domingo, septiembre 24, 2006

El Perro Mongol (La Cueva del Perro Amarillo)


Die Höhle des Gelben Hundes
Dir. Biambasuren Davaa
Alemania / Mongolia 2005


Mientras cumple un encargo de su madre, Nansal, la hija mayor de una familia nómada, encuentra un cachorro de perro perdido en una cueva. Descuidando lo que tenía que hacer, vuelve a casa acompañada por el perrito. Poco a poco, pese a la insistencia de su padre de que se deshaga de él, porque puede haber estado conviviendo entre lobos y resultar peligroso, Nansal se va encariñando con el perro. Acabado el verano, cuando la familia debe mudarse a otro lugar, tendrán que decidir que hacer con él.










* Solo por el festín visual que el espectador puede darse con esta película ya merece la pena ir a verla. Entre la sobrecogedora belleza paisajística del país, con espléndidos decorados naturales, y la cuidada belleza plástica de la que se han esmerado en dotar a la película en todos sus aspectos: vestuario, decorados, ambientación, ... les ha salido una obra preciosa como pocas desde hace tiempo. Minimalista y exuberante, toda la película se podría ver como un enorme y colorido tapiz que nos muestra una porción de la vida de Mongolia, que aúna lo bucólico del paisaje con la explosión vital y colorista de la vida de los protagonistas.
En este aspecto visual resulta más pródiga, mas atrayente para el público general, que su antecesora La Historia del Camello Que Llora; anterior trabajo de la directora Byambasuren Davaa. Resulta más vistosa; por un lado debido a que la región donde se rodó da más juego para el lucimiento estético que la monotonía del desierto, pese a la solemne belleza de este; y por otro lado debido al ánimo intencionado de elaborar una obra casi ornamental y artística; colorista; si bien es cierto que las dos películas casan a la perfección la belleza de los decorados naturales con la belleza general de las imágenes de la vida doméstica y del entorno cotidiano. En El Perro Mongól la preocupación estética y plástica, es mucho mayor y evidente, resultando uno de los pilares del film junto con su valor documental.





* Esa mayor preocupación por el acabado artístico y ornamental, la aleja de la expresión sencilla, natural y realista, sin artificios, del cine documental en general; carácter que si tenía La Historia del Camello Que Llora. En este aspecto, El Perro Mongol es más artificiosa, sin que ello le reste valor documental, pues pese a que el anterior trabajo se presentó como documental, y este no, la verdad es que no deja de serlo. Su pretensión, aparte de la artística, es volver a mostrarnos el modo de vida de las familias nómadas de Mongolia, esta vez en otra parte del país, con una historia diferente, pero a través de la cual se articula el mismo discurso y mensaje, presentando detalles de los que no se ocuparon en el anterior trabajo.


* Otro aspecto que puede alejar la película de la típica desnudez documental es que la familia nómada de El Perro Mongol, es real, si, pero actúan y se interpretan a si mismos; la familia es entrañable y su actuación acertada, pero la estampa queda un poco artificial, cosa que no ocurría con la familia del desierto de La Historia... que resultan mucho más natural, respecto al propio entorno y dentro del contexto de la película; sin esas sutilezas estéticas e interpretativas de esta segunda cinta.



* En cuanto a la historia narrada, en La Historia del Camello Que Llora el relato es más sólido, y tiene un desarrollo, del que la historia de El Perro Mongol carece. La historia del camellito blanco rechazado por su madre, y de los esfuerzos de la familia nómada por buscar una solución, era la constante de todo el film. El documental se articulaba a través de esa narración, y tan importante era el relato en sí, como el retrato del modo de vida de los habitantes del desierto del Gobi; de sus tradiciones; ritos; costumbres; etc. Ahora la historia del perrito prácticamente no cuenta para nada; es bonita, si, pero el documento antropológico que supone la película podría pasar sin ella. No hay narración como en La Historia... pero hay la misma intención de mostrar la vida cotidiana y las costumbres de esas gentes. Esa pretensión guía la película. Su valor documental es mayor que el de la historia que narra.


* Volvemos a encontrarnos con un sensible canto a la vida natural y sin artificio de los habitantes nómadas de Mongolia; a la comunión con su entorno; a la importancia de la familia; a una humanidad y humildad que persevera aquí mientras se degrada en entornos urbanos más “civilizados”; a la sencillez de una forma de vida que no necesita del consumismo y las naderías a que nos hemos acostumbrado en las sociedades “avanzadas” para llenar ciertos vacíos emocionales, morales, etc.


* Las referencias durante la película a la vida en la ciudad, y a unas supuestas elecciones al parlamento Mongol, con la actitud que guarda la familia respecto a ellas, plasma de forma contundente la separación entre dos estilos y formas de vida. Se nos muestra la inmutabilidad y perseverancia de la vida tradicional nómada, dependiente del entorno natural, solo en peligro por la voracidad de las necesidades de la sociedad moderna.


* Tierna historia, con valor documental, y visualmente extraordinaria.

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