lunes, septiembre 10, 2007

La Pianista

La Pianiste
Dir. Michael Haneke

Alemania / Francia / Austria / Polonia 2001

* He de reconocer que poco he visto de la llamémosle “primera etapa” de Haneke, antes del gran impacto que causara con “Funny Games”, pero si que he visto todas sus obras posteriores, y “La Pianista” destaca de forma evidente dentro de esta “segunda etapa”. No digo esto refiriéndome a mis preferencias en ese intervalo que va de “Funny Games” a “Caché”, sino respecto al propio planteamiento del film. Es el mismo estilo frío y sobrio, pero entre esas cinco películas solo esta se centra de forma tan contumaz en el retrato y desarrollo de uno de los personajes protagonistas.

* La cinta nos expone las trabas socio-emocionales del personaje de Erika, y no diserta tanto sobre negativas y crípticas problemáticas psicosociales. Se muestra el conflicto que una persona mantiene con su entorno, propiciado por su propia naturaleza emocional; no arremete contra censurables aspectos de nuestra psique. Se tratan, como en otras películas de este director, los insorteables obstáculos a la armonía en las relaciones humanas, pero la mirada que se lanza sobre los personajes, al menos sobre uno de ellos, aunque triste y desesperada, es más comprensiva de lo normal en Haneke, aunque no amable, lo cual no parece tener cabida en sus trabajos.
No se nos habla del pasado de Erika, interpretado por Isabelle Huppert de forma aniquiladora, pero viendo las circunstancias actuales del personaje se puede aventurar como su experiencia la ha ido transformando en el ser supuestamente impasible e inescrutable que es hoy.

* Erika es persona de una inteligencia brillante, pero que no le ha sido de utilidad para adaptar su vida emocional a su entorno. La mínima divergencia entre nuestro raciocinio y nuestros sentimientos puede convertirse en un infranqueable muro entre ambas dimensiones. Debemos elegir a que lado del muro debemos o queremos quedarnos. Erika elige el lado de la razón, creyendo que al menos desde este podrá ejercer mayor dominio sobre si misma. Dice no tener sentimientos, y que si los tuviese jamás triunfarían sobre su inteligencia; pero se engaña. Contiene sus emociones en toda situación, sobre todo en aquellas donde podrían dominarla: en el amor, con la familia, e incluso en el arte. No se le entrevé proyección expresiva ninguna ante la música, pese a que parece sentir particular identificación con Schubert, cuya fealdad condicionaba su creatividad. ¿Miedo a expresar emoción alguna? Posiblemente. Pero Erika tampoco parece sentir miedo, y si lo tiene, se esfuerza también en ocultarlo. Que nadie pueda divisar en ella expansividad alguna; ninguna grieta por la que puedan herirla o atraerla.
La sexualidad de Erika es especial, no la vive de forma funcional, ni puede experimentarla adaptada de forma natural a su entorno social. Como la sexualidad está íntimamente ligada a los afectos, la suya genera un gravísimo conflicto con su lado emocional. Así, decide desligar su sexualidad de los sentimientos, y controlarla vía razón, empresa en la que flaquea en cuanto entra en terreno afectivo, campo del que siempre debe evadirse; algo a evitar. Pese a su exterior gélido e inalterable, esculpido tras décadas de autoinflingido distanciamiento, un joven, a fuerza de tesón, en mala hora, logra franquear esa barrera. Ella se encontrará sumida de nuevo en la desesperación por su naturaleza forzosamente escindida, y él, en el mundo sórdido y oscuro de la mujer de la que se ha encaprichado. Y nos encontramos nosotros con el sempiterno tema “hanekiano” de la inconciencia y el egoísmo, de herir y escapar, de no pararnos a pensar en el daño que podemos estar causando, o de saberlo pero no evitarlo, y cobardes, reincorporarnos a nuestra complaciente vida, como si nada hubiese pasado, y dejando quizás a alguien, que en este caso se resistió a ello, en la consternación y la miseria personal, hundido, y con un largo camino por delante hasta recuperar la senda. Ambos personajes prueban suerte, pero lo que ella se juega es mayor, y sus escrúpulos e iluminada inteligencia no le sirven para controlar la situación, o huir de ella. Es un personaje trágico, sentenciado al ostracismo emocional de por vida, porque tan solo puede dar rienda suelta a su intelecto en el ambiente donde se desenvuelve, el único digno de ella, y donde puede tener algo mínimamente parecido a una vida, por muy limitada que esta sea. Sus diferentes y contrapuestas dimensiones vitales solo pueden ser desarrolladas y satisfechas en contextos distintos, y para ella incompatibles, con lo que solo puede liberar el potencial de alguno de ellos.

* El final de la película es perfectamente normal, aunque a muchos choque: cada cual castiga sus errores como siente que debe hacerlo.
Fin de uno de los penosos viajes de Erika, y final cerrado, tampoco muy usual en Haneke.

5 comentarios:

Rosenrod dijo...

Muy buena lectura de la película. Y es que la Huppert aquí, demuestra por qué es tan grande. Es realmente impresionante.

Un saludo!

Antonio Rando dijo...

Saludos Rosenrod. A mi es que la Huppert me pierde, mi amor platónico (debe ser la cara de mala ostia). A ver si estrenan ya aquí en Málaga su última película “Propiedad Privada”, que sea como sea, y valga lo que valga, hay que ir a verla.

Anónimo dijo...

Haneke siempre es Haneke, con sus a favor y con sus en contra, pero ante todo Haneke

Saludos...

Anónimo dijo...

Extraordinaria película de Michael Haneke, un director un poco raro para mi, pero capaz de poner nervioso al más valiente de los mortales, contando historias crueles y contundentes, y aqui en "La pianista" no se iba a quedar atras sumergiéndonos en una historia inquietante a la vez que violenta. Una película ,muy interesante y por supuesto muy bien interpretada con una insuperable Isabelle Huppert (premiada en Cannes), y una "veterana", y extraordinaria Annie Girardot. Una película, sumamente atractiva y muy disfrutable. Saludos. Excelente trabajo, irian-hallstatt. http//pablocine.blogia.com

Antonio Rando dijo...

Gracias por la visita y el comentario, Pablo. La verdad, he de confesar que la Huppert y la Adjani son mis dos actrices favoritas, así que muy torpe debe ser la película en que interpreten para no poner sus trabajos por las nubes.

Saludos.