Salinui Chueok
Dir. Joon-ho Bong
Corea del Sur 2003
Una serie de violaciones y asesinatos tiene desconcertada a la policía de
* Tras la interesante “The Host”, la espléndida “Barking Dogs Never Bite”, y mucha recomendación sobre esta película, ya era hora de lanzarse a ver “Memories of Murder”. Mis expectativas no han sido defraudadas. Me esperaba, por lo leído, un tono general más agrio, pero de nuevo, marca de la casa en el cine de Joon-ho Bong, la acritud se encuentra diluida, graduada en cantidades inicialmente digeribles, y enmascarada esta vez tras una pantalla en forma de absorbente thriller, con grandes dosis de humor, y una historia que engancha. Como siempre, saboreamos el gran poso de amargura que acaba dejando “Memories of Murder” al final, o incluso después, cuando volvemos sobre la película.
* La mezcla de géneros y las inflexiones de esta película, otros no sabrían domarlas, o no se atreverían a plantearlas, pero este director las maneja a las mil maravillas, atreviéndose con todo. La película se desliza del thriller cómico y crítico hacia el drama de forma sutil, y pillándonos desprevenidos. En los films de Joon-ho Bong no hay quien pueda intuir ni predecir nada; hay que quedarse a verlas venir. Cuando por una simple escena o detalle nos damos cuenta por vez primera de cierto tema de fondo, cierto asunto que el director parece no haber querido tocar de forma descarada, nuestra mente recorre lo visto hasta el momento y vislumbra cuantísimos detalles se ha ido perdiendo por estar atento y engatusado por lo evidente. Como ya de por si lo evidente en el cine de este hombre es un pasatiempo de primera, dedicarse a buscarle detalles, matices, y discursos ocultos, es un aliciente más.
* En “Memories of Murder” está clara la crítica, no se a cuento de que, hacía el viejo régimen militar coreano y hacia quienes ejercían las disposiciones de este; la policía en este caso. Aunque no acaban bien parados tampoco la sanidad o el ejercito. Sin que sea el leitmotiv de la cinta, ofrece la película cierto retrato de una sociedad que, hace 20 años, estaba enfrascada en una transición y pidiendo a gritos un cambio: véanse las escenas de las manifestaciones, la obstinada prensa, o la cautísima escena de la revuelta estudiantil. No hay personaje tampoco que no se lleve un rapapolvo en esta película: todos tienen su parte virtuosa, aunque sea esta bastante discreta, y todos tienen su lado negativo. Un modelo sería el personaje del ejemplar policía venido de Seul, recto, metódico, racional, sereno… pero ahí lo tenemos, pateando a una joven estudiante durante una manifestación, o al final, dejándose llevar por la rabia y su lado emocional.
* Es muy interesante como, tanto el caso que investigan, como la vecindad del nuevo compañero, va modificando la forma en que los dos policías ven cuanto les rodea, por mucho que se empecinen en ser impermeables a la influencia de las circunstancias que están viviendo. Y parece que estemos ante una competición por ver cual de los dos resolverá el caso, todos apostamos por el recién llegado, pero el director se ríe de nosotros, como tantas otras veces. Como dije antes, seguir senderos trillados en el cine del prometedor Joon-ho Bong es inútil, pero eso si, nos garantiza sorpresas mayores.
* Cuando el caso se hace desesperante, desarmados todos, se acabó el humor y entramos de lleno en el terreno del drama, pero nos da igual porque la tensión que se le imprime a toda la recta final es soberbia, como toda esta película.