martes, febrero 05, 2008

Moonlight Whispers

Gekkô no sasayaki
Dir. Akihiko Shiota
Japón 1999

* Si ya pueden ser desconcertantes, a la par que interesantes si se plantean con habilidad, las historias sobre parafilias en el mundo adulto, más turbador resulta el que se toquen estos temas teniendo como protagonistas a adolescentes, una época de cambios y formación de la personalidad. Y no es una de tantas película que abordan y se hastían dando vueltas en torno al tema de la homosexualidad, la desviación más frecuentada en películas sobre el despertar sexual en la adolescencia, sino que en este caso apuntan a otras inclinaciones como el fetichismo, el sadismo y masoquismo, y el conflicto personal e interpersonal que provocan una vez comienzan a trastornar ese frágil y moldeable mundo bisoño.

* La parejita protagonista, jovencitos de lo más común, llevan tiempo sintiendo atracción el uno por el otro, y comienzan a salir juntos en cuanto se declaran su mutuo amor: alegría desbordada, risitas, cohibidas miradas al pavimento… Todo tan idílico a los diez minutos que, o el director demuestra un gusto exquisito como narrador, o por ese camino acabaré ahogándome en almíbar. Pero hacen el amor, y el chico no parece haber sentido más placer que cuando toca lección de “conocimientos avanzados sobre consunción del tiempo de clase”. Esto será la punta de lanza con que se va a hender ese delicioso mundo. Y la película comienza, no solo a ponerse más interesante, sino cruel, lo que se agradece. Pues también refleja como reaccionan los demás ante la desviación del prójimo. El chico tiene cierta tendencia a la adoración de cualquier cosa ligada a su amada, más incluso que por la persona en si, y aunque a todos nos gusta guardar como tesoros objetos vinculados al ser amado, la colección de Hidaka es demasiado bizarra como para que ante su descubrimiento Kitahara pueda hacer más que huir aturdida. Hidaka ya no es el chico de sus sueños, es la perversión, encarnada en un cuerpo humano, simulando ser una persona, y con la desfachatez de ocultar su nombre “hentai” bajo el de Hidaka. No deja de ser interesante como según las entendederas de la mayoría de la gente, la sexualidad que va por cauces corrientes es solo un área vital, pero una desviación de la normalidad en dicho terreno es una mancha que se extiende a toda conducta y cognición del monstruo que la luce orgulloso, y que pobre o no de él, no puede desprenderse del estigma en momento alguno. Y en un monstruo se ha convertido Hidaka en un abrir y cerrar de ojos. Kitahara lo ha mandado al patíbulo. Parece que Kitahara sienta una indignación turbulenta ante los fetiches que a hurtadillas Hidaka ha ido recolectando sobre su persona, lo siente como una violación de su intimidad, un atentado: mucho remilgo ante alguien con quien te has acostado. Lo que Kitahara siente es miedo, miedo ante un mundo que desconoce y que por lo tanto implica riesgo, más dada su inexperiencia personal. Y el miedo la convierte en un monstruo aun mayor que cualquier pervertido de turno, convencida de una superioridad moral que da derecho a la crueldad. Comienza a tratar a Hidaka como a un perro, y él encantado, que ya sabemos de que pie cojea. El caso es que Kitahara comienza a sentir cierto deleite en aquello de la perversión, y ahora si que tenemos a un engendro del todo diabólico. Entre el placer ante el dolor y la justificación vengativa, Kitahara desciende al inframundo de sus odiados pervertidos.

* La película es mucho más compleja que todo esto. Nos presenta personajes que rebosan todo sentimiento negativo que podamos imaginar, con un potencial tremendo para el sufrimiento propio y de los demás por no saber “aceptar” en todos los sentidos. Film muy duro, despiadado, de la mano del extravío y el caos de los personajes, que no intenta establecer límites ni encasquetarnos explicaciones o dosis de comprensión de ningún tipo. Convulso despertar al mundo real de unos adolescentes, recogido como tal sacudida en la película; eso si, con el temple y tono cadencioso tan común en el cine nipón.


2 comentarios:

nn dijo...

El cine japones simpre nos sorprende con estas extrañas maravillas... el cine es uno de los desahogos de una sociedad japonesa extremadamente freak...

Antonio Rando dijo...

Buenas, psicodeliazombie.

La verdad que siempre tenemos esa idea del japonés extremadamente recatado, educado, cortés, que hace reverencias hasta frente a su imagen en el espejo… pero después en su cine, junto al coreano, son de lo más desinhibidos, y mientras en algunos aspectos siguen cortándose un poco, en otros no tienen reservas ningunas en la medida de lo grotesco ni chocante.