lunes, septiembre 29, 2008

Miracle of Giving Fool


Ba:Bo
Dir. Jeong-kwon Kim
Corea del Sur 2008


Ji-ho retorna a Corea tras haber pasado años estudiando en Europa. El pueblecito donde pasó su infancia ya no es el mismo, como tampoco sus habitantes. Se habituará a él de la mano de dos figuras de su infancia, compañeros de clase: Sang-soo, el macarra del colegio, ahora gerente de un bar de alterne, y Seung-ryong, el tonto del pueblo, que trabaja en un puesto de sándwiches.




* Que buena mano tienen los coreanos para hacer lacrimógenos dramas; los hacen como quien improvisa silbando, y siempre tienen un carácter “marca de la casa”: busque, compare, y si encuentra algo mejor… también es coreano.

* La mayor parte del cine coreano tiene tal compostura visual, tal poderosa y enérgica fotografía, tal vidilla, que sus películas son de esas que siempre nos pueden salvar una tarde de domingo. “Quiero ver una película, pero quiero algo ameno y que se deje ver sin contemplaciones”; cierto que en dichos momentos no suelo acudir, como casi todo el mundo, a tontas comedias yankis, o al cine de acción. A mi en esos momentos de “quiero y no puedo” o “tengo que… pero no tengo ganas” me da por el anime, el cine épico… o el coreano. ¿Por qué? ¿Cualquier tipo de cine coreano? Pues si. Hagan lo que hagan estos asiáticos (terror, drama, comedia, acción…), siempre tiene su cine un vigor, una prestancia y un brío que te atrapa y atrae.
En “Miracle of Giving Fool” tenemos la sempiterna fórmula, que tan buen resultado da; que a unas malas resulta, como en este caso, un producto que quizá no sea una obra maestra, ante el que muchos dirán “que cosa más tonta”, que puede estar dentro de lo que para los coreanos sea cine “comercial”, pero que le da mil vueltas a nuestro cine “comercial”, y que a mi me hizo pasar un muy, muy buen rato.

* De nuevo la mezcla de géneros, que siempre llama la atención, y que tan bien queda; que a priori, como en la inusual mezcla de sabores de la cocina oriental, nos roba un “uy uy uy” de suspicacia, pero que al final nos encandila. “Miracle…” no tiene el fondo reflexivo de “Il Mare”, “My Sassy Girl”, “Oasis”, o “Christmas in August”, pero si su empaque, con lo que, si bien no vaya a pasar al olimpo del drama coreano (como las citadas), si deja un muy buen sabor de boca –a mi al menos me lo ha dejado-.

* “Miracle…” es un manso, tierno y sentimental dramita; con mucho humor, pero de lo más inocente; con escarceos románticos de parte de algunos de los personajes; ameno y apacible, pero sin olvidar los absurdos excesos que caracterizan los cómicos dramas coreanos.

* La película presenta a varios personajes en el bucólico ambiente de un invernal pueblecito. Dichos personajes, relacionados en mayor o menor medida con el de Seung-ryong (el tonto del pueblo), nos muestran cada uno su propia historia, relacionada o no con el protagonista, lo que nos ofrece varios relatos paralelos, que sin entrar en excesivo detalle, si que enriquecen el conjunto.


Respecto a los personajes pasa algo que me ha llamado la atención. Lo normal sería que el personaje de Ji-ho (la muchachita que introduce la película; que vuelve a Corea tras años de estancia en Europa) provocara con su regreso una serie de acontecimientos, dada su conexión con algunos personajes, que configurasen la historia narrada. Pero no es así. La inclusión de este personaje sirve de anclaje para retroceder en el tiempo y rememorar pasajes de la infancia de los protagonistas, explicando así las circunstancias actuales. Ji-ho tiene gran presencia en todo el film, es uno de los personajes “principales”, y pese a ello es “cascarilla” en el desarrollo de la historia, teniendo más peso cualquiera de los otros personajes. Es para mi la figura de Sang-soo la más interesante del film, por el personaje en si, la forma en que está construido, y por servir de conexión entre las diferentes historias.
Lo dicho: cándido drama de plácido ambiente. Lo he disfrutado.

sábado, septiembre 27, 2008

Mongol


Dir. Sergei Bodrov

Alemania / Kazajstán / Rusia



* “Mongol” no debiera ser considerada dentro de la oleada de cine “épico” que nos ha desbordado en los últimos años, quizá no se lo podría ni asignar tal calificativo, y por supuesto, aunque aconsejo a todo el mundo que la vea (porque a mi me ha gustado mucho; no hay mejor razón en mi recomendación), no esperéis encontrar un trepidante y grandilocuente espectáculo bélico ni de acción, o de artes marciales… En “Mongol” escasean las grandes batallas y las soflamas al ardor guerrero; el encomio de la figura heroica, del orgullo de raza, y del consumo de esteroides…



Si que hay acción, pero la película se acerca más al cine contemplativo oriental, que a sus corales muestras épicas, y se aleja totalmente del avasallador cine épico occidental, enérgico, excesivo y cargante.

Para empezar, uno podría acercarse a “Mongol” para ver como Gengis Khan, empalmando una enardecida batalla tras otra, se come Asia. No encontrará esto. Se diría que la película cuenta la gestación del héroe, abandonándolo una vez se convierte en Khan de todos los mongoles, pero tampoco, pues no lo presenta como tal, como héroe. La figura cuya vida nos narra es la de un habitante más de las estepas, a quien se le viene encima una labor que el mismo se impone. No es un elegido de los dioses, como tantos “héroes”, y la película se cuida mucho de marcar la diferencia.

Vemos a Temudgin (Gengis Khan) en comunión con la deidad, cumpliendo con sus deberes religiosos y de hombre espiritual, pero estableciendo una línea divisoria clara entre ello y los compromisos y necesidades terrenales, solo afrontables desde el plano humano. La película es mas “terrenal” que “espiritual”, por cuanto que todo el análisis de personalidad, carácter y condición, psicológico, del gran Khan mongol, se ciñe a lo meramente humano, sin filosofía gratuita, ni referencias celestiales, a lo sumo, conexiones con la tradición étnica. En relación a esto, aunque quizá me equivoque, veo alguna que otra analogía entre esta cinta y “Braveheart”, y algún que otro guiño (véase lo del amuleto, el hueso de cuervo blanco; la relación del Khan con su esposa…).

Temudgin representa la libertad, la nobleza, la integridad más que el honor, la dignidad más que el orgullo… no hay exaltación del valor ni la intrepidez, sino de la constancia, la sensatez. Temudgin quiere convertir a cada mongol en un buen mongol “aunque para esto deba matar a la mitad de ellos”, no ilustrarlos, sino ennoblecerlos. Parece que su cruzada se rige por el principio de establecer las condiciones en que esos “buenos mongoles” puedan vivir sin los trances y sufrimientos a los que él mismo ha estado expuesto. Muy significativo es el retrato de cómo el Khan se relaciona con sus tropas y el resto de la comunidad, sean o no mongoles, y de la confrontación con su “hermano”.

Uno de los puntos fuertes de la película es el análisis de caracteres de los personajes, escasitos los principales, pero configurados de la forma más interesante.


* Película dedicada, como otras, a dar una visión diferente -sino más realista, si más digna, según conviene- de figuras históricas denostadas en occidente (Gengis Khan, Atila, Vlad Tepes…), con un estilo contemplativo, un ritmo muy contenido (tranquilos, que también hay algo de acción y hemoglobina), y un atractivo aparato visual y paisajístico que nos sitúa al personaje en su contexto.



* De gran importancia es la historia de amor entre Temudgin y su compañera, pues ilustra enormemente sobre la psique y el carácter del Khan, y de su pareja. Es curioso que, si en la película hay algún héroe, es sin duda Borte (esposa del Khan), por fortaleza, constancia, por no flaquear en su disposición de servir a Temudgin, pero como persona, no como Khan. Respecto a esta relación, la historia de los hijos de Borte, y la imperturbabilidad que supone en el amor entre ambos personajes, es algo digno de reflexión. Especular sobre los personajes y sus relaciones es una gozada en esta película, y quizá su principal virtud, entre las muchas que tiene.

domingo, agosto 24, 2008

The Girl Who Leapt Through Time


Toki o kakeru Shojo
Dir. Mamoru Hosoda
Japón 2006


* ¿Qué harías si pudieses viajar a través del tiempo? Posiblemente aprovecharte de ello, como es el caso de Makoto (protagonista de esta cinta de anime), y acabar aturdido por las consecuencias, que también es el caso.
Últimamente, en cuestiones de anime, me había dedicado a revisar clásicos, con lo que pisaba sobre seguro, porque no encontraba ninguna película de animación que me llamase lo suficientemente la atención. Llevaba un tiempo detrás de esta, pero no me decidía a verla… me alegro de haberlo hecho por fin, porque no tengo más que sumarla a aquellas que siempre recomiendo.

* Su director tiene poco bagaje tras de si, pero ha logrado un trabajo que, si bien visualmente no resalta, simplemente porque opta por la sencillez, no por dejadez o déficit alguno, es complejo intelectualmente, y tiene una buena historia narrada con muy buen pulso.
Cuando digo “intelectualmente” me refiero a que hay un esfuerzo por darle un trasfondo reflexivo. La protagonista, por azar, se encuentra de la noche a la mañana con que puede retroceder en el tiempo, lo que utiliza para intentar evitar situaciones desagradables y enmendar errores: para soslayar el máximo de problemas y preocupaciones posibles. Lo que narra esta película son las complicaciones y problemas adicionales que sobrevienen al no afrontar de forma natural los obstáculos, las situaciones penosas, la realidad. La protagonista cree, con su nueva capacidad, ser el único factor del que depende el curso de los acontecimientos, pero se equivoca, yerra continuamente, y ve como va complicando las cosas cada vez más, hasta lograr situaciones insostenibles. De esta forma la película pasa apaciblemente de la simpática comedia adolescente al sutil drama (suavito), con algún giro extraño que no llego a comprender del todo (cosas del anime), pero dando la sensación de que sus responsables se han preocupado realmente por plantear algo respecto a las relaciones humanas y la responsabilidad. Sobre su dimensión como film de ciencia ficción hay poco que señalar. La película me ha recordado a la coreana “Il Mare”. Tiene al igual que esta una premisa fantástica, también relacionada con desplazamientos temporales, a la que no se presta más atención de la necesaria, pero que da pie a reflexiones y análisis emocionales, que es lo realmente importante. En ambas cintas, creo que ese elemento fantástico representa la tentación de eludir responsabilidades y escapar a la realidad de los protagonistas, que en situaciones difíciles acaban acudiendo a ese inesperado y quimérico recurso, sin plantearse las consecuencias, de forma totalmente irresponsable. Aparte de estas ideas, ambas cintas coinciden en algunos puntos del desarrollo de sus historias, muy especialmente en el del daño que podemos provocar al intentar desprendernos del nuestro. Como digo, en cuanto al elemento de ciencia ficción, no hay que detenerse en él más que para echarse unas risas, porque el meollo del asunto está en las situaciones que para los protagonistas va disparando esta condición de viajeros del tiempo.

* Algo que me ha gustado bastante es que presenta ese poder sin igual (viajar en el tiempo) de forma diferente al montón de películas que hay sobre el tema. Desde el principio lo muestra como algo peligroso e insensato, ya que Makoto solo puede retroceder en el tiempo sin saber cuanto retrocederá, y exclusivamente poniendo en riesgo su integridad, ya que solo se produce el salto temporal cuando Makoto se lanza temerariamente a romperse la crisma.




* Película que intenta enseñarnos que a más enrevesadamente intentemos eludir los problemas, más serán los que nos granjeemos, y que la manera más simple de salvar obstáculos será siempre la mejor, por comprometida que parezca.

sábado, agosto 16, 2008

Dentro del Laberinto



Labyrinth
Dir. Jim Henson
Reino Unido / EEUU 1986

Sarah es una jovencita que pasa su tiempo libre rodeada de juguetes y cuentos, cuentos y juguetes, sin prestar atención a que debe ir madurando. En un arrebato de rencor hacia sus “crueles” padres, que le hacen pasar la noche cuidando a su hermanito, pide a los goblins (una suerte de duendecillos) que se lo lleven consigo. Obedientes estos, obligarán a la joven a introducirse en su fantástico mundo para rescatar al pequeño.

* Creo que “Dentro del Laberinto” ha llegado ya a alcanzar ese estatus de “película necesaria” al que se llega en mi estima cuando algún film supera la media docena de veces visto, que ya es cuando uno teme que se está enganchando a verlo de vez en cuando. Ya no es que el cuerpo te pida ver cine, o cierto tipo de cine, es que te pide una película en concreto. Esta es una de ellas.

A mi me pasa algo que no se si le pasará al resto de aficionados al cine de mi edad: tengo buenos recuerdos asociados a películas de los años 80; de vez en cuando veo alguna y me trae nostalgia, pero la mayoría de las veces que me pongo voluntariamente ante una muestra de cine ochenteno, sobre todo ante películas familiares, se me suele hacer pesado, como si la configuración de mi cabeza no fuese ya proclive a disfrutar con cierto cine de corte aventuresco-infantil-amable. Por otro lado hay ejemplos de ese cine, que a lo tonto vimos hace dos décadas, y que suele salir de suelo europeo, que si me sigue cautivando; como la película de que me ocupo ahora.

* Varias cintas fantásticas en los años precedentes fueron preparando el terreno para que “Dentro del Laberinto” calase hondo y fuera muy bien recibida por el público. Recogía elementos que estaban en boga, con una ambientación atrayente por aquella época, y ofrecía una historia y unos personajes más elaborados de lo normal para una película claramente infantil, aunque algunas figuras salidas de la imaginación de Henson sean sorprendentemente grotescas para presentarlas ante los ojos de los más pequeños.

* Desde la primera escena esta película me trae a la mente otras tantas grandes obras, tanto dentro de la fantasía, como también, aunque suene raro, del horror; señalando, ya de paso, que la primera secuencia me parece sublime y muy hermosa. Me recuerda esta la obra de Neil Jordan “En Compañía de Lobos”, por la jovencita en pleno proceso de madurez, entre la infancia y una adultez incipiente, que viene cargada de responsabilidades que suponen una carga, y ante cuya perspectiva se desboca la imaginación de las muchachas. En otra película que allana el terreno para el éxito del film de Henson, “La Historia Interminable”, tenemos el mismo planteamiento, el joven retraído, incapaz de enfrentarse al mundo adulto al que se avecina, que se refugia en su imaginación, y en los cuentos e historias a través de los que escapa a su situación, que le proporcionan los elementos deformadores de su realidad, y que conforman el mundo que veremos desfilar en estos films. En cada uno de ellos, el protagonista emprende un viaje de aprendizaje e iniciación del que regresará más maduro y capaz de enfrentarse al mundo que le rodea.


Por supuesto es innegable la influencia de “Alicia en el País de las Maravillas”, o de toda la obra anterior de Jim Henson: películas como “Cristal Oscuro”. En muchas escenas resuenan ecos de otras obras. Pienso en Cocteau al ver la escena del pozo de las manos (y no menos en Lewis Carroll), en “El Fantasma de la Ópera” de Rupert Julian al ver la escena del grotesco baile de máscaras, o en “El Mago de Oz” al ver la compañía de Sarah.

Aparte de todo esto es innecesario mencionar la gran deuda de esta película con los cuentos populares y la literatura romántica.
Respecto al cine posterior, es indiscutible el hecho de que este tipo de películas han quedado desacreditadas y vilipendiadas por el espectro de población al que van dirigidas, y que el cuento y la fantasía, o es espectacular (Señor de los Anillos, Narnia…), o las nuevas juventudes contemporáneas se ríen de ella. Aun así, la recta final del film de Henson me hace pensar en el parecido que guarda toda ella, y no solo por su título, con la reciente “El Laberinto del Fauno” de Guillermo del Toro, la cual no es de mi agrado, pero quede ahí la mención.

* “Dentro del Laberinto” es una oscura historia, que con malicia podría haber dado de si una obra de horror bastante tenebrosa, pero que se mantiene en los márgenes dados por el cine infantil, teatral de corte cómico, y aleccionador.
Como cuento que es, tiene su discurso moral, más elaborado y con más recursos simbólicos que gran parte del cine con el que podríamos compararla, cosa que también podríamos decir de sus personajes, cada uno de los cuales es una reflexión en si.
Jareth, Rey de los Goblins, que representa la tentación y la resistencia de Sarah a desprenderse de su infancia, mientras introduce una dimensión sexual y equívoca solapada, que viene a exponernos la confusión de la protagonista ante su futuro, y sus miedos; la forma de procesar los cambios que se avecinan o ya acontecen. Su madrastra (madrastra malísima de cuento) y su familia serían el cauce normal, al que se resiste, a través del cual Sarah debiera madurar, mientras que su mundo de fantasía es la senda que ella querría seguir, que le ofrece un camino más atractivo a recorrer. Como en otras cintas del estilo, el mundo fantástico, oscuro y desconocido, feérico, que a veces se identifica con el mal, con el infierno, es en si el mundo de los miedos, el desconcierto, y la aprensión: la propia mente del sujeto, galimatías que desde el seno familiar y social (mundo contrapuesto al fantástico) se pretende controlar. Por ello, tanto Jareth como sus goblins son personajes ambiguos y turbios,
duales, que solo representan el “mal” desde el recelo, pero no siendo más que producto de las ensoñaciones de una mente turbulenta como la de la joven protagonista. Otros personajes como Hoggle (mi favorito), Dudo, o Didymus, los compañeros de fatigas de Sarah, ilustran sobre valores, y sobre no confiar en el mundo de las apariencias, clave en esta historia. Otro personaje a destacar, aunque muy fugaz, es el de la viejecita que intenta sepultar a Sarah con las bagatelas de su infancia (escena magistral).

* En fin, montones de personajes, escenas, ideas, y escenarios fabulosos, para una película magnífica y no todo lo infantil que pueda parecer; que tiene ya más de 20 años… que ya es hora de que la vean los rezagados.

miércoles, agosto 13, 2008

Persépolis



Dir. Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi
Francia / EEUU 2007




* Otra de esas muestras de animación que van despojando al género de la manida denominación de “dibujitos animados”. Un film basado en un afamado comic, que da a la animación una dimensión y alcance inusual, y casi incomprendido en occidente. El cine de animación como vehículo artístico y de expresión total.

* “Persépolis” es una obra autobiográfica de Marjane Satrapi, que aquí dirige junto a Vincent Paronnaud un film en blanco y negro, de un calado artístico e intelectual enorme, que me ha emocionado y hecho reflexionar continuamente.



* A priori se podría presentar la película como un análisis y exposición de los avatares históricos, políticos y sociales del Irán de las últimas décadas. Y es así, pero también es una obra personalísima, no tanto en cuanto a que plasme la visión política y social de la autora, sino más bien porque en su trabajo Satrapi imprime su experiencia vital total, y su vivencia íntegra, ligada o no a las circunstancias de su vida y su país. “Persépolis” despliega ante nosotros la vida confesa de esta mujer, combinando sus diferentes inquietudes, en un alarde de sensibilidad, tacto y saber hacer; echando sobre su pasado una mirada irónica, alegre, crítica, melancólica, emotiva, rabiosa…, sabiendo en cada momento el trato que dar a cada episodio, a cada recuerdo, a cada imagen.

* Es una animación de lo más sencilla, supuestamente del todo cumplidora con el diseño del comic; con algunos arranques surrealistas, otros impactantes, detallistas, y con un sempiterno tono tenebroso y turbio, entristecido, que no logra dejarnos ni en los momentos más cómicos, porque toda la comicidad del film se vuelca sobre circunstancias cuando menos desagradables o penosas: una forma de digerir el pasado.

* Como digo, la película es una serie de miradas a la vida de Satrapi: miradas de nostalgia, sobre todo hacia su familia, y también hacia los esfuerzos reformistas de parte de su pueblo; miradas de rencor y aversión hacia ciertos elementos sociopolíticos, no solo de su país, sino también occidentales; y miradas hacia si misma, alguien que desde la niñez ya apuntaba maneras: la perpetua rebeldía, la indignación ante las injusticias, la sensibilidad exacerbada, el continuo descontento, la lucha interna, la inquietud… Memorias de una juventud vapuleada, zarandeada por las circunstancias, que va cobrando cada vez mayor conciencia de que solo en su interior cobrará fuerzas para enfrentarse a su entorno, sea cual sea. De ahí esa constante amargura, por la incesante sensación de contrariedad, de desilusión y decepción. Y miradas certeras, dolientes, burlonas, apenadas, o reivindicativas, siempre según la situación lo requiera, sin ninguna salida de tono, ningún arrebato brusco o desatinado: un film en clave emocional, íntimo; una invitación al mundo interior de Marjane, pero a lomos del relato de la historia reciente de Irán. Una película para emocionarse con las transformaciones del mundo contemporáneo, y su influencia sobre cada uno de nosotros.

sábado, julio 26, 2008

Fahrenheit 451

Dir. Francois Truffaut
Reino Unido 1966

En una sociedad futurista, un particularísimo cuerpo de bomberos se dedica a quemar libros y bibliotecas enteras, y a perseguir elementos subversivos que apoyen la lectura, para así evitar la desestabilización de una sociedad defensora de un igualitarismo incompatible con la existencia de libros impulsores del librepensamiento.


* El cine al servicio de la lectura: grandísima película para fomentarla.
Ya solo por esto recomendaría esta película. No solo es un muy buen film que espolea al espectador a aficionarse al séptimo arte, sino que genera unas desesperadas ansias de abismarse en el que yo considero quizá el primer arte, el mundo de los libros, la lectura, la literatura… Por otra parte es interesante el hecho de que uno de los mayores exponentes de la Nouvelle Vague francesa, Truffaut, abordara una película que, independientemente de su trasfondo y su claro componente discursivo, no deja de ser una obra de ciencia ficción. Aunque otros directores como Godard, Malle, o Rivette, coquetearan en alguna ocasión con la fantasía, el surrealismo, o la fabulación, todo ello es tan sumamente raro en la Nouvelle Vague, tan embebida del cine norteamericano y el realismo, que esta película supone, además de sus méritos, toda una singular e insólita joyita entre la filmografía del conjunto de estos directores, quizá por ser una producción británica, y asimismo todo un clásico de la ciencia ficción. Y es ciencia ficción de la que aprecio. No suelo consumir mucho dentro de este género, que normalmente me resulta frío y disipado, falto de contenido, pero “Fahrenheit 451” toca temas culturales, psicológicos y sociales, que me llevan a una relectura constante de lo que veo para considerarlo a la luz de claves actuales, pese a los 40 años que ya tiene la película. Como digo, es la ciencia ficción que me interesa, aquella que fantasea, mirando hacia el futuro, pero con el presente bien vigilado; que por no elaborar el sempiterno film social cansino, se esfuerza en inyectar el mismo discurso con unas formas más elaboradas, originales, y en resumen, más eminentemente artísticas.

* Básicamente, se defiende la lectura contra un mundo despersonalizado, donde la cultura “borreguil” campa a sus anchas, y donde se persigue cualquier atisbo de independencia de criterio que pudiese desestabilizar esa sociedad de teórica máxima igualdad. Aparte de las peroratas articuladas por los personajes, el film está plagado de detalles que corroboran o confrontan estas, apoyándolas o atacándolas en sus supuestos puntos fuertes –el ataque a la lectura en pos de una sociedad igualitaria se derrumba cuando se siente la necesidad de una segunda “pantalla mural” que nos haga aun más iguales a los demás; con la necesidad de un ascenso que nos reporte un aumento de sueldo para adaptarnos aun mejor al régimen: la lucha de clases se permuta en la lucha de las apariencias, y pasamos de una sociedad donde sus miembros se esfuerzan por distinguirse a una donde se esfuerzan por asimilarse, “distinguirse” como el más integrado-. Toda esa frialdad y automatismo que se cree poder erradicar a través de la lectura, del culto al libro, es extrapolable a nuestros días, donde parece que solo en la expresión artística, en cualquiera de sus formas, se encierra la esencia de la espiritualidad humana, de lo que nos hace personas. De ahí esa relación que el protagonista comienza a establecer con personas inexistentes, fruto de la ficción de los libros, o más bien, con quienes escribieron estos, dejando su persona encerrada en ellos, su alma, más viva, efusiva, y sensible que las de aquellos que rodean al protagonista. En nuestros días, igualmente, los anhelos, aspiraciones y caracteres de la sociedad y sus individuos se dispersan cada vez más, es difícil asirlos para comprenderlos e imbuirse de ellos, y parecen recluidos en objetos como el libro: con formas futuristas, “Fahrenheitt 451” diserta sobre el mundo actual, ya a mediados de los 60. Así planteada, la película es exacerbadamente romántica –chapó, tratándose de una obra de ciencia ficción- en su defensa de la literatura y la lectura en general, en su defensa de aquella como verdadero lenguaje del alma humana, con unos planteamientos casi fanáticos y religiosos en su exposición de esas “personas-libro”, acercándonos al ideario romántico y de la Sturm und Drang, a Hamann, Herder, o Rousseau.
Por supuesto que Truffaut tenía como guía la novela de Bradbury,
la cual no he leído, gracias a lo cual puedo permitirme el benévolo privilegio de ignorar el hecho, y no embarcarme en azarosas comparaciones, presumiendo tan solo que ambos trabajos conllevan la misma exposición de ideas.

* La mayoría de películas que he visto de este director son de la etapa durante la cual se realiza esta película, y aunque estilísticamente no esta muy alejada de películas como “La piel suave”, “La noche americana”, o “Las dos inglesas y el amor”, lo cierto es que mientras en estas el esfuerzo se centra en el análisis de los personajes y las relaciones interpersonales, con una escrupulosidad de cirujano, pero con una sensibilidad tremenda que no es óbice para la total corrección formal, en “Fahrenheit 451” son las ideas las que protagonizan la narración. Y en cuanto a las ideas, me parece genial como se confrontan dos discursos:
el de la defensa de la lectura y el de su vituperio. Los argumentos de ambas partes están lanzados al aire con saña, teniendo dos partes que argumentan sin confrontación, sin redargüir: no hay contraargumentación, la cual en ambos casos debe partir del espectador. La defensa de los beneficios de la lectura es un tema demasiado extenso como para tratarlo en una película, y por supuesto deja muchas cosas en el tintero. El análisis de la otra parte es incluso más certero y práctico, pese a lo chocante que en nuestros días pudiese parecer el ultraje a la actividad lectora (el discurso del jefe de bomberos es espeluznante, y el momento cumbre con “Mein Kampf” en la mano, soberbio). Creo que esto obliga al espectador a elaborar su propia reflexión a la luz de las manifestaciones que surcan el film, y lo impulsan a reformar el discurso de los defensores del libro para despojarlo de las claves meramente emocionales, que en la película pueden ser un escollo ante la practicidad de la otra parte. Pero claro, las soflamas cifradas emocionalmente siempre calan más hondo que las materialistas, de modo que “los buenos ganan por trece narices”… hasta tienen los mejores mártires por la causa.