domingo, noviembre 30, 2008

Kabei: our Mother


Kaabee

Dir. Yoji Yamada

Japón 2008



* Yoji Yamada, de quien desconocía hasta hace poco el hecho de que tuviese en su haber tantísimas películas, y al que descubrí a través de su portentosa trilogía sobre la figura de los samuráis, vuelve a dejarme boquiabierto con su último trabajo. Sobre las penurias de una familia, y la inquebrantable voluntad y fuerza moral de una mujer, cuyo marido es encarcelado durante la II Guerra Mundial por su ideología antibelicista.

Reconozco que “Love & Honor” es un muy buen film, pero creo que la trilogía samurai de Yamada fue perdiendo valor, siempre desde mi punto de vista, desde la apabullante “Twilight Samurai”, donde Yamada se las componía para elaborar un film de corte clásico, muy clásico, con unos personajes construidos con un esmero tremendo, y un componente dramático de tristeza abrumadora. Pese a sus formas clásicas, Yamada lograba darle una vidilla y ritmo atractivo al aficionado actual al cine, perpetrando, junto con las dos películas siguientes, todo un referente del cine de esta década, en esa trilogía… y no solo dentro del cine asiático.


* Con “Kabei: our Mother”, Yamada recupera de golpe aquello que lo ha encumbrado dentro del cine actual, pese a llevar varias décadas haciendo cine. Lo único que podríamos decir que diferencia los personajes de “Kabei” de los de sus últimos films, es el contexto. Seguimos viendo una elegante, poética y apasionada glorificación del amor, el honor, la lealtad, la humildad… pero ahora, no en referencia a un contexto psicosocial y cultural que se debilita, donde ciertos sentimientos, actitudes, modos de vida, o determinaciones, dominantes hasta entonces, son cada vez menos apropiados, no recibiendo la respuesta que antes provocaban; sino que ahora nos los sitúa en un mundo tan caótico, tan desesperantemente desquiciado e impredecible, que dichos comportamientos pasan simplemente desapercibidos, dándose esto siempre en el contexto del mundo de Yamada, en este caso la II Guerra Mundial, cuya recreación es solo un referente, siendo el verdadero mundo de Yamada sus protagonistas, su entereza y dignidad, la misma, independientemente de la época que pinte el maestro.


* De nuevo, la sencillez lírica de la inconmensurable belleza en la calidad humana de sus personajes, y el minimalismo en el retrato que representa cada secuencia. Fuera de esto, de la exquisita y incontestable perfección formal de su película, lo realmente inmenso en esta película vuelven a ser los protagonistas. Se intuye un afecto tan incuestionable de Yamada hacia sus personajes que es imposible no sentir lo mismo. A destacar los personajes de Kayo y el Sr. Toru (interpretado por el incansable Tadanobu Asano). Este último personaje, un poco esperpéntico para el tono del film, pero encantador.




* Algo crucial en “Kabei”, y en cualquier film de Yamada, son las diferentes ópticas, intelectuales, ideológicas, culturales, o de edad, desde donde se observa el discurrir de la actitud y el comportamiento de los protagonistas principales. Este aspecto es muy interesante, pero creo que no está del todo conseguido, o simplemente, no ha querido desarrollarse de forma que copara el interés. Quiero decir que, al principio, parece que vaya a ser la visión de la hija pequeña del matrimonio sobre la situación la que vaya a guiarnos por el relato (como sucediese en esa joya del cine español que es “El Espíritu de la Colmena”), pero el lenguaje y la perspectiva de la película no invita excesivamente a compartir el enfoque de la pequeña, porque de hecho, nos encontramos ante la reelaboración adulta de unos recuerdos infantiles, no ante una visión infantil. Sea como sea, es el retrato de la magnífica figura de Kayo, junto a Toru, la que hegemoniza la narración, sin ignorar lo fabulosamente fundados que están los demás personajes. Pero centrándonos en la situación que se narra, me gusta como la incapacidad de la pequeña para comprender en toda su amplitud y profundidad lo que ocurre a su alrededor, y sobre todo para entender y estimar la abnegación de su madre, por la inconciencia, inmediatez y actitud particularmente egoísta de todo niño, sea extensible, por las mismas razones, y en mayor o menor medida, a todo el mundo que los rodea, desde sus más nimios vecinos, hasta los responsables de los sinsentidos y aberraciones de ese época. Virtuosos personajes, luchando por sus semejantes, ante la tiranía salvaje de infantiles mentes ofuscadas por el poder. Todo un retrato del sacrificio… muy Mizoguchi.


2 comentarios:

Ariel Luque dijo...

La desconocía a esta película, trataré de conseguirla. Muy buena reseña Irian. Un abrazo grande!

Ariel.

Antonio Rando dijo...

Ariel: Pues si puedes, píllate la trilogía sobre la decadencia de la figura del samurái, del mismo director… increíble.