lunes, diciembre 31, 2007

La Princesa y el Guerrero

Der Krieger und die Kaiserin
Dir. Tom Tykwer
Alemania 2000

Sissi es una joven que trabaja de enfermera en una institución psiquiátrica. Mientras pasea un día con un paciente sufre un accidente de tráfico. Cuando parece que no saldrá con vida de él, un misterioso joven aparece de forma insospechada y le salva la vida, lo que Sissi interpreta como un augurio de transición en su vida, atribuyéndolo a un destino vinculado a ese hombre. Lo que Sissi no adivina es que ese hombre es el menos indicado para hacerse ilusión alguna sobre su futuro.

* Como en “Corre, Lola, Corre”, más o menos, de nuevo tenemos a Franka Potente lanzada en pos de salvar a un hombre cuya redención acaba en manos de ella, de los esfuerzos y sacrificios que pueda hacer. No es un drama romántico al uso. Drama: el que él vive y el que ella se busca. Lo romántico está encarnado en el personaje de Sissi (Franka Potente), que tras sufrir un accidente y ser auxiliada por Bodo (Benno Fürmann), quien le salva la vida, comienza a ver esta de forma distinta. Su vida, ligada a su trabajo de enfermera de un hospital psiquiátrico, era perfectamente llevadera hasta entonces. Pero Sissi ve en el accidente un punto de inflexión, una conmoción tan fuerte que debe suponer el comienzo de algo, o al menos la promesa de un cambio, y que esto ha de estar por fuerza relacionado con el misterioso hombre que sacó su vida de debajo de aquel camión. Ve su destino unido al de este hombre. Los primeros desengaños y la vuelta a su rutina le dejan una sensación tan amarga que aturde. Pero tras un hecho de la magnitud del accidente no puede conformarse y volver a su vida anterior como si nada; la vida, el mundo, le deben algo, y lo va a reclamar. Esa persecución de un destino presentido, ligado a otra persona, y las ansias de una renovación que parecía anunciada por el accidente es todo muy romántico. El personaje de él es diferente: acosado por el remordimiento y la culpa, totalmente perdido; que intenta escapar de si mismo, de forma desesperada; que huye de los demás, pero que no sabe a ciencia cierta si persigue con ello bienestar, o solo quedar exhausto en la carrera. Es la persona menos indicada para que de ella dependa el destino, futuro y felicidad de Sissi. Lo que podría parecer una historia de amor no correspondido entre una excéntrica muchacha y un huidizo joven no la veo yo de tal modo, aunque a ello pudiese reducirse. Si que es obsesión lo que Sissi siente por Bodo, pero ¿enamoramiento?, cualquiera podría obsesionarse por quien le salva la vida, más en circunstancias tan insólitas. Si encima tenemos una mente bulliciosa que convierte el suceso en cuestión de afinidad cósmica, destinos, etc, ya tenemos el culebrón montado. Como no se puede separar el acercamiento de Sissi hacía Bodo de la cuestión del accidente, yo prefiero ver el sentimiento de Sissi como visceral fascinación deudora que como amor, aunque este pueda ir surgiendo a lo largo de la historia, lo que tampoco está muy claro. Nada está claro en la relación que forzosamente se va estableciendo entre ambos. Me gusta la idea de que al final ella, intentando ligar su vida a aquel a quien se la debe no esté haciendo sino salvando la de él. Salvando la vida de Sissi, Bodo acaba salvándose a si mismo.

* Todo está narrado con un ritmo y cadencia que en algunos puntos hacen la película hipnótica, muy a lo Kieslowski, como la historia en si, y con mucho protagonismo de una música que, sin sobresalir, acompaña muy bien un aspecto visual que me parece magnífico, de una belleza a veces fascinante. Muchos pasajes están nutridos por imágenes realmente hermosas. También hay mucha licencia técnica; alguna que otra paranoia visual, como en “Corre, Lola, Corre”.

* He de reconocer que a mi modo de ver la película pierde fuelle a partir del momento en que llegan ambos al psiquiátrico, ya en la recta final del film, y que tiene un final que no me acaba de convencer del todo, quizá por obvio y discreto, por predecible (puede que lo único predecible de la película).

* Por ahí he leído que, aparte de drama, romance, “La Princesa y el Guerrero” es también cine fantástico, supongo que por las secuencias finales. Pero son solo una forma como cualquier otra de mostrar como alguien se deshace de sus demonios.

* Por cierto, la parte del robo al banco, impresionante.

miércoles, diciembre 26, 2007

Messidor

Dir. Alain Tanner
Francia / Suiza 1979

En “Messidor” Tanner nos presenta una destructivista road-movie en que dos jovencitas, hastiadas de un sedentarismo al que no le ven razón de ser, se lanzan en picado a una aventura sin más objetivo que el despojarse de la responsabilidad de tomar parte en la artificialidad de un mundo irritantemente aséptico, y se entregan a ello armadas de una inconciencia enloquecedoramente tentadora. No tenemos a desdichados personajes en busca de su lugar en el mundo, ni a pobres víctimas de las circunstancias, sino a dos personas a las que escuece su realidad y que en un impulso visceral y anárquico se revelan contra una inercia que no parece ir a moverlas del sitio en que están. Su desquiciante vagabundeo no está narrado al estilo de las frenéticas road-movies cargadas de adrenalina, sino con el calmo ritmo del propio errático deambular de las dos jóvenes.
Las protagonistas han visto su futuro tan claro y bien trazado como ven la enfadosa cotidianeidad de los demás. Como en rutina se convertirá cualquier otro proyecto vital que tuviesen a bien plantearse, prevén todo ese hastío y aburrimiento y deciden evitarlo desde ya, aunque sea de la forma más insensata posible, que realmente es la única capaz de aniquilar la sensación de ahogo. Y así Jeanne y Marie deciden salirse por la tangente, simplemente por ver que ocurre, y ese juego autodestructivo a que se aplican ya les ofrece algo fresco y nuevo, insano, pero más palpitante que todo lo que puedan obtener de un mundo sin interés alguno. No se plantean esto como un paréntesis, no retomarán nada, ya no quieren ser dos piezas más de una maquinaria paradójica. Se echan a andar solas y sin destino, como antes, pero sin la carga de tener que dar con un logro fingido.
Dicen dedicarse a ver quien aguanta más en su singular peregrinaje; se ponen a prueba de la forma más absurda que han encontrado porque el absurdo es estimulante. Me gustan esas escenas en que las protagonistas andan vagando por las montañas en un alarde del sinsentido de su “expedición”. Van acumulando problemas, complaciéndose en ellos, y sin hacer mucho esfuerzo por evitarlos.
Tras tanto vagar, por el placer de la simple marcha, llegan a la conclusión de que todo, y todo el mundo, todo lugar, es similar, y tan predecible, bien acabado y equilibrado que termina pareciendo irreal por falta de sentido: una especie de círculo virtuoso pagado de si mismo, sin salida ni otro propósito que perpetuarse. Lo único real es el hambre y el frío que están pasando, lo único que mueve a la acción, que les da una dimensión y entidad que no tienen la mayoría de aquellos con los que se cruzan. No es buscarle un sentido a la vida, es experimentar la vida misma a través del riesgo y la necesidad, estremecerla poniéndola al borde de la sinrazón; dejarse ir, a ver cuanto se dura: autodestrucción genuina.
“Messidor” es el relato y la visión de dos personas que se sueltan y dejan caer porque andar agarrándose a algo ya cansa y aburre; porque no se agarran para incorporarse a algo que merezca la pena, sino tan solo por no caer y por mantenerse. Tiene el sempiterno interés de experimentar una caída libre, el caos, y de ver como se acaba cayendo.

lunes, diciembre 24, 2007

Antes de la Revolución

Prima Della Rivoluzione
Dir. Bernardo Bertolucci
Italia 1964

“Porque siempre es antes de la revolución cuando se es como yo”.













Vanos intentos por llenar el vacío. En ello está empeñada la pareja protagonista, como esa burguesía sobre la que a veces discurre Fabrizio y a la que tanto él como Gina pertenecen.
Cuando uno llega a un nivel de necesidades cubiertas, satisfechas; cuando la vida más elemental, biológica, ya no requiere nada de nosotros, ya no la escuchamos porque ya la hemos complacido con creces, llegamos al final de un camino y nos encontramos con un alto y grueso muro ante cuya visión algunos, los conscientes de tal barrera, quedan paralizados y debatiéndose dentro de si. Esto es lo que parece ocurrirles a Fabrizio y Gina. No pueden, como otros, deambular a lo largo del muro placiéndose en ficciones ilusorias: la quintaesencia burguesa. Necesitan una revolución, franquear esa muralla, pero no saben como hacerlo. No saben si ha de desaparecer fortuitamente; si deben desandar el camino y buscar otro; si han de coger carrerilla y lanzarse contra él a riesgo de romperse la cabeza en el intento. La mayoría de las opciones requieren un esfuerzo desalentador de cara a nuestra acomodada situación. Dichoso de aquel que no ve el final de su camino, y que no siente que se ha detenido en su marcha. Pobre del que se percata. Fabrizio y Gina no parecen comprender que esa revolución que buscan ha de ser personal, que ese muro es interior y que difícilmente se derribará viéndolo como algo externo, por ello se lanzan a una desesperada búsqueda de actividad y conmoción, de objetivos y empresas ajenos a ellos mismos, para mantenerse siempre en movimiento, distrayendo la conciencia de estar estancados. Fabrizio habla de la inutilidad de las revoluciones de un día, que como una chispa iluminan una insustancial esperanza de cambio, pero que hacen más dura la caída y la vuelta a la realidad, porque nuestros esfuerzos acaban por no repercutir en nosotros mismos. Ambos llegan a la evidencia de que no pueden cambiar, por mucho que lo intenten, sin saber que lo erróneo es la vía por la que intentan conseguirlo. Una revolución de un día son sus coqueteos con la causa comunista. Y una revolución de un día parece la relación amorosa que emprenden.
“Quería llenar a Gina de vitalidad, en cambio la he llenado de angustia”. Esa sensación de esterilidad total, de incapacidad de gestar nada bueno, es una idea que ronda y ronda la cabeza de los protagonistas; y los sentimientos de culpa por todo. Nada bueno puede salir de la inoperancia. Y parece que Gina se acerca a Fabrizio con la misma intención. Parece que han visto en el otro una vida que vivir, alguien en quien proyectarse y no tener que vivir dentro de si mismo, sino por y a través de otra persona en quien vislumbran un sentido y una razón de ser, de lo que creen estar faltos ambos. Pero como no ven que el otro está inmerso en la misma dinámica, no hay esperanza, la película es bastante desoladora al respecto, y ya tenemos a Fabrizio y Gina enfrascados en otra revolución de un día. Él se ha dado cuenta de todo esto ahora, y temeroso, al final, decide hacer un intento de sumarse al país de los insensibles y ciegos. No hay forma de librarse de la certeza de que Fabrizio está a las puertas del mismo infierno que vive Gina, para quien el convencimiento de la trivialidad a que ha llegado su existencia es un azote que sufre desde largo tiempo ya.
La situación de la pareja protagonista sería extrapolable a la sociedad en general, más ahora que en la época en que se filmó esta película. El primer mundo, la sociedad del bienestar, parece convencida de una bonanza eterna, de que no hace falta mantener viva esa prosperidad. Como ninguno parecemos creer que hayamos contribuido o podamos contribuir a esta situación, y mayormente no sabemos y nos dan igual los mecanismos que pudieran ponerse en acción para mejorar nuestras condiciones, todo acaba estancado en su complacencia, y no se intuye que de la inmovilidad no puede surgir nada bueno, solo decadencia. Hay que avivar el fuego para que siga calentando, pero parece ser que siempre habrá alguien anónimo que lo hará por nosotros, para que nosotros podamos deleitarnos con lo que hemos conseguido: grandes logros y gran prosperidad que nos dan libertad para abstraernos. A los protagonistas no les basta esa abstracción, pero ni dan con otra cosa, ni echan la vista atrás para ver donde se extraviaron. Se desesperan por su revolución, la que intentan forzar y ensayar de mil maneras, pero que nunca llega, y así llega la seguridad de que hemos tocado “techo”: “siempre es antes de la revolución cuando se es como yo”. Desesperación.
De Bertolucci conocía sus últimos films y no me habían incitado a hacerme con anteriores trabajos suyos, pero “Antes de la Revolucion” me ha impresionado. Me ha encantado la música que acompaña la película; una pareja protagonista fabulosa; una Adriana Asti maravillosa; pasajes a lo Godard, al que los personajes hacen referencia.


sábado, diciembre 08, 2007

Lilja 4-Ever

Dir. Lukas Moodysson
Suecia / Dinamarca 2002

Lilja acaba de ser abandonada por su madre. Su situación se hace cada vez más delicada. Cuando conoce a un encantador joven que parece sentirse atraído por ella y que promete ayudarla, Lilja cree poder superar el bache y presiente un futuro mejor. Pero no sabe que está siendo engañada, y que acabará abandonando lo poco de valor que aun le queda por una vida de vejación y tormento intolerable.

* El cine social nunca me ha gustado demasiado: ese cine bienintencionado que a base de sentimentalismo intenta remover conciencias, aunque la congoja no se prolongue mucho después de acabada la película. Cierto que hay muestras de cine social que intenta combinar el aspecto discursivo y reivindicativo con la motivación intrínseca que supone “el arte, por el arte”, y ofrecer más que un ideario, pero en fin, creo que me va más el cine que supone abstracción emocional e intelectual que el orientado al puro sermón.
La orientación de “Lilja 4-Ever” está bastante clara. La película es muy explícita, y por si a alguno se nos escapa, el director nos disipa dudas señalándonos a quien dedica su película. Denuncia total de la explotación sexual. A mi personalmente me parece muy digno, pero también muy ingenuo pensar que con el cine se cambie nada. Que todos los empeños al hacer una película puedan centrarse en elaborarla tal que consiga unos propósitos ajenos al cine y al arte en si, creo que lo desvirtúa. Aún así, si a uno le pica, se rasca, y si este director no se podía aguantar las ganas de hacer una película así, bien por él.

* Como en sus dos films anteriores, es tal el realismo y la naturalidad que algunos señalarán su amenidad, que se ven del tirón, etc, pero no es hacerles justicia, pues lo que están es plenas de vitalidad. Pero en “Lilja 4-Ever”, si, tenemos esa realista crudeza, pero no el tono amable que a veces dominaba “Fucking Amal” o “Juntos”. Película dura y desgarradora donde las haya, tanto por el tema tratado, como por la forma de retratarnos la situación. Me acaba de venir a la mente que son varias las ideas que despertó en mi este film, y que dichas ideas son similares a las que tuve viendo “Vivir su Vida” de Godard: casualmente tratan la misma temática; su centran de forma tiránica en su protagonista; son particularmente realistas. Pero lo importante es que no me quito de la cabeza la sensación de que tanto Godard como Moodysson sorben la vida de sus protagonistas en cada secuencia, que las condenan desde la primera escena, y que su cámara va ejecutándolas lentamente.

Moodysson se recrea en la desventura de Lilja y la sigue en su desdicha. Lilja, con sus defectos, se hace querer, me inspira simpatía, me incita a sentir interés por su vida, y no puedo sino sentir un malestar brutal pensando que esa muchachita está al otro lado de la pantalla y que nada puedo hacer por ella. Uno debe aguantarse las ganas de susurrarle a Lilja lo que debería hacer, por no sentirse estúpido hablándole a un televisor. Pero lo importante es que la preocupación vence la certidumbre de que es una criatura de ficción, o no… Demasiado talento tiene Moodysson manipulando al espectador, y se agradece. Como he señalado antes, esta sería una de esas muestras de cine social que no se regodea en su discurso, que busca enriquecer la obra sin cercar siempre la misma perorata. Ahí tenemos al genial personaje de Volodya, enamorado a su tierna edad de su amiga Lilja, y que pese a su juventud sabe que su amiga se está metiendo en un mundo turbio y peligroso. Es muy emotiva la preocupación que el niño siente por ella; como está siempre presto a ayudarla y confortarla; el tierno afecto que le profesa. También es descorazonador que lo único que pudiese salvar a Lilja sea su amiguito de corta edad. La simpatía que despierta Lilja la despierta en igual medida el pequeño Volodya, y su suerte me tuvo intrigado tanto o más que la de ella.

* Su triste pero luminoso final, que me recuerda al de “La Tumba de las Luciérnagas”, es poco consolador, aunque muy bello. La sensación que deja la película es matadora.

sábado, diciembre 01, 2007

Trust

Dir. Hal Hartley
Reino Unido / EEUU 1990

* ¿Qué es lo que atrae a Matthew y Maria? La confianza. Esta sería una respuesta bastante sólida y solvente. Los personajes no dejan de repetirlo y el título de la película parece ahorrarnos reflexiones al respecto. Todo parece que gire en torno a la confianza, una confianza mutua que ha empujado y unido a estas dos personas; sea dicha confianza sentimiento o simple vocablo que nos libre del análisis.
Pero creo que el planteamiento de Hartley es más complejo, y que con ese título no solo hace referencia a la confianza que pueda darse entre dos personas, sino también a la que podemos tener en el mundo que nos rodea, en nosotros mismos, y a todo el cúmulo de inseguridades que marcan nuestra vida en todo momento. Creo que es en ese sentido amplio como se debe considerar la confianza para arrojar luz sobre la atracción de Matthew y Maria.

* El mundo que le ha tocado vivir a Matthew requiere continuamente de él que obre en contra de sus convicciones, no existiendo suplicio mayor que este. Es un hombre de principios, persona ya de por si inaudita, pero que sobresale más aún porque, a diferencia de la mayoría, en situación muy excepcional debe verse para no actuar según le dicte su conciencia y su particular y feroz lógica y sentido común. Tal carácter le hace muy difícil el día a día, su vida familiar, social y profesional (arreglando televisores es todo un maestro que odia la televisión; le horroriza la falta de profesionalidad y desidia de compañeros y superiores). Es un idealista amargado. Le sigue pidiendo a su entorno que se adapte aunque sea mínimamente a su ideal, pero todo cuanto le rodea parece tan tercamente empeñado en mantener la distancia, en seguir sumido en una inoperancia enervante, que aunque todo esto le siga soliviantando, en la mayoría de los casos lo que siente ya es indiferencia, y prefiere aislarse. Su personalidad le impide adaptarse al mundo y se encuentra en un momento crítico: totalmente consciente de la confrontación y de las dificultades que esta le acarrea. Tiempo de tomar decisiones: dar su brazo a torcer y hundirse, seguir en sus trece y hundirse…
Es difícil que alguien de tal entereza no confíe en si mismo, pero así es. Dada la vida que puede llevar, no confía en que su forma de ser encaje en lugar alguno, y cada puerta que se le abre le lleva a un lugar donde es necesario doblegarse, con lo que cree no poder obtener más que humillaciones del mundo.

* Por otro lado, Maria ha vivido engañándose a si misma, tras una máscara con la que creía poder conseguir aquello que deseaba. Buscaba seguridad. Pero una seguridad que al depender de otras personas la colocaba en la cuerda floja. Falló en sus cálculos, y en la brutal caída se desengañó totalmente. El golpe sirvió para transformarla. La sacudida la volvió en si misma, y ahora debe empezar de nuevo.
El mundo en que vivimos se transforma, reaccionando en función de nosotros mismos, según nos movemos en él. La metamorfosis de María la hace enfrentarse a un mundo nuevo, sin nada seguro sobre como este responderá a su nuevo “yo”, y sin mucha confianza en si misma al haber estado tanto tiempo traicionándose.

* Ambos se encuentran perdidos, sin seguridad acerca de nada, sin nada a que atenerse que no sea la certeza de que, como poder ir, todo puede ir siempre peor. Dan el uno con el otro en un momento crucial. ¿Qué han visto en el otro? Esto es más difícil de leer. Matthew ha sido testigo de la transformación de Maria, y quizá le atraiga la capacidad de ella para cambiar y amoldarse (aunque no sea exactamente el caso) que él no tiene. También encuentra en ella alguien que aprueba su forma de ser y que admira su integridad, apoyándole en su manera de actuar. Encuentre un mundo, el de ella, a explorar, donde parece no tener que someterse porque encuentra simpatía y comprensión. María admira en él la fidelidad a si mismo, y además es la primera persona que la acepta tal cual es en su nueva andadura. A falta de confianza en si mismos se lanzan a la desesperada en brazos de personas en quien creen poder confiar, a quien casi instintivamente admiran y respetan. En la otra persona tendrán un refugio donde poder ser ellos mismos, un lugar seguro y un apoyo frente a los desmanes de la suerte.

* ¿Admiración, respeto y confianza suponen amor? ¿Es “Trust” una historia de amor? Tantas concepciones del amor como de la confianza.