Jiu Jiang fen
Dir. Tom Lin
Taiwán 2008
* “Winds of September” nos lleva a esa época de la vida en que todo es despreocupación, seguridad en que el tiempo se ha detenido por siempre, y autosatisfacción: la adolescencia. Pero es también la época donde comienza el mundo a acribillarnos con problemas de la esfera adulta, a sacarnos de nuestro complaciente sopor planteándonos dilemas a los que no nos habíamos enfrentado antes, y que, a diferencia de los obstáculos que podíamos haber tenido hasta ahora, nos requiere un pensamiento maduro, reflexivo, sensato… adulto, siendo los que no pueden superar la prueba, por infantilismo, los que se llevan los primeros grandes batacazos de sus vidas, porque ya el foco de responsabilidad no está solo fuera de nosotros, sino mayormente en nosotros mismos.
La película muestra como un grupo de amigos de instituto, de esos grupos que, en nuestra inocencia, creemos forjados con cadenas de una lealtad inquebrantable, se va desintegrando a causa de las decisiones que cada cual debe ir tomando respecto a su vida, la cual les va ya exigiendo determinadas posturas ante el mundo real.
Este desmoronamiento de los grupos de amistades los hemos vivido todos, varias veces, y de forma más o menos dramática. A veces la causa de ello es “el tiempo”, “el paso del tiempo”: la excusa perfecta; y otras veces son acontecimientos concretos, o una serie de estos, como ocurre en esta película. El mundo juvenil estudiantil que retrata es similar al de otras cintas taiwanesas, como “Bluegate Crossing” o “Eternal Summer”. Supongo que por allí tendrán una visión bastante común de la vida adolescente, trazando un mundo de cándida rebeldía, nacientes valores, y problemas razonablemente resolubles: todo muy moderado. Es un buen ejercicio pensar en las formas que tiene cada cinematografía de retratar a su juventud: el candor taiwanés, la violencia nipona, la conciencia social francesa, la marginación y patetismo español (uy, se me ha escapado)... En oriente se suelen pintar las escuelas como mundos aparte, que absorben la totalidad del jovenzuelo en cuestión, condicionándolo por completo. De ahí, supongo, lo trágicamente disruptivo de cualquier problema surgido en su seno, y más aun de la salida definitiva de esa micromundo, el cual siempre está retratado como algo límbico, frío, pintado a base de tonos claros y apagados, celestes y blanquecinos filtros; como una especie de brumoso mundo disperso sin significación alguna, pues poco valor se da a sus espacios, profesores, padres, funcionamiento del centro, etc., centrándose todo en las relaciones entre jóvenes; quizá una forma de refugiarse de esa gélida existencia.
* “Winds of September” es un film plácido y entretenido; un dramita sobre las relaciones entre una decena de jóvenes diferentes personalidades, y sus formas de afrontar la adultez.
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