afectan, y sin valorar la verdadera importancia que tienen.
Embarazadas despedidas de su empleo, sobornos para medrar laboralmente, ancianos abandonados, desgraciados que pagan las culpas de los demás, personas que se aprovechan del estupor, cuando no de la muerte de otros, una juventud sin verdaderas aspiraciones ni sueños, la bondad relegada y sancionada… todo un desfile de lo más triste, pero a lomos de un humor de pura raza, incansable, desbordado, exultante. Iluminada mixtura.

* Pese a todo lo anterior la película es divertidísima, y como siempre, Du-na Bae vuelve a encandilarme; un encanto.

miércoles, febrero 07, 2007

Time


Time
Shi gan
Dir. Kim Ki-Duk

Japón / Corea del Sur 2006

Seh-hee siente unos celos que la corroen. Cree ver adversarias en toda mujer que se acerca a Ji-woo, y cree que este ya no la ama. Tal es su obsesión que decide cambiar de apariencia e identidad y reconquistar a aquel a quien ama.

* Lo que no se le puede negar a Kim Ki-Duk, para muchos un genio, aborrecido por otros tantos, es que elabora su cine de una forma personalísima, y que sus películas están cargadas de elementos significativos e identificativos que las hacen del todo reconocibles. Cuando se hace cine con franqueza, valentía, y en virtud a las propias inquietudes, nada puede ser del todo malo, y todo es solo mensurable por su autor.

* En Time Kim Ki-Duk pone tierra de por medio en algunos aspectos en relación a películas anteriores, pero sigue siendo una muestra de cine visceral y exaltado, de un preciosismo sui-generis, y que parece hecho a base de golpes de inspiración, como si el resultado final fuese fruto de un acuerdo entre lo que al director le pedía el cuerpo y lo que le pedía su propia película. Con “Time” consigue lo que ya logró con “Hierro 3”: no darme un momento de respiro.

* Por un lado, visualmente el film es un arma de repetición que me deja clavado al asiento. La imagen es realmente poderosa, tiene un colorido y vigor sensacional lejos de lo extinguido de anteriores películas. Resulta todo mucho más vívido que en otras ocasiones, lo que unido a la profusión de diálogos (esta vez los protagonistas hablan por los codos), a lo enérgico de todo el desarrollo de la historia, y al hecho de que esta vez los personajes no se corten ni un pelo a la hora de exteriorizar lo que llevan dentro, hace de “Time” uno de los trabajos con más fuerza de este director.

* Kim Ki-Duk vuelve a recurrir a la belleza encerrada en lo escatológico y grotesco, en lo equívoco y patológico, para convertir su película en un poema visual, de musicalidad extraída a lo malsano. Una herida entonando un aria. Señalar también que la música elegida para acompañar la película es de las más acertadas que le he oído.

* El resto de aspectos de la película me han parecido tan atractivos como el visual.
“Time” lanza continuamente llamadas de atención a la reflexión, pues pone sobre la mesa un conjunto de ideas y planteamientos abiertos a los que el espectador debería dedicar un par de neuronas. No es que yo lleve unos días buscándole el sentido a la vida, ni que el film sea una aventura existencial, ni mucho menos, pero si que deja caer algunas ideas sobre varios temas (la identidad, el amor, la soledad, el sexo, las apariencias,…) sobre los que no está de más, de vez en cuando, echar una mirada, y si es para desentrañar un buen film junto con sus personajes, mejor que mejor.

* También destacaría de “Time”, y que no he percibido en otros films, que personajes con un tratamiento ínfimo en la historia, a los que se dedican escasas escenas, cobran una dimensión tremenda y acaban impactando de verdad, sea cual sea el papel que jueguen en la trama. Personajes que, para 5 minutos que se les dedica, brindan unas cuantas escenas magníficas y unas cuantas ideas a las que atender. Me refiero al cirujano, personaje que me ha gustado mucho, y el de una de las citas a ciegas del protagonista (no recuerdo el nombre de la chica, me refiero a la escena en que el protagonista está con dos amigos y tres chicas jugando en unos baños), que nos regala una escena genial (la de la despedida), y del cual se podría hacer una película para él solo. Ambos plantean ciertas reflexiones sobre la belleza, los complejos, incluso la dignidad, y es increíble que en pocas escenas tengan tal presencia que acaparen el protagonismo. Una pena que no se les preste más atención, y que no tengan un papel más substancial en la película.

* En cuanto a los protagonistas, cierto que su comportamiento y sus reacciones son exageradas y del todo desmedidas, pero no mucho más que en otros personajes de este director. Creo que el desarrollo de los acontecimientos, y con él, el de los personajes, con todo y su sugestiva desmesura, sigue el curso normal derivado de la fundamental y desafortunada decisión que al principio toma la protagonista. Quizá parezca todo un tanto forzado, pero esta es la dinámica de Kim Ki-Duk, y a ella su prestan sus personajes.

* Otra cosa que consigue el director, esta vez sí, es dotar de personalidad algunos espacios. Mientras en otras películas los espacios protagonistas no acababan de decirme nada, en “Time” hay dos que si quedan impregnados de personalidad y jugando un papel importantísimo para la historia y para generar climas emocionales: el parque de las esculturas y la cafetería que los protagonistas frecuentan. Ambos lugares se convierten en parte fundamental de los personajes y de su relación, lo único que permanece inmutable mientras ellos se transforman y su relación declina, provocando tensión a ambos lados de la pantalla cada vez que volvemos a ellos. Esos espacios son lo único tangible y real del pasado de los personajes, lo único de su pasado que se perpetúa y sigue protagonizando sus vidas, pese a que estas cambien. Las escenas del parque son bellísimas, y aquella en que están encaramados a una de las esculturas, aislados a causa de que ha subido la marea, es totalmente genial: el parque los enfrenta sin posibilidad de escape, aliado con la marea que no es sino su pasado.

* Respecto a la historia, me encanta la idea de Seh-hee o See-hee enfrentada a sí misma, escindida y vapuleada siempre desde su otro “yo”; por no mencionar el vapuleo que supone para Ji-woo. Seh-hee cree que debe ofrecerle algo nuevo a su pareja para preservar su amor, y toma una decisión drástica y extremadamente arriesgada: desaparecer, cambiar de rostro e identidad, y volver para enamorar a Ji-woo, porque al parecer ella lo ama a él, pero él no a ella, igual que ella parece no amarse a sí misma. Es el riesgo de la total proyección en el objeto amado, pues si este se desliga de nosotros, se aleja, nos quedamos como tristes carcasas desposeídas de todo, porque nuestra vida interior se ha ido desarrollando ligada a alguien, o en esa persona. Pero cuando Seh-hee vuelve, ahora See-hee, y consigue atraer a Ji-woo de nuevo, Seh-hee, su antiguo “yo” vuelve desde lo más hondo de su ser para reclamar lo que le pertenece. Ella se ha esforzado por ser otra persona, a la que él pueda amar, con ese único objetivo, pero no deja de ser quien es, y las atenciones que a Seh-hee presta Ji-woo le parecen una traición hacia ella misma; siente celos de sí misma, sin saber de cual de las dos. Así, para comprobar si el amor que sentía por ella Ji-woo era sincero rescata a See-hee, la hace reaparecer, dar muestras de que sigue cerca, rescatando el recuerdo y avivando la nostalgia que Ji-woo siente por su ex-pareja. Pero ahora esto lo distancia de ella, de su nuevo “yo”, de Seh-hee, echando por tierra el sacrificio que ha hecho. Aplaca sus celos, pero a él lo distancia.
See-hee no solo lo amaba a él, amaba lo que había entre ellos. Se ha lanzado a un viaje sin retorno. Ahora debe elegir entre olvidarse de si misma, hacerle olvidar a él, y vivir con él y su supuesta traición y sus celos; olvidarse de él, imposible porque ella no es sino él; o confesar, para lo cual parece ser demasiado tarde dado lo complicada que se ha vuelto la situación. La escena de la máscara es impresionante, así como toda la recta final del film.

* De mis favoritas de Kim Ki-Duk (y quizá mi favorita). Hay que rumiarla para quitarse la sensación de inconsistencia que suele dejar el cine de este hombre.