viernes, febrero 16, 2007

One Fine Spring Day


Bomnaleun Ganda
Dir. Jin-ho Hur
Corea del Sur / Hong Kong / Japón 2001

Sang-woo y Eun-su se han conocido a través de su trabajo. Inician una relación amorosa que parece hacer felices a ambos, pero, aunque esto sea así, los planes y aspiraciones de cada uno no parecen encajar con los del otro.





* Llegué a “One Fine Spring Day” tras ver “Christmas in August”, de su mismo director y más conocida que esta. La segunda parece haberse colado entre los clásicos del nuevo cine romántico coreano, pero a mí personalmente, me gusta más “One Fine Spring Day”. Su planteamiento es sencillo. Historias sobre relaciones amorosas que se van al traste las hemos visto a miles, de forma que estas historias suelen ser sazonadas con todo tipo de vituallas (algunas risas, lágrimas, giros inesperados, algún desnudillo,…) para que el resultado no quede muy soso. Pero la verdad es que con un poco de comprensión hacia los personajes a los que intentamos dotar de vida, catarsis, sensibilidad, y nutriendo nuestro trabajo de lo que la vida en si nos ofrece, no hay porque romperse la cabeza, la vista puesta en el recreo del potencial espectador, intentando arrebatar a la cotidianeidad nuestra historia y nuestros personajes. ¿Qué mejor que lo universal para conectar con el espectador? A unos se les va la mano desuniversalizando; otros vulgarizan y envilecen, y se les nota la desgana; y a otros, como Jin-ho Hur, se les nota la preocupación por lo que hacen.

* Quitando la historia de la abuela del protagonista, ejemplo amplificado de la situación que actualmente vive su nieto, en la película no hay más que contar que la relación de los protagonistas. Lo que me ha impresionado es la forma tan precisa de exponerla. El curso que sigue la relación está expuesto como si fuese una galería de nítidos cuadros, donde vemos sucederse las diferentes etapas y sub-etapas del proceso. Por una parte, el aspecto visual, vivaz y enérgico, ayuda a ver la película como sucesión de cuadros, de precisas y certeras miradas situacionales respecto a la relación. Por otra parte su ritmo pausado y sereno nos da una sensación de continuidad y flujo. Sea como sea, la película, sencilla y elegante, me parece un engranaje perfecto de pasajes, como ir de viaje en un tren: ninguna de las vistas o paisajes sobra, y cada parada o estación nos indica una etapa del camino, y un punto de inflexión. Cada escena e imagen tiene una misión y la cumple con rigor al servicio de la historia.
Se nos exponen todos los pormenores de la relación: conocimiento, acercamiento, aceptación, consumación, distanciamiento, ruptura y resignación, de manera perfecta. Es increíble que se exponga con tal precisión todo este proceso en 105 minutos, y no en 3-4 horas.

* Aparte de esta obra de ingeniería, la sensibilidad con que se trata la historia y los personajes me parece también ejemplar, sobre todo el personaje de Sang-woo, que es el que se lleva la peor parte.

* En una atmósfera plácida se nos presenta un amor en apariencia desinteresado, entre dos almas puras y candorosas. Un amor recíproco e ideal que parece hecho a medida, pues parecen estar hechos el uno para el otro, por muy tonto que suene. Amor que fluye inundando de efluvios el micromundo de los protagonistas, donde estos parecen estar flotando. Pero el menor movimiento brusco en esa primorosa danza que los mantiene en éxtasis viene a romper el espejismo, pues el etéreo y palpitante mundo henchido de amor que cree vivir Sang-woo no es más que eso, un espejismo.
A veces el comportamiento de quienes nos rodean es equívoco, y Sang-woo cometió el desliz de atribuir a Eun-su los mismos sentimientos que lo embargaban a él. El reconocimiento del error y la realidad es salvajemente demoledor, carga despiadadamente contra ese mundo ilusorio y deja al descubierto, disipados los vapores del amor, aspectos de la relación no tan puros y seráficos.
La volubilidad de las inclinaciones de Eun-su es lo de menos. Enseñará a Sang-woo a no ser tan cándido, le ahorrará sinsabores, pero también le privará de los placeres celestiales de la ilusión; puede dotarle de una nueva madurez, pero también convertirlo en un ser agazapado y a la defensiva que deje pasar oportunidades de ser feliz. Lo que me ha gustado es que la distancia que se va interponiendo entre los protagonistas no se expande fruto tan solo de la labor del tiempo y del desinterés de Eun-su, sino que se expresa a través de la transformación que esta última va sufriendo, en todos los aspectos, a ojos de un estremecido Sang-woo. A raíz de esto tenemos un montón de escenas realmente fabulosas, que además nos muestran esa otra cara de un amor que en principio nos pareció tan límpido. Del lado de Eun-su ese amor era capricho puntual, y del lado de Sang-woo era un sentimiento posesivo y sustentado en la necesidad y la dependencia. Sang-woo cree haber encontrado una criatura como él, y que como él, necesita ligarse a otra persona, sin la cual está desvalida (“me debe amar porque es débil, y a mi me viene que ni pintado”). Lo que ocurre es que las apariencias engañan.
Poco después de la ruptura Sang-woo ve como Eun-su ya no parece ella misma. Parece más independiente y desenvuelta, no está igual ni en su comportamiento ni en su apariencia externa. Ya no es la chica que le necesitaba, y eso lo abruma. El amor independiente que se hace dueño del espacio entre dos seres se va esfumando, dejando paso a uno basado en la incubación de dependencias. La escena en que Sang-woo ve como Eun-su ha aprendido a conducir y tiene coche propio es una sentencia en toda regla. Ruindad. El amor disipado de Eun-su y el posesivo y aprensivo de Sang-woo parecen igual de viles. La escena final me parece sublime; uno siente que algo verdaderamente se desgarra.

5 comentarios:

Carles Rull dijo...

No he visto "One fine spring day", pero me quedo a la espera de leer tu crónica sobre "Cartas desde Iwo Jima".

Un saludo !

Antonio Rando dijo...

Buenas. Pues en cuanto que pueda me llego a verla, y si no me empuja a dedicarle un espacio mayor, ya comentaré algo aquí mismo. Ahora mismo estoy liadísimo, pero han llegado a cartelera tres pelis que quiero ir a ver: "Cartas desde Iwo Jima", "Bosque de Sombras", y "La Vida de Otros".

Carles Rull dijo...

Hola Irian-Hallstatt: Igual me meto donde no me llaman, o igual ya lo conoces o estás participando en ello, pero como a ti te apasiona el cine oriental, ¿has pensado en ofrecer algun tipo de colaboración en Casa Asia? Igual te la aceptan.
Me suena que tienen la sede en Barcelona, y que incluso en el festival de cine de Sitges (y en otros eventos), participan en (entre otras muchas iniciativas y actividades) en temas relacionados con el cine. Entre ellos hay auténticos apasionados del cine asiático!!!
Yo no tengo ninguna vinculación con ellos, pero te dejo su web:

http://www.casaasia.es

No sé... ¡adelante con ello y tu afición!

Antonio Rando dijo...

Cineahora: gracias por el interés y el consejo. Conocía a los de Casa Asia de oídas; alguna vez he acabado en su web, linkado desde cualquier otro sitio.
Si te soy sincero, el cine asiático, y en general, me apasiona desde hace unos pocos años. Mis grandes pasiones, muy por encima del cine, siempre han sido la literatura y la música. Si que me gustaría colaborar en algo relacionado con el cine, pero lo dejo para más adelante, me faltan conocimientos sobre cine, nunca he estado relacionado con nada cercano a este tema, y no me sobra el tiempo precisamente. En cuanto al cine asiático, sobre Asia tampoco se mucho como para analizar su cine; como solo puedo hablar de mi experiencia personal ante el cine, sea cual sea el género o procedencia, prefiero dedicarme de momento a mi pequeño y modesto blog.

¡Saludos!

Carles Rull dijo...

Literatura, música, cine... Espero que nunca dejes de mantener estas pasiones.

Un saludo !