Lanse da Men
Dir. Chin-yen Yee
Taiwán / Francia 2002
Meng Kerou y Lin Yuezhen son inseparables amigas. La primera ama en secreto a la segunda. Cuando esta última pide ayuda a Meng para conocer a un chico la relación entre ambas comienza a deteriorarse, más cuando el chico en cuestión, creyendo que es a Meng a quien interesa realmente, se enamora de ella.
* “Blue Gate Crossing” es un drama adolescente, con algún desenfadado apunte de humor, y que pese a su tono afable toca temas de cierta gravedad.
* ¿Triángulo amoroso? Pudiera ser, pero todo se desenvuelve de forma circular. Los sentimientos de los tres protagonistas se lanzan en vano en pos del ser amado porque los afectos de este se dirigen a la persona que los vuelca sobre nosotros. Tan solo uno de ellos intenta salirse de la dinámica que él mismo ha provocado, aunque su movimiento suponga una dolorosa sacudida en el sentir de los otros dos.
* A primera vista, uno de los temas tratados en la película sería el de la homosexualidad, inclinación que una de las protagonistas parece aceptar, complaciéndose en ella, mientras goza de la cercanía del ser amado y de la burlona incertidumbre de si su amor será correspondido, pese a los pocos indicios que para ello tiene. Aniquiladas las esperanzas, su mundo y sus estimas se tambalean. Comienza a plantearse su naturaleza, y a verla por primera vez como un problema. Es interesante como el personaje de Meng Kerou acepta sin complicaciones la atracción que siente hacia su compañera y amiga mientras hay amor y esperanza, para acto seguido plantearse la anomalía de sus inclinaciones.
Intenta matar el desconsuelo provocado por el desengaño aniquilando su sexualidad, forzando un giro en sus tendencias, y retorcidamente, aunque la película lo pinte de forma amable, pone su mirada en la persona que precisamente es el blanco de las pasiones de su adorada amiga. La realidad exterior, que hasta entonces no era más que el contexto donde vivía su ilusorio idilio con Lin Yuezhen, es ahora una realidad hostil hecha a base de convenciones que no se ajustan a su modo de sentir; esa realidad la descoloca, la suya la desconcierta. En ese punto es donde Meng Kerou, intentando ayudar a su amiga a acercarse a Zhang Shihao, da pie a la desesperanzadora dinámica señalada arriba. Se presta a ello al verse sin salida, y será ella quien pague la mayor parte de las consecuencias.
A partir de aquí podemos reflexionar acerca de otros asuntos respecto a las relaciones. Sumidos ya en la situación generada se muestra tanto el egoísmo de la falta como de la plenitud de sentimientos. “¿Qué estás haciendo?” pregunta Meng Kerou, “Persiguiéndote” contesta Zhang Shihao. Así transcurre buena parte de esta historia, con los sentimientos de los protagonistas desbocados hacia de la persona que aman mientras esta les da la espalda; de forma inconsciente o deliberada, el daño que se infringe no es menos doloroso. Pero el amor es ciego: pisotea y no mires a quien. Es increíble los sufrimientos que se pueden provocar por puntuales, y en apariencia nimios accesos de vergüenza, rencor, o aturdimiento, por desánimo, o irritación. Los protagonistas se lanzan unos tras otros sin mirar alrededor, sin considerar nada ni a nadie, aunque también es cierto que, ebrios de amor o abatimiento, las consecuencias de nuestros actos son objeto de poca atención por nuestras mentes, a donde se nos sube el corazón. Y al final tenemos un plácido mundo juvenil que se tambalea, relaciones ideales que se derrumban, y una buena dosis de realidad para sacarnos a base de palos de la adolescencia.
* La película tiene un ritmo algo pausado, pero contrarrestado por unas interpretaciones cargadas de frescura y desparpajo. Naturalidad que me acerca los personajes, que me hace simpatizar con ellos, y no dar marcha atrás a la hora de aplaudir su trabajo.
* La historia deja cosas en el tintero, pero igual que estas chicas juegan a imaginar como serán sus vidas con el transcurso del tiempo, nosotros podemos hacer otro tanto.
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