La belle et la bête
Dir. Jean Cocteau
Francia 1946
* Una de las películas más fascinantes que he visto; de un magnetismo, atmósfera y preciosismo visual apenas igualado en el transcurso de los 60 años que han pasado desde que salió a la luz. De una belleza plástica arrebatadora; impresionante escenografía. Se nutre del cuento popular y de hadas, no solo de la obra de Mme. Leprince de Beaumont; del expresionismo, el simbolismo y demás corrientes postrománticas, con reminiscencias genuinamente románticas y literarias; del surrealismo. Toda una obra maestra que demuestra una sensibilidad acentuadísima al servicio de todos los aspectos del film; un gusto exquisito y una evidente preocupación formal, que se opondría a ese espíritu infantil, a esa tregua solicitada a nuestro escepticismo y nuestro desdén hacia la fabulación que nos aconseja Cocteau para poder disfrutar de su película. Pocas veces se ha invertido tanta dedicación en erigir tan magna obra a partir de la base que supone un cuento “infantil”. Así resulta una película que puede parecer sencilla, narrativamente hablando; respecto al guión; respecto a los personajes; por sus teatrales decorados…
Pero junto a esa apariencia de sencillez, incluso de ingenuidad, está esa pericia en el tratamiento visual, de los personajes, la ambientación, el ritmo, los recursos sensoriales, el detallismo minucioso que nos conduce de secuencia en secuencia perpetuamente asombrados, cada vez mas atentos por las sorpresas que sabemos nos puede ir deparando cada imagen, etc.
* Una obra del todo hechizante; con un ambiente onírico como pocas desde los inicios del cine; que deja huella, generando una sensación confusa e indefinida, de estar realmente soñando, induciéndonos la misma sensación que atenaza a los personajes. El tono de ensueño se fragua desde los créditos iniciales, a base de imaginación y poder fabulador. Luego la película irá forjando ese nudo que mezcla realidad y fantasía, de tal modo que, como en “Cuentos de En esa confección de lo extraordinario entra en juego la imagen; los recursos puramente fantásticos; la cadencia; la envolvente música; los decorados, algunos de ellos recientes paisajes víctimas de la guerra, siendo espléndidas las imágenes de los dominios exteriores de
* Con una solapada carga erótica, una historia intensamente dramática y triste, incluso agria (la evolución y progresiva vacilación en las inclinaciones del personaje de Avenant: no te fíes ni de tu sombra), suavizada en cierta forma por determinados toques de humor y optimismo, así como por el carácter noble y humano de la pareja protagonista; que entra en la dinámica ejemplarizante y moral del cuento popular. Con un final que me resulta agridulce; luminoso, pero dejando cosas sin resolver: como todo buen final.