Sharasojyu
Dir. Naomi Kawase
Japón 2003Un matrimonio, años después de haber perdido a uno de sus hijos, sigue intentando superar el suceso, y marchar hacia delante. Con el hijo que les queda, y uno por venir, intentan, sin dejar de lado sus recuerdos, llevar una vida en familia como otra cualquiera; pero el peso de lo que ocurrió años atrás les sigue persiguiendo.

* “Shara” es
cine que cobra vida; que nos arrebata del asiento para arrojarnos a una dimensión
donde el cine te devuelve la mirada; te habla; y hurga dentro de ti.Naomi Kawase viene del mundo del documental, pero no estoy seguro de que esto explique por sí solo el porque su cámara nos hace casi reales las ficciones que nos presenta; complicándonos de tal forma en ellas. Tan
desnudo, hondo e intimista es el cine de esta directora.
“Shara" escapa al análisis superficial; a la mayoría de lugares comunes, y parece revolverse cuando intentamos presentarla a través del lenguaje y las palabras; pues, si casi no le han hecho falta a ella para desarrollarse, no se, igual es que son incompatibles; y el nuestro no es su lenguaje. El caso es que tendré que limitarme a pescar en lo más o menos tangible del film, e indicar aquello, que en conjunción con eso, me ha dejado esta sensación, y la convicción de que
por este camino esta directora hará sombra a muchos de los grandes.
* Y de sombras va “Shara”; un drama, de ritmo pausadísimo y parco en diálogos, que con un
estilo sobrio y desnudo, falto de cualquier artificio, nos expone
todo un universo sensitivo de una intensidad y honradez brutales.La primera escena ya resulta
imponente: esa cámara persiguiendo a los dos hermanos, Shun y Kie, por la calle; la súbita desaparición de uno de ellos, de Kie; la aplastante sensación de soledad de Shun; la simple vista de la casa que hace esquina; el plano del frondoso árbol del patio, que se alza tras la tapia, agitándose con el viento. No se que tiene esta simple secuencia que pone la piel de gallina; que te advierte que
no estás ante algo convencional, ni siquiera entre el cine con más visos de profundidad. No se como en unos minutos, sin haberte dado aún tiempo a introducirte en la película, en trama o historia alguna; habiendo estado solo expuesto a las espaldas de dos niños..., no se como, pueden tener tanta fuerza las imágenes.

A continuación hay un gran salto temporal; de años (como en “Suzaku”; anterior film de Kawase), pero el impacto de esos primeros minutos y la sensación que te dejan no se disipan, acompañándote en ese impulso hacia delante. Lo que devendrá a lo largo del film irá moldeando esa sensación primera.
Ahora nos encontramos con la misma familia, años después, viviendo una existencia en apariencia normal y tranquila. Pero el desasosiego inicial no os ha abandonado. Y al poco nos vamos percatando de que no es todo tan plácido como parece; que cierto clima de abatimiento pesa sobre la familia. Sus miembros, en principio, parecen haber superado la pérdida sufrida años atrás, y haber continuado con sus vidas como buenamente pudieron: ella está embarazada; el trabaja, y anda ahora ocupadísimo con la organización del festival “Shara” de la ciudad; y Shun va al instituto, pinta, y sale con una amiguita que se ha echado. Todo da una impresión de vida sencilla y plácida; pero no es del todo así.

En realidad el fantasma de Kie no les llegó a abandonar nunca, y ha estado presente en cada uno de los pasos que han dado desde entonces. En él se debaten intentando recuperarse; hermanar el recuerdo con el presente, y el porvenir; y esa
lucha interior está plasmada magistralmente en cada uno de los personajes.
Al referirme a fantasma no hablo de un espíritu o aparición al uso; esto no es fantasía, sino que el recuerdo y la ausencia son lo que han estado interfiriendo en la vida de la familia durante años; y sigue haciéndolo. El fantasma de Kie es gran parte de la atmósfera inicial del film; una presencia etérea bajo la que los protagonistas han intentado salir adelante; que tira de ellos hacia el pasado; que nubla su futuro.

En ese ambiente, que aún no se como logran transmitirlo Kawase y sus actores, se va tejiendo una
solapada, pero viva y densa red emocional, sin estallidos ni excesos que pudieran servir como válvula de escape y alivio; una red emocional que se va transformando, y que a veces se vuelve convulsa, y se desgarra en momentos clave del film: cuando la policía encuentra el cuerpo de Kie;
la secuencia del festival, de la danza popular, con esa explosión total de vitalidad y alegría, que supone una descarga como pocas te da el cine; o la escena del parto.
* Como comenté en “Three Times”, “Shara también
exige la complicidad del espectador para dar forma y fondo a lo que se nos presenta; para recoger esas claves o pistas narrativas, y junto con las
soberbias interpretaciones que nos regalan los actores (
geniales, en serio; impresionante) desarrollar nuestra “Shara”. A nosotros toca penetrar en la historia y los personajes; descifrar como actúa ese fantasma; esa ausencia; como afecta a los personajes; y como se acaba disipando.

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La penetración psicológica que se logra con los personajes es ejemplar. Vuelvo a repetir que
el trabajo de los actores es excepcional.
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Increíble es también el manejo de la cámara. Como si fuese una
proyección de la mente de Naomi Kawase; mucha “cámara en mano”. Es casi un intruso, que de manera furtiva se ha metido en la vida de los personajes; un espectro curioso y entrometido; espía de la directora. A veces incluso los personajes miran directamente a cámara.
Añadir que, exceptuando algún ruido o sonido natural del ambiente, aprovechado de forma muy propia para alguna que otra escena, no creo recordar que se haya echado mano de fondo musical alguno.
Los silencios hacen aun más vivo y honesto todo.

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Cine que supera hasta la propia denominación; impresión pura; “Shara” es visión y alma. Ahora a esperar otra iluminación de Naomi Kawase, o poder hacerme con alguno de sus documentales sin personarme en Japón, ni que me cueste un riñón.