miércoles, mayo 30, 2007

Suzaku

Moe no Suzaku
Dir. Naomi Kawase
Japón 1997

* Si bien en “Shara”, su otro largometraje hasta la fecha, Naomi Kawase nos sumergía en el dolor omnipresente y vivo de una familia por la ausencia de uno de sus miembros, para de un modo catártico expurgar finalmente ese dolor, en “Suzaku” nos presenta un complejo tejido sentimental en el seno de una familia, cuyas relaciones el espectador debe ir desentrañando, captando el sentir de los personajes, mientras, en este caso, la soledad y la aflicción van imponiéndose.


En esta película Kawase se entretiene más en ponernos en antecedentes, aunque le bastan solo un par de apuntes relevantes sobre el pasado de los personajes para darnos un punto de arranque, y a partir de ahí desarrollar una historia de una riqueza emocional tremenda. Los pocos diálogos que hay no aportan nada que no podamos captar en las actitudes y comportamientos de los protagonistas.
Siempre me ha llamado mucho la atención, sobre todo en cierto cine oriental, como a veces, con una falta casi total de diálogos y un hieratismo casi enervante, se transmite más que con los más amplios textos. Cierto que también depende del esfuerzo que buenamente quiera hacer el espectador. “Suzaku” se construye a través de las suposiciones que vamos aventurando.
Me he visto la película varias veces, pero su riqueza no creo que estribe en las veces que la haya podido ir reelaborando o apurando, pues me llenó del todo la primera vez que la vi.

Considero que Kawase tiene una especial sensibilidad para comunicar y transmitir a través de otros lenguajes, más allá incluso de lo poco convencional en el cine, y aún así, ofreciendo un cine de autenticidad y naturalidad portentosas. Difícil dar con el ardid o recurso al que acude Kawase en tal o cual secuencia para hacerte llegar tal idea, sentimiento, o intuición. Creo que Naomi Kawase representa el cine intuitivo puro, que nace libre de estratagemas y artimañas. De esos cineastas que te hacen pensar que basta con ponerse a filmar para transmitir; que con contar algo comunicamos. Pero no es tan sencillo; como la iluminación está en su mirada y percepción, más que en el uso de técnicas y recursos… o tienes “alma”, o tu cine tampoco la tendrá.
Por mucho que uno vea esta película, no dará con nada explícito que rubrique sus cavilaciones sobre lo que ocurre y los vínculos entre los personajes. De hecho, creo que todo aquello que Kawase nos ofrece a las claras no es vital para lo que quiere reportar. Película para elucubrar continuamente, asociando y descartando, siempre acosados por la sangrante autenticidad del film, y guiados por unas interpretaciones certerísimas en su misión.


Narra la desintegración de unos lazos familiares, de la ilusión sobre lo inamovible de estos y su placidez. Consigue que seamos capaces de ver a través de los ojos de cada uno de los personajes, en ambos sentidos: viendo y sintiendo como ellos, asomándonos a su interior y exterior. Sobre la actitud del padre, la relación entre tía y sobrino, sobre la visión que Michiru tiene de la nueva situación, la percepción de la abuela, etc, etc, es decir, sobre todo aquello que supone la historia de “Suzaku”, Kawase se limita a insinuarnos. Y son tantas esas sugerencias, alusiones e invitaciones a penetrar la historia que lo normal sería fracasar a la hora de casarlas, pero en mi caso esta película te espolea y anima a hacer el esfuerzo de darle forma.
Por cierto, final abrumador. Prepárense para anegar la estancia en lágrimas; o cuando menos, para sentir una congoja brutal. Y si han visto “Shara” ¿Por qué a Kawase siempre le llueve cuando mejor queda el chaparrón?

sábado, mayo 26, 2007

Les Amants Reguliers


Dir. Philippe Garrel
Francia 2005



* No se que pulso oculto esconderán las imágenes de “Les Amants Reguliers”, pero me vi sus 3 horas sin pestañear, repetí al día siguiente, y no descarto volver a verla en cualquier momento. Llevo días que sin poder quitarme esta película de la cabeza, y recomendándosela a toda persona que me cruzo, porque no entiendo que tendrá, o que tendré, que tanto me ha impactado.


* Retrato del ímpetu de una juventud que se abandona a todo. Esa impetuosidad se vive en cada secuencia y fotograma pese al ritmo aparentemente pausado del film. El ardor juvenil se aprecia en cada mirada, gesto o palabra, y parece contagiar con su impulso una narración que se desarrolla con cierta brusquedad, donde la linealidad temporal se rompe continuamente, y donde solo podemos dejarnos llevar para no acabar descolocados. La película es tan hechizante que del hosco brío con que se acomete su desarrollo no se da uno ni cuenta. También puede dar la sensación de estar fracturada en su mensaje, contenido,… A muchos chocará que el marco inicial de las revueltas parisinas del 68 vaya diluyéndose poco a poco para dar paso a otros asuntos, tras unas secuencias realmente impresionantes de la lucha nocturna en las calles. La película deja de lado las barricadas porque así lo han hecho sus personajes. Hay que buscar las ideas del film fuera de esas barricadas. Yo veo un asunto primordial en toda la película que es el de una juventud arrebatada, con un potencial inmenso para todo, pero que siempre acaba cayendo víctima de su propio impulso; ardiendo en los fuegos que provoca, y que con suerte harán recordar lo que iluminan. Una juventud que se lanza igual a la revolución, que al amor, al arte, o a las drogas. Juventud en apariencia falta de sentido de la mesura, de una visión nítida, siempre empañada por su apasionamiento sin reservas, pero dotada de una lucidez que destella iluminando tanto verdades como utopías. Que se lanza a todo henchida de esperanzas, de ilusiones, y de una fuerza prodigiosa que siempre acaba dispersa o descontrolada. Juventud que nunca acaba lo que empieza.

* De las intenciones de Garrel nada se, pero veo en la juventud que retrata un modelo sobre el que reflexionar. Se perfilan sus debilidades y fortalezas; se les critica y ensalza, pero creo que esto último acaba brillando más. En esta película no hay sentimiento nostálgico ninguno sobre una época o una juventud “mejor que la actual”. Jóvenes como los que retrata la película abundan hoy día, aunque quizá hoy sea más complicado distinguir al enemigo y dirigir las energías y esfuerzos hacía un objetivo. Quizá la confusión de la juventud actualmente sea mayor, al menos de la que tiene ciertas inquietudes, y quizá la película, si no nostálgica, si eche en falta ese voluntad en todo joven.

* Su sombrío blanco y negro, en mi opinión hasta lóbrego a veces, supone una triste y desesperanzadora mirada sobre esas “esperanzas fusiladas”, que podemos contextualizar más o menos en la película, viéndolas referidas al chasco del 68, a como esa apasionada juventud reculó, o verlas referidas al desperdicio que suponían y suponen tantas energías juveniles perdidas dirigidas a pretender utopías, ahora y siempre. La cámara se entristece al ver una juventud, única portadora de una energía creadora y regenerativa, revulsiva, que pese a su lucidez, está falta de moderación y raciocinio para plasmar proyectos. Que siempre choca con el ánimo de un sistema hostil perpetrado por quienes abandonaron su búsqueda tiempo atrás, o ni siquiera buscaron nunca nada.

* Como he dicho antes, la película, que será “lenta” para la mayoría, está cargada de toda la ardiente energía de sus protagonistas, y la visión que tienen de su entorno y de quienes les rodean está plasmada a la perfección sin necesidad de interminables diálogos. Sus espacios están repletos de ideas, sentimientos, emociones,…

* Me ha encantado todo su inicio, esas secuencias de enfrentamiento urbano, las barricadas floreciendo en la noche, el fuego,… con toda su modestia y falta de espectacularidad las imágenes son impresionantes, y su tenebrismo le da unos tintes casi épicos.
Aparte de la pareja protagonista, la película nos acerca también a otros muchos de esos jóvenes, lanzando miradas ocasionales sobre todos ellos, casi al azar, pero logrando un perfecto perfil de todos. Hasta el menos favorecido por el objetivo acaba dotado de personalidad.

* Una película sobre la eterna lucha, la eterna búsqueda de la juventud. Búsqueda que la mayoría de las veces no da frutos, y que se abandona sin haber ganado nada, solo cierta madurez responsable, o sea, nada; pero eso si, habiendo perdido toda fuerza, brío y brillo.
No se que más aventurar sobre una película que ya está entre mis favoritas absolutas. Solo me queda vérmela de nuevo.

miércoles, mayo 23, 2007

La Mujer de al Lado


La Femme d’a Côte
Dir. F. Truffaut
Francia 1981

Los Coudray tienen nuevos vecinos. Quien le iba a decir a Bernard Coudray que la mujer del nuevo vecino sería la mujer con la que tuvo una pasional pero también nefasta relación en el pasado. Aunque convencidos de las razones por las que se separaron, se lanzarán a la aventura al margen de sus matrimonios.


* El tiempo lo cura todo. Así al menos quería pensar también Bernard. Pero el tiempo que hurtamos al destino no es nuestro, y no tiene el poder terapéutico de ese otro, el que dice curar.
Bernard no sabía realmente a que tiempo estaba apelando, pero el tiempo que se ocupaba de él no tenía pretensión curativa ninguna; nada de esa intención sanadora que se le suele atribuir. Tiempo cruel, que tras jugar 8 años con el sosiego de una persona decide que se ha cansado, dar la broma por concluida, y el juego por perdido para todo el mundo. Porque no bastándole con golpear a uno, sus bandazos deben derribar a los más posibles. Por ello, para variar, decidió hacer participes del juego a inocentes como Philippe, Arlette, o Thomas, el hijo de Bernard y Arlette; hijo de una farsa; hijo de aquello de “el tiempo lo cura todo”; hijo de una huida desesperada.

* Buena dosis de amor desesperante y desesperado. Nos falta tiempo para pasar de la incomodidad fruto de un encuentro casual y desafortunado a la desesperación más febril y fatídica. Pero nosotros vamos con retraso, porque a los protagonistas el golpe brutal se les asesta desde un primer momento. El pasado se les presenta arrollador; sin tiempo para asimilar nada, intentan seguir el ritmo de la sacudida que de parte de este acaban de recibir para que no los barra. No la pueden esquivar; no pueden hacerle frente; la fortuna se ríe de ellos, y a ellos no les queda más remedio que reír también, aunque sea con estertores nada halagüeños. Sin entrar en explicaciones sobre su pasado, en un estado de cierta confusión, podría chocarnos la irresistible atracción que se da entre los protagonistas. No es una alocada atracción fruto del momento, pues el momento es el término de un proceso solapado que se ha ido gestando durante años, o el estímulo que actúa sobre los rescoldos inextinguibles de una relación especial, haciendo aflorar el recuerdo de forma despótica.

* Dicen que el enamoramiento es un estado fisiológico que no dura más allá de los 3 años máxime. Para Truffaut dura mínimo 8. Claro que aquí no tenemos el enamoramiento de la parejita que levita, sino una especie de certeza destructora sobre la singularidad de la otra persona, y un deseo irreductible y fatal a participar plenamente de esa singularidad, o al menos, eso se deduce de la forma en que se perciben los protagonistas mutuamente. Para ese plazo de expiración del amor y la atracción se supone que se requiere el contacto continuo. En esta historia no tenemos eso, pero parece que durante todo ese tiempo los protagonistas no han tenido otra cosa en la cabeza que la vecindad de esa persona de su pasado. En este caso podríamos pensar que ciertas cosas si deberían caducar, porque los protagonistas eligieron la paz y la estabilidad estancada a una intensa y caótica vida de amor martirizado, y todo para erigir un absurdo de años. Mejor rendir pleitesía al funesto hado cuando su fuerza es incontestable y está íntimamente ligado a nuestra naturaleza. Lo que ocurre es que nadie sabe lo que le deparará el futuro, y se tiende a confiar en él.

* A las primeras de cambio la frase “ni contigo ni sin ti” parece rotular a fuego la pasión que nos pintan. Por fortuna no nos encontramos ante un vaivén insulso y sin sentido, o ante un toma y daca al que no tomamos el pulso por la insipidez del retrato. Cuando vislumbramos un poco de la forma de ser de los personajes, y un poco de su pasado, entonces las sacudidas que sufre la relación, y que le otorgan fatídicos tonos, cobra una significación aplastante; sacudidas fruto del enfrentamiento entre la pasión y la particularidad que nos atrae en el otro con la certeza de las nítidas razones que provocaron la separación. Y repito que al menos yo capto la dimensión de esa fatídica relación sin que explícitamente la película me ponga en situación. Así, supongo que habrá que agradecer esto a unos inmensos Gerard Depardieu y Fanny Ardant, dando vida al inestable y exaltado Bernard y a la romántica y misteriosa Mathilde.

* El personaje de Madame Odile, magnífico también, es otro ejemplo de que el tiempo solo cura cuando le viene en gana, que a veces nuestros esfuerzos por olvidar son inútiles, y además, suponen una eterna lucha contra nosotros mismos. No se trata de ser de determinada manera para estar menos abocado a esa maldición, la que nos hace incapaces de pasar página; quizá haya gente más proclive a poder olvidar, pero los tres personajes puntales que indico arriba parecen lo suficientemente alejados entre ellos por sus constituciones que nadie parece estar realmente libre de, algún día, acabar cargando con una losa. Porque cuando esa página a pasar pesa demasiado, como indica Matilde, y ni con ayuda lo conseguimos, una auténtica losa es.

* La película tiene un tremendo final, que quizá no se vea venir del todo, pero que llega henchido de horrible lucidez.

lunes, mayo 14, 2007

Mortal Zombie


Return of the Living Dead 3
Dir. Brian Yuzna
EEUU 1993


Cuando Julie muere en un accidente de moto su novio logra resucitarla gracias a un gas usado en una base militar, donde trabaja su padre, y donde experimentan reviviendo cadáveres para usarlos como armas. Ambos huyen tras salir de la base, pero la mente de Julie irá poco a poco sucumbiendo a los efectos del gas sobre su cuerpo y sus instintos. Estos se hacen cada vez más fuertes. Julie intenta luchar contra ellos para no convertirse en una bestia.


* Recomiendo esta película porque tiene en mi opinión un componente dramático que logra imponerse en mitad de un torbellino de tópicos del género. La casquería suele ser siempre refrescante, la violencia de agradecer; al final acaban siendo siempre bienvenidas. Pero esta película no se caracteriza en ese aspecto o en el plano gore por ser más o menos generosa que tantas otras, y de hecho, es bastante contenida al respecto. Su vena sangrienta poco impacto causará a los verdaderos aficionados a este tipo de cine. Es su dimensión dramática la que la hace diferente. Salvando las distancias, me ha trae a la mente películas como “Trouble Every Day” de Claire Denis, o “Ginger Snaps”; aunque sea un poco.
El tema del romance queda bastante desaliñado porque creo que el personaje de él no tiene la fuerza que si tiene el de ella. Aunque haya que reconocer que, ya en la recta final, tanto el personaje de él, como la relación, cobran mayor dimensión. Sin pasar a los anales del cine, la figura de Julie llega a ser impactante. La impronta que deja sufre altibajos durante toda la película, que va desviando de continuo su atención hacia otros pormenores de la historia, pero cuando se alza ella protagonista y se pone en faena lo hace a base de bien, eclipsando a todos los personajes y toda la trama.

* En el cine de terror, y más en el subgénero “zombie”, es difícil elaborar un personaje con un registro trágico que irradie realmente fatalidad y dolor. Pese al intento de no incluir intencionadamente elementos cómicos en este tipo de películas es difícil mantener un tono dramático o de una mínima intensidad emocional, cuando tienes un puñado de actores convencidos de que para imitar a un zombie todo es andar rígido y hacer como que estás al borde del coma etílico. La forma de desenvolver el personaje de Julie no cae en saco roto, no nos ciega ante las debilidades del film, pero tiene el suficiente impacto como para que las pasemos por alto, y el suficiente ímpetu como para dotar de alma a la película.
Otra cinta del género que esta me trae a la cabeza por sus tintes dramáticos es "El Día de los Muertos", aunque esta última la veo más equilibrada y elaborada, y su tono desoladoramente gris lo impregna todo, mientras que en "Mortal Zombie" es el personaje femenino el que carga con todo el componente trágico.
Pocas veces el cine de horror se detiene en las sensaciones y conmociones de los protagonistas, sus criaturas, y aquí si que tenemos algo de esto. El miedo de Julie, no a la muerte, no a hacer daño a su pareja, sino al cambio, a convertirse en una de esas cosas. Miedo a ser consciente del cambio una vez este se produzca, y que quede un resquicio de lo que se era antes, pues si nada conserva la transformación, esta siempre será muerte. La muerte no es más que uno de tantos cambios, solo que con un nombre desafortunado. A Julie le inducen la esperanza de que quizá haya una solución, y es brutal ver como se lanza por sus propios medios a intentar frenar el proceso, infligiéndose daño para no sentir hambre. Agarrarse al dolor para no evolucionar. Increíble su automutilación, convirtiéndose en una de las furias como intento desesperado de no acabar siendo algo peor; para protegerse y protegerle a él, de los demás, y de ella misma. Me viene a la cabeza una frase de la película “Sitcom” de Ozon, algo así como: “Si no puedo matarme, al menos déjame que sufra”.

sábado, mayo 12, 2007

The Legend of Evil Lake

Cheonnyeon ho
Dir. Kwang-hoon Lee
Corea del Sur 2003

A las puertas de nuestra era, en mitad de luchas intestinas en tierras coreanas, el espíritu de un malvado jefe tribal fue confinado en cierto lugar, y retenido por el dominio de una espada cargada de poder. Mil años después, una muchacha víctima de las intrigas de palacio será poseída por ese espíritu, el cual intentará cobrar venganza sobre los descendientes de aquellos que lo vencieron.



* The Legend of Evil Lake tiene todo aquello que me atrae de los dramas épicos, de artes marciales, o como se los quiera llamar, que tan de moda se han puesto desde hace unos años; aunque parezca que la moda va decayendo, quizá por repentino desinterés por lo exótico, que hasta hace poco tanto gustaba, o por repetición abusiva de patrones, o porque los señores que antes decían algo con estas películas ahora no tengan nada que decir (se me viene a la cabeza por ejemplo La Maldición de la Flor Dorada). The Legend of Evil Lake no solo tiene aquello que aprecio en este tipo de cine, sino que para mi evita todo lo que lo echa a perder o entorpece.


* Uno de los atractivos que la alejan de sus congéneres es la inclusión de la fantasía e incluso perlitas de terror. Aquí la fantasía no se limita a acrobacias aéreas, superpoderes, o al absurdo elevado al nivel de lo fantástico; dentro de lo que cabe, el film es muy discreto al respecto. Lo que tenemos no es una espiritualidad arrebatada y explosiva que nos arranca de lo terrenal, sino un elemento sobrenatural explícito que viene a entrometerse en la cruda realidad. Algunos tétricos ambientes y la vengativa figura del cuerpo poseso de Jaunbie nos dan algunos apuntes de terror. Este componente y el fantástico son de lo más sugerentes, y están muy compensados. Son subyugantes y esplendidas muchas de las escenas que nos ofrece el lóbregamente hermoso personaje de Jaunbie. También contribuye al aparato fantasioso la figura del maestro y tutor de la muchacha, especie de monje guerrero portador de secretos y protector de arcanos. Estas dos figuras, como se las trata, me recuerda a cintas como Una Historia China de Fantasmas, o La Novia del Cabello Blanco, para que os hagáis una idea de la fantasía oscura de la que hablo. Muchas escenas recuerdan a la fantasía “entrañable” de esos films, pero sin sus excesos. También tenemos acción, no tan coreográfica como parece gustar ahora, pero de lo más apañada, y a veces con algunos arrebatos gore. Y no pueden faltar las intrigas palaciegas, pero sin empalagar, ni chupar trama. Al hilo de esto hay que mencionar que en un primer visionado algunos de los personajes, ya desde un prólogo de desquiciada fantasía, nos parecerán algo indeterminados en cuanto a la actitud y determinación que guardan. Una vez nos aferramos a la pareja protagonista nos costará situar en su órbita al resto de personajes en lo referente a la posición que mantienen respecto a ellos, aunque también nos costará aclarar las relaciones guardadas entre el resto de personajes. Todo esto hace más interesante la historia. Una historia que, para mí, por el tema de la espada, el lago, la dama que de él emerge, el “mago”, esa oscura fantasía casi “ochentera”, su modestia y falta de pretenciosidad, su arrojo, e incluso por la musiquilla escogida, me hace pensar en la épica europea (ralladas de un servidor).


* La película es tan ágil que se hace corta. No trastabilla nunca, no se detiene contemplativamente en ningún momento, ni nos machaca elemento alguno. Cabalga audaz como los caballitos que a veces montan los personajes. Me resultan además interesantes todos los personajes: la emperatriz, acosada por las responsabilidades, las intrigas que se forjan a su alrededor, y un amor no correspondido; Biharang, con el corazón dividido entre su dulce campesina y su lealtad férrea hacia su emperatriz; Talwi, bravamente fiel a su general; o la Jaunbie ya metamorfoseada.

* Mención aparte para la relación entre Biharang y Jaunbie, y más cuando esta se levanta de su acuática tumba para destruir todo un reino. Espléndidamente novelesca y romántica es la situación y la lucha de ambos. El cuerpo de Jaunbie, mantenido con vida o actividad (no lo se) por el malvado espíritu, conserva también la mente y el alma de la joven. Recupera el dominio solo de vez en cuando, y solo para convencerse del daño que se les está inflingiendo a los demás, sobre todo a su compañero y a su maestro. Solo vuelve en si para sufrir. Y que decir de él, ahora con el corazón aún más escindido entre el amor a Jaunbie y el respeto y fidelidad a la emperatriz y a su reino. Decida lo que decida las consecuencias pueden ser catastróficas para él. Muy bonita y desgarradora historia de amor.

miércoles, mayo 09, 2007

Gertrud

Dir. C. T. Dreyer
Dinamarca 1964

“La única forma de vida es amar”.

* Para Gertrud el amor lo es y será todo. No imagina otra forma de ser y vivir que amando. Además no concibe que otras formas de afecto o inclinación puedan ser consideradas como amor, solo aquel que nos arrebata en el pensamiento de nuestra pareja. El amor que embarga y esclaviza a Gertrud, la concepción que de tal sentimiento tiene, la condena inexorablemente: es un amor demasiado ideal, ofuscado, así como egoísta y despótico, que cree bastarse a si mismo, pero que de continuo ha de batirse en retirada ante los desplantes de la cruda realidad.
Gertrud busca a alguien que sienta el amor como ella. Cree incluso poder contagiar a los demás su ideal de vida, pero no deja de enfrentarse al hecho de que pocas personas hay que se entreguen a esos sentimientos de forma tan integral y absoluta, y así, una y otra vez, nuestra protagonista cae presa del desengaño. No solo la realidad la desilusiona; vive engañada por ella misma.Y si Gertrud hallase otro lacayo del amor pleno y obsesivo, otro ser al que el cruel mundo haya hecho solo para amar, se encontraría igualmente en tierra de nadie, condenada sin remedio, porque nada asegura la reciprocidad de sentimientos, ni la perpetuidad de estos, y sumado a la impetuosidad de la que Gertrud hace gala, se encontraría una y otra vez ante la imposibilidad de dar con aquello que busca: una relación espiritual, donde tan exaltados y ciegos sentimientos se fundan generando una sola alma. Gertrud es una soñadora patológica, y feliz en ello.

* Dreyer nos presenta el amor vehemente personificado de forma casi obscena en la figura de Gertrud. Contrapone este a otras formas de amar, sustentadas por el resto de los protagonistas de la vida de Gertrud, hombres que tienen o han tenido relación sentimental con ella.
Cada una de las diferentes historias nos muestra el conflicto desatado por el ideal del amor que tiene la protagonista; conflicto con esas otras formas de amar que ella no tolera y desprecia. En algunos casos, esa ofuscación provoca un daño irreparable, incongruentemente derivado de un amor en apariencia tan puro. Es el caso de Lidman, que la amaba tanto como ella a él, pero que tuvo la desgracia de no ser capaz de volcar toda su vida en ese amor, en Gertrud, y fue excluido de él. El amor de Gertrud, para ser tan seráfico, es también ferozmente despiadado.

El abatimiento brutal que evidencia Lidman, pese al hieratismo general de la película, es abrumador, y la escena en que ella rememora como acabó su relación, salvaje. El retrato de una forma de amar tan denodada, pero tan cruel a la vez, es imponente. Pero ese amor avasallador no solo expone a rudos golpes a sus amantes, sino que ella también se arriesga a ser maltratada por su propia forma de ser, pues su amor no le sirve de escudo, como ella a veces parece creer. Como vemos en el caso de Jansson, el joven compositor calavera, nada tienen que envidiar los terribles golpes asestados a los demás por una Gertrud que da y quita su amor de forma espantosa, a las heridas que ella misma recibe.

* La película es monolítica. Está articulada sobre unas pocas y extensas secuencias, de un estatismo fascinante, donde los protagonistas, en la órbita de Gertrud, junto con ella, perdidas las miradas en el infinito de sus sentimientos y su mundo interior, nos desvelan aquellos y este al desnudo. Lo pétreo de la imagen y de la representación de los personajes, esa aparente y casi inquebrantable frialdad, creo que se adapta a la actitud y sentimientos de cada uno. Es increíble como Dreyer usa el mismo registro con todos sus personajes sin que sea menoscabo para que cada uno se exprese tal cual es y tal cual siente. No hay actitud, emoción, o pensamiento, que quede mal reflejado por la forma certera en que Dreyer decidió proyectar cada escena de su película. El registro interpretativo es impactante, y su supuesta serenidad nos facilita captar el flujo que desde el corazón de los personajes nos llega, sin que encuentre obstáculo alguno en su camino; además de ayudarnos a elaborar por nosotros mismos lo que se nos transmite.

martes, mayo 08, 2007

Kytice


Dir. F.A. Brabec
República Checa 2000

La mirada que Brabec lanza sobre los poemas contenidos en “Kytice”, libro de K.J. Erben, figura emblemática del romanticismo checo, que se dedicó en esta obra a recuperar algunos mitos, cuentos y leyendas de su pueblo.


* La introducción a la película, la secuencia inicial de créditos, articulada sobre la primera de las baladas que nos presentan, “Kytice”, es ya toda una declaración de principios, o mejor dicho, de inclinaciones y vocaciones. Nos introduce de lleno en el mundo ebrio de poesia, dolor y belleza, con que este film homenajea a Karen Jaromir Erben, figura capital del romanticismo checo.


Desde la primera escena se alza ya desafiante el espíritu con el que se me encandila hasta el final. Un espíritu puro, libre y luminoso; también impetuoso, y armado de unos versos, que no por bellos dejan de ser trágicos y oscuros, cargados de una musicalidad fascinante, y portadores de hermosas imágenes.

* Película abocada a los festivales, destinada a subyugar a unos pocos atolondrados que aun no saben en que época viven; tan condenadamente el film está arrebatado por el espíritu y la esencia del romanticismo de siglos pasados. Con un pie en la poesía y otro en la fantasía, el folklore, y los cuentos de hadas, supone un estallido de vida y dolor que se escucha más allá de esa propia vida. El film es ante todo un minucioso ejercicio de estilo que con ahínco busca casar el infarto provocado por la belleza con el provocado por la tragedia y el horror; ejercicio arrebatado por el ánimo de intentar captar el alma del poeta. Pese a ese talante, al desarrollarse sobre la base de una poesía narrativa, la película y las baladas no dejan de tener su interés en otros aspectos, no solo el técnico y superficial, y a veces la intensidad dramática y pasional que se logra es impresionante.
Así ocurre en la segunda de las baladas, “Vodnik”, quizá mi favorita. Preciosista a más no poder, con una cadencia hipnótica y una turbadora belleza en sus imágenes. Terrible balada, de fantástica historia sobre el amor entre seres de mundos diferentes (aunque siempre es así, incluso en la vida real), que se va deslizando grácil desde lo seductor hacia lo pavoroso de forma turbulenta y angustiosa. Me gusta como contrapone la naturaleza humana a la de esos seres elementales, seres de impulsos vehementes y horribles, pero francos y puros, libres de la corrupción del corazón humano. Ya en esta balada tenemos algún escarceo con el terror y el gótico. Esto se amplifica en “Svatební Košile”, cuento popular que si conocía ya previamente, sobre como las lágrimas por el amante pueden traernos de nuevo a este, se encuentre donde se encuentre. Su corto prólogo y toda la parte final son increíbles, macabramente hermosos y aterradores; de lóbrego sentido del humor. La cuarta balada, “Polednice”, aparca la vena poética del film, pero no su fuerza y crudeza. “Zlatý Kolovrat”, es junto con “Vodnik”, aquellas baladas mas deudoras de la tradición del cuento de hadas. La dos últimas, muy breves, vuelven a la carga con su dolorosa poesía. En “Dcerina Kletba” se nos expone el sentimiento atroz de quien se hace cargo, sin tiempo de tomar venganza, o para recibir compensación alguna, de que ha sido víctima de la ruindad de los demás. Impresionante de verdad. “Štedrý den”, en un nuevo giro hacia el goticismo lírico, nos muestra la impía superstición cebándose en la inocente juventud.

* En general, cada balada, debido a las fuentes del cuento oral donde bebe, encierra una lección moral, desfigurada por el espíritu del poeta, y la posterior visión del cineasta. Trata aspectos oscuros del ser humano, pero también nos habla del amor, la juventud, la ilusión; siempre con una visión rematadamente trágica o sombriamente pasional.
Todas las historias pueden resultar rígidas y arquetípicas, pero el esfuerzo de dotarlas de vida, captando su alma a través del ritmo, el verso, una imagen esplendida, como también lo es la música, a mi me convence sobradamente, en lo cual no pensaba mientras disfrutaba embobado de este mundo regalado.

jueves, mayo 03, 2007

La Chica del Puente

La Fille sur le Pont
Dir. Patrice Leconte
Francia 1999


- El futuro es como una sala de espera, como una gran estación, con bancos y corrientes de aire, y detrás de los cristales un montón de gente que pasa corriendo, sin verme. Tienen prisa. Cogen trenes, o taxis, tienen un sitio adonde ir, alguien con quien encontrarse. Y yo me quedo sentada, esperando.

- ¿Qué espera, Adele?

- Que me ocurra algo.



* Película para románticos empedernidos en un vivaracho envoltorio que la hace disfrutable del tirón; sin altibajo alguno, muy amena y de ritmo audaz. La Chica del Puente es un ejemplo, de los pocos, de cómo se puede conjugar el drama romántico genuino con la comedia mas vivaz. El humor salpica toda la película, a veces un humor negro, otras un humor desenfadado y descarado, presente durante todo el metraje, sin echarse atrás ni cohibirse en las escenas más emotivas y sombrías. Todo ese humor no es obstáculo para elaborar esta agridulce historia, a veces bastante oscura, y unos personajes “llenos de grietas”. Ya la primera escena te gana para la protagonista, que cara a cara, entre lágrimas y alguna guasa, en un tono entrañablemente abatido, nos narra su vacío, y que ni siquiera la realidad amarga de su tristeza tiene sentido, pues para estar triste de verdad debe haber una pérdida, pero ella nunca tuvo nada. Tal escena es impresionante y sublime, y quien acto seguido se despegue de la pantalla es que no tiene corazón. Del personaje de él no sabemos tanto, al menos en cuanto a su pasado y sus sentimientos, de su visión de la vida. Igual es realmente un hada (“¿no se me nota?”).

* La película está rodada en blanco y negro, y tanto el aspecto visual-técnico como el humano recuerdan en cierta medida a Jeunet, por su dinamismo y resolución, y por retozar alegremente en la oscuridad de una gris y amarga historia, chapoteando risueño en la desdicha.

* Me encanta como se plasma la necesidad que tienen los protagonistas de estar juntos, y no por atracción mutua, por incipiente afecto, por capricho, sino por necesidad y exigencia pura y dura, porque debido a insondables misterios de la vida parecen estar irremediablemente abocados al fracaso y la desgracia cuando están separados. Pero no es que la suerte los vea con mejores ojos cuando están juntos, y por ello les favorezca, es solo que han ido a encontrar aquello de lo que tenían necesidad imperiosa: apoyo y sostén, un pilar seguro, sobre todo en el caso de ella. Él encuentra alguien a quien dedicarse, en quien afanarse para seguir adelante. Solo que para no poner las cosas fáciles, y para seguir en la línea de reírse de uno mismo, ella no encuentra el príncipe azul que quizá esperase, sino al hada del cuento, y encima en forma de cuarentón irritante, maníaco-depresivo y lanzacuchillos; y él, a una jovencita impulsiva, casquivana y suicida que le inspira en su trabajo: intentar no acertarle con sus cuchillos.
Se salvan el uno al otro, pero la gracia de la historia es que durante su relación estarán siempre en la cuerda floja, sin plena confianza en el futuro, creyendo que lo que están viviendo es un sueño, o una burla del destino, y con el sempiterno miedo de que todo acabe como empezó; incluso es tal esa incertidumbre que a veces los propios protagonistas, embebidos de la atracción que el abismo ejerce, parecen querer precipitar ese final, antes de que el final los precipite a ellos a la oscuridad donde se encontraron. No es fácil confiar en la dicha cuando tus heridas sonríen a la par que tus labios.

* Todas las licencias que se toma el film me parecen acertadas, todo sea en pos de erigir un monumento a un romanticismo errante en estos tiempos, incluso esa adorable telepatía que aqueja por momentos a los protagonistas. Todo acaba siendo deliciosamente dichoso o lóbrego en La Chica del Puente, buen antídoto para los bajones de ánimo, y más porque ni por un momento se pierde de vista el fondo doliente y afligido de la historia. Quizá su ánimo de predicar que la felicidad hay que labrársela sea un poco intrépido, pero no el mensaje de que si no luchas, ya has perdido.

miércoles, mayo 02, 2007

The Fountain

Dir. Darren Aronofsky
EEUU 2006














* Película para ver más de una vez, por si entre su despliegue visual has dejado escapar algo que te ayude a comprender mejor a los personajes y su situación. Hay que escarbar entre las explosiones pseudos-místicas y trascendentales que lanza el film para acercarse realmente a los protagonistas. Pero como es de esas películas que tendrán tantas lecturas como espectadores, pese a que la veamos dejándonos llevar por un doloroso estado de confusión, bien podremos digerirla a posteriori, repescando acá y acullá los anclajes que nos hagan falta, pero como digo, no está de más revisionarla.

* Como siempre, acabo sintiéndome más atraído por los personajes y su historia que por aspectos técnicos y formales; aunque en este caso es difícil obviarlos. Es difícil pasar por alto el apartado técnico de “The Fountain”, su aparatosidad visual, su música, un cúmulo de elementos que parecen tener la finalidad de avisar al espectador, en ciertos momentos, de que lo que ve tiene más trasfondo intelectual del que quizá atesore.

* Los extraños pasajes donde una especie de Tomas budista comparte nebulosa con otra especie de “árbol de la vida”, creí entenderlos en un principio como sangrantes desvaríos provocados por el sufrimiento, pero creo que con ellos tan solo se intenta representar el dolor y la lucha de él, conjugándolo con algunas de las concepciones que sobre la vida y la muerte se ha hecho ella, y que la ayudan a sobrellevar su sino. Quizá en estos pasajes se materialice, independientemente de la situación real de los protagonistas, un acercamiento entre los esfuerzos de ambos por servir al otro, acercamiento que las circunstancias que viven imposibilitan, pues el combate que él lleva a cabo, por ella y su unión, los separa en unos momentos clave. Que cada cual juzgue si tales pasajes son adecuados o necesarios. Y que cada cual juzgue, cuestión más interesante a mi entender para pensar sobre ella, si era o no hora de dar la batalla de él por terminada en las circunstancias que se nos narran.

* En cuanto al tema del libro que ella escribe, creo que comienza a escribirlo una vez ha llegado a término el proceso que logra para ella la serenidad con que se nos presenta desde un principio. Aparte de ciertas insinuaciones y referencias a mitos, casi nada sabemos de ese proceso que ante lo irrevocable la mantiene en una paz de espíritu que mucho querríamos tener en tal situación, paz de espíritu tan solo turbada por la inquietud que su pareja le genera.
Creo que cuando ella intenta insuflar en él un hálito de ese sosiego, consciente de que su dolor es demasiado severo, de que no podrá alcanzar esa serenidad por los cauces por los que ella la ha conseguido, y de que para solo intentarlo debería apartarlo de su trabajo, volcado en ella, lo cual parece ahora difícil más que nunca; entonces decide comenzar el libro, donde plasma de manera fantasiosa las circunstancias personales de ambos y su situación. El libro es un regalo para él, un homenaje, una parte de ella, y de ellos, un recuerdo, una forma de ayudarle en esos momentos. Comprometiéndole a escribir de su puño y letra el último capítulo lo obliga a exteriorizar ese dolor extremo, a recapitular, comprender, y quizá, con el tiempo, serenarse y acercarse a lo que ella fue. El sufrimiento lo eleva del suelo cual una llama, y con su relato ella intenta de nuevo acercarlo hacia sí. Todo lo que no ha podido hacer por él durante sus interminables horas de lucha y trabajo lo palia en parte con su libro, sin el asidero del cual él no se recuperaría nunca.

* Creo que, si bien en otros aspectos Aronosky no ha dado en el clavo, su forma de plasmar la serenidad de ella, el dolor de él, los esfuerzos de ambos encaminados al otro, y su triste alejamiento en momentos cruciales, es del todo genial, muy emotivo, y desgarrador.