lunes, octubre 02, 2006

La Chinoise

Dir. Jean-Luc Godard
Francia 1967



Cuatro jóvenes franceses que comparten piso a finales de los sesenta intentan conformar una célula de acción política de corte marxista-leninista. Convertirán el piso en sede de esta unidad política autónoma, y desde él llevarán a cabo sus actividades. Unas cámaras de televisión se introducirán en el piso para llevar a cabo un supuesto reportaje, y se nos irá narrando la evolución de dicha célula y de sus miembros, además de ofrecer un documento sobre la inquietud política del momento.




* He de decir que Godard me gusta por momentos. Su estilo es francamente interesante, pero la forma de desarrollar sus crónicas y planteamientos, en las pocas películas suyas que he visto, vapulea de tal forma la narración, que cuando menos sus películas se hacen enojosas. En La Chinoise no abandona su estilo, y en cambio, esta vez, toda la parafernalia, la teatralidad, las transiciones bruscas, los incisos gratuitos, y las copiosas divagaciones de los personajes, se incorporan a la película de forma que la dotan de un atractivo dinamismo que mantiene el interés de la propuesta durante todo su metraje.


* La película es una ficción total, de discurso aparatoso y estridente, pero planteada a modo de documental. Nos da una visión sui géneris de parte de esa juventud de inquietudes socio-políticas que contribuyó a crear el ambiente donde se gestó el mayo del 68. Con un discurso a veces poético, pero las más de las veces expeditivo y diligente, articulado a base de, a mi parecer, magníficos diálogos y soliloquios, vemos a los protagonistas maniobrar en una vorágine de análisis ideológicos, políticos, sociales, y culturales; análisis que digeridos y esgrimidos de una u otra forma, van dictando la evolución del aparato ideológico que los jóvenes han integrado en su célula comunista. Esta evolución ideológica y de actitudes de los miembros del grupo y de la célula en sí, supone la narración, pero esta resulta tan pródiga en disertaciones ideológicas, impulsivos “entreactos”, y chocantes incisos de difícil ubicación, que es complicado hablar de un pulso narrativo. Más bien yo hablaría de pulso discursivo. Este, pese a lo atropellado, es sólido y atrapa del espectador. A mi al menos me engancha esta película, y eso que el arrebato con que Godard acomete sus planteamientos, arremetiendo con cualquier recurso que se le pasa por mente para articular su relato, resulta bastante impetuoso y antojadizo. Da la sensación de que toda la película esté en la cuerda floja, a punto de venirse a bajo debido a lo arriesgado del planteamiento; sin embargo, mantiene la lucidez hasta el final, así como su personal cohesión.



* En cuanto a la disertación política y social que conlleva el film, yo no veo un exaltado mensaje político explícito. Si que es evidente cierto discurso ideológico un poco sesgado, pero me resulta más interesante la reflexión a que mueve (siempre que se enganche uno), respecto al brío con que nos lanzamos sobre las ideologías políticas; la forma de digerir planteamientos y análisis puramente teóricos; el poder absorbente, y a veces ofuscador, de la implicación ideológica. No deja de ser un retrato de la juventud de una época; retrato difícilmente abordable desde otra perspectiva ideológica que aquella por la que opta Godard.

* En otro orden de cosas, los actores están soberbios. Para ser una película tan osada e insólita, son muy naturales y actúan con un desparpajo asombroso; quizá casi se representasen a ellos mismos: jóvenes de la época intentando plasmar esta.

* Una propuesta traviesa y desafiante, dificil de asir, que propone, además del reto fílmico, una especulación ideológica, política y social sobre una época. Una película donde el estilillo y discurso de Godard se hace atrayente, y no solo curioso. Con unas actuaciones geniales. Esta película resultará de lo más árida para la mayoría de la gente; no es una peli de sobremesa, para ver en familia, o con la pareja el sábado noche. Es una película recomendable para cinéfilos; para esa gente que vuelven a ver las películas por si se les ha escapado algo. Para cinéfilos, y a ser mejor con inquietudes más allá del propio cine... pero ¡que caray!, que la vea todo el mundo, que no muerde... bueno, sí.

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