jueves, agosto 30, 2007

Un Couple Parfait

Dir. Nobuhiro Suwa
Francia / Japón 2005


Marie y Nicolas dan a una pareja de amigos la noticia de su inminente separación y divorcio. Para estos se cae el mito de la pareja perfecta, como si viesen a un amigo íntimo desgajarse en dos, partirse por la mitad. Es la tercera secuencia de esta película y ya nos encontramos indefensos y vaticinando el desastre.
Suelo evitar hacer mención del trabajo de los actores, pero es que aquí todo el peso del film, todo lo que este nos transmite es labor de los actores, sobresaliendo especialmente Valeria Bruni-Tedeschi: colosal; sus menores gestos nos dejan en vilo y absorben. Pocas veces me he dejado llevar con tanta facilidad por la experiencia y los sentimientos desenvueltos en pantalla.
Una pareja en proceso de separación, guardando las formas en público, pero desatando sus sentimientos en privado. Fingiendo que lo que les ocurre es algo normal y rutinario, y que como tal hay que llevarlo; que hay cosas inevitables que hay que asumir de forma adulta y civilizada: compostura hacia el exterior, pero cayendo al abismo y resistiéndose al hecho en la cruel soledad. Todo es turbulento en el interior de los personajes y en las circunstancias actuales de su relación, y en parte esto fluye al exterior mientras no deben esforzarse en aparentar normalidad ante los demás. Se pasa continuamente del compromiso de mostrar una presencia impávida, que a nadie engaña, a dar rienda suelta a un sentimiento de vulnerabilidad y desgaste en la intimidad, y a una dialéctica que, hostil a veces, es lo único capaz de arreglar la situación. Es sobre todo Marie quien se aplica en ello, pues Nicolas parece más dado a guardar las apariencias, pese a sufrir igual que ella, y saber que la compostura es inútil, baja y falsa.
Hay que dinamitar la situación actual para reavivarla, removerla, agitarla, y no dejar pasar el tiempo para luego arrepentirnos entre los escombros, cuando ya no haya salida. Cuando cansa ese esfuerzo por provocar una reacción en el otro que los ilumine, huyen, pero como no pueden escapar de si mismos, siempre acaban tropezando en su huída, cayendo y encontrándose con la realidad, la tiránica necesidad de volver junto al otro y hacer desesperados intentos de aliviarnos. Intentan buscar estímulos, impresiones que deshagan el nudo que los ahoga, que disipen las sensaciones incrustadas en sus mentes; pero aparte de una efímera distracción solo obtienen una más feroz vuelta en si mismos. Se prueba cualquier cosa que remueva algo en el otro, pero nada parece funcionar. La desesperanza extiende sus alas, todo se vuelve oscuro, y duele. La acomodaticia integridad que fingen parece conllevar la moralina de que los sentimientos se van como vinieron, que cualquiera puede rehacer su vida, que lo que ocurre es normal; a que esos intentos de despreocupar a los demás, si a nosotros se nos clavan. Empeñarse en creer eso es cobardía, de lo poco que Marie no parece acusar a Nicolas. Marie nos arroja al corazón lo que parece no tener cabida en él: una conciencia forjada durante 15 años, de cómo sus sentimientos e impresiones no son solo algo abstracto, sino parte de ella, y que para seguir vivos necesitan el referente que es él; que en este caso la pérdida es irreparable: “No lo superaré, no lo superaré”. Nada se puede superar si los recursos necesarios los perdiste con la sacudida. Por ello le merece la pena la humillación de una lucha que parece en vano, para impedir tomar decisiones que resulten aniquiladoras: generar un abismo tras nosotros en el que con toda seguridad acabaremos cayendo, donde dejaremos todo lo que supuestamente nos ayudaría a seguir adelante. Esta es la problemática de “Un Couple Parfait”. De esas películas que te dejan con unas ganas inconsolables de conocer personalmente a sus responsables y preguntarles sobre ella. Con un bonito y emocionante final, no del todo consolador por lo inesperado. Debieran hacer una continuación: “Un Couple Parfait II”, o una serie… que la hagan por “moi”.

El Apartamento

L’ Appartement
Dir. Gilles Mimouni
Francia / España / Italia 1996

Max es un hombre de negocios, enfrascado en importantes empresas y apunto de casarse con una encantadora mujer. Pero, de buenas a primeras, algunos recuerdos del pasado, referentes a un antiguo amor, lo asaltan y se inmiscuyen en su vida actual, con tanta fuerza, que hace un paréntesis para resolver asuntos que ahora recuerda tener pendientes; asuntos que lo irán apartando cada vez más de la vida que se ha fraguado.

* El aséptico e inocuo mundo burgués que vemos desfilar en las primeras secuencias se evapora pronto, y en pocas escenas nos encontramos inmersos en un mundo tan enrevesado y caótico que llega a ser oscurísimo y casi desvariante. Planteado en principio de forma muy romántica, pero con unos personajes que llevan al extremo su vehemencia, que idealizan de forma gratuita y desesperada, creándose necesidades y primacías déspotas; y continuamente. Sus idealizaciones se volatilizan siempre al primer envite de cualquier impresión mínimamente intensa. Estos personajes se dejan arrastrar por todo, con una inconsciencia obscena que los arranca enérgicamente de cualquier realidad forjada; y nos llevan consigo. Solo hay que ver al personaje de Max (Vincent Cassel): una voz furtiva capturada a través de una pared es suficiente para raptarlo y lanzarlo al caos; hacerle olvidar todo lo que le rodea; disipar su vida, por muy asentada que pudiera parecernos. En tales situaciones uno llega a asumir que no puede fiase ni de si mismo, y es algo demoledor; pero Max no asume nada de nada. Y no solo esto. Ya entrado en faena, incluso reconociendo sus errores empalma uno tras otro, como convencido de que todo lo que ocurre es solo un sueño, algo tan irreal que todo lo negativo que conlleve también lo será; que si nada bueno trae, siempre queda despertarse. Y el final de la película parece corroborar la visión del protagonista, al menos en lo que a él se refiere: en una vertiginosa espiral salva a algunos y machaca a otros, dejando con ello una sensación muy, muy amarga.
Y el personaje de Max no es el más extraviado, los hay que van aún más a la deriva.
Quienes solemos caer en dinámicas similares, y nada tenemos que “envidiar” de la tozudez con que los protagonistas se lanzan al desastre, podemos llegar a comprenderlos, e incluso simpatizar con ellos, identificarnos, pero es tal la exacerbada insensatez y falta de sentido común de Max, Lisa y compañía, que la mayoría de la gente los verán como criaturas fantásticas a fuerza de disfunción y arrobamiento, falta de reflexión e incapacidad de asimilación. Creo que estos personajes caerán mal, pues pueden parecer demasiado exagerados, amén de dispersos, e inspiran una desconfianza totalmente “justificada”, porque tienen la desfachatez de no aceptar la realidad, de no conformarse y amoldarse a los reveses, de no reconocer nada, tarea en la que se afanan la mayoría de los mortales.

* La primera parte de la película si supone una muestra de visceral romanticismo muy francés: impresiones que disparan los flash-backs que articulan la película, casualidades, recuerdos, acciones desesperadas, desamores, y en fin, todo muy rebuscado, pero hechizante. Pero si ya era oscura y misteriosa la trama en esos momentos, no hará más que complicarse. El sentimentalismo se pone al rojo vivo, la historia se enmaraña hasta extraviarnos, y todo se vuelve enfermizo y malsano. Y al final, como por arte de magia, Maz acaba despertando tan tranquilo, tras haber pasado devastadoramente inconsciente por la vida y muerte de otras personas.

sábado, agosto 18, 2007

El Contrato del Dibujante

Draughtsman’s Contract
Dir. Peter Greenaway
Reino Unido 1982

Mr. Neville es un reputado dibujante a quien se encarga pintar varios cuadros de la residencia de una importante familia, mientras el señor está de viaje, y como regalo para este a su vuelta. Pero el señor muere por el camino, todo parece indicar que ha sido asesinado, y lo más extraño, el trabajo que Mr. Neville está realizando en sus propiedades parece estar relacionado.


* Greenaway es uno de los directores que considero más interesantes, y esta es mi película favorita, de las suyas. Un cúmulo de elementos, característicos de todos sus trabajos, que le da a cada uno el mismo carácter y personalidad, siendo un estilo totalmente particular y reconocible.

Dicen de él que es uno de esos directores-artistas integrales, cuyas películas están elaboradas en base a códigos sujetos a disciplinas científicas y artísticas. Sus trabajos están dotados de una complejidad fuera de lo común, y quizá solo accesible para aquellos entendidos en las materias con las que Greenaway juega en cada film. Es un cine a la vez ilustrado y estrambótico, que combina una enredada profusión de ideas con ciertos puntos burdos, groseros, escatológicos, y vulgares; puede que para reírse de si mismo y sus enojosos planteamientos, pero siempre sin restar un ápice de seriedad a la propuesta.

* “El Contrato del Dibujante” es tan tortuosa como todas sus obras: para vérsela varias veces y, aún así, no enterarse bien de la mitad. Una especie de taimada intriga “policial”, protagonizada por unos personajes afectados hasta la nausea, cínicos y retorcidos hasta chirriar; como la trama. En este caso, todo lo que ocurre parece tener que esclarecerse a través del análisis de las pinturas del protagonista, buceando en las perspectivas, donde se diseminan pistas que, junto a la actitud y conducta de los personajes, debe llevarnos a esclarecer el asunto tratado: el asesinato y el papel jugado por cada cual.

* La ambientación, de nuevo, cuidadísima, muy ornamentada, con una fotografía esplendida, pero sin el cargante barroquismo de “Baby of Macon” o “Prospero’s Books”. Y como siempre, también, un humor negrísimo y sangrante.
Michael Nyman vuelve a poner su grano de arena: una jovial y pegadiza música neoclásica que da cierto toque radiante, recordándonos que Greenaway, aparte de hacer las cosas difíciles a posta, es también un cachondo.

* El cuidado e ingenio de los afilados diálogos es otro aspecto que me llama mucho la atención; afilados como cuchillos, poniendo de relieve la inteligencia más elevada junto a la más baja vileza en cada personaje.

* Algo que sacará de quicio a la mayoría (yo no me libro), es que cuando creemos que hemos llegado a un punto en que quizá podamos enterarnos de que está pasando, que nos van a dar un respiro e iluminarnos entre tanta sórdida y críptica maquinación, se da un nuevo viraje brusco en la historia, y todo se enreda aun más. Irrita a cualquiera, pero es toda una versada maniobra narrativa.
Una curiosidad es que una de las pérfidas damitas protagonistas es Anne Lambert, la angelical y misteriosa Miranda de “Picnic en Hanging Rock”, y a quien no he visto en más films.

* Erudición, mala uva y humor negro para una película la mar de interesante.

martes, agosto 14, 2007

Shaun of the Dead

Dir. Edgar Wright
Reino Unido / Francia 2004

Shaun pasa por una grave crisis: ha cortado con su novia, tiene problemas con sus compañeros de piso, su trabajo es desesperante… Ahora, para complicar aún más la situación, una plaga de zombies infecta la ciudad y deberá luchar por sobrevivir; como si no tuviese ya bastante con sus problemas personales…

* Omito elegantemente el título español de esta película, una de las pocas con zombies que realmente me encanta. La carátula de una de sus ediciones reza: “Una comedia romántica, con zombies”. Lo de “romántica” quizá está un poco de más, será una forma de publicitar una película de género de forma distinta, intentándola alejar de la mayoría de las comedias gore. Pero no lo necesita; tiene carácter propio. También en algún lugar se la compara con “Braindead”, pero no se acerca a la voluptuosa carnicería del clásico de Jackson, y su humor me atrae más que el de esta última.

* “Shaun of the Dead” es una comedia inglesa a la inglesa, de “terror”, con zombies, algo de gore, y muy alejada de sus congéneres.
Su director y su reparto son los de la magnífica serie británica “Spaced”, que al español se traduciría como “dispersos”, y por supuesto ambas producciones tienen mucho en común, salvo la casquería. Quienes hayáis visto esta película disfrutareis de dicha serie, y viceversa.
En “Shaun of the Dead” se recurre al humor absurdo y aparatoso, muy inglés, propiciado por los métodos poco ortodoxos y la forma insensata en que los protagonistas hacen frente a la amenaza, por la poca importancia que a veces parecen dar al hecho de que la humanidad se desmorone, y por permitir que sus circunstancias personales se inmiscuyan en su lucha por la supervivencia. Todo el inicio me parece genial, con el protagonista tan enfrascado en su rutina y sus preocupaciones, que no se da cuenta de que el mundo se está viniendo abajo por momentos: es el fin del mundo, pero parece que todos tengan cosas mas importantes de las que preocuparse, de forma que el ser devorado por unos zombies pasa a un segundo plano, e incluso nos olvidamos de que están al acecho. Es otro acierto de la película, el tratar a los personajes con prioridad sobre la situación.

* En mi opinión la película es de una factura tremenda, plena de vitalidad. Esto, y el desparpajo de los protagonistas, da la sensación de que, no solo todo el equipo de la película sabía muy bien lo que hacía, sino que además se lo pasaron genial haciéndolo.
En otras películas, digamos “comedias de terror”, risas y sonrisas vienen dadas por la poca pericia de sus responsables, en cuanto a narración, interpretación, escenografía,… A veces podemos pensar que está hecho adrede, pero en la mayoría de los casos es falta de destreza, así que acabamos doblándonos de risa por lo ridículo del trabajo, más que por lo inspirado de su bis cómica. Pero en esta película tenemos a gente curtida en el humor situacional, y lo bordan.
Películas como “The Convent” de Mike Mendez, la irlandesa “Boy eats Girl”, o la alemana “Die Nacht der Lebenden Loser”, pueden entretener más o menos, y ser divertidas, pero para mi, poco tienen que ofrecer, aparte de matar hora y media. El film de Wright es cosa aparte. Integra los toques de terror y gore en su peculiar estilo de humor, y consigue una película que, aparte de desternillante, tiene mucha personalidad, de la que van sobrados también sus personajes, que dan el salto de una cotidianeidad plasmada con soltura, a un inminente y fiero Apocalipsis para hacernos pasar un muy, muy buen rato.

sábado, agosto 04, 2007

Solaris

Dir. Andrei Tarkovski
URSS 1972

La solarística es una disciplina que parece haber llegado a un punto muerto. Kelvin, psicólogo, es enviado a la estación espacial desde donde se llevan a cabo las investigaciones sobre el planeta Solaris para tomar una decisión acerca de la conveniencia de continuar los estudios. Una vez allí, se enfrentará a extraños prodigios, resultado de la insólita actividad del planeta.

* Todo lo que diga sobre esta película es poco. Posiblemente mi película favorita. Son tantas las reflexiones a las que incita, tantos los diálogos abrumadores, las secuencias imborrables, de excelsa e inquietante belleza, la valentía en su realización.

Film lento, lentísimo; sí, pero que más da esto cuando agita tanto en nuestro interior.
La frialdad y el tono irreal de su onírico ambiente turba y somete desde los primeros segundos. No hay mejor prólogo a esta película que esos solemnes pasajes musicales de Bach.

* Por lo visto, la novela en que se basa no contempla esa introducción terrestre, no sitúa la acción primeramente en nuestro planeta, pero que gran acierto el de Tarkovski haciéndolo así; ¡Que magnífica forma de introducirnos en la órbita de lo que va a exponernos a continuación! Película para elucubrar en miles de dimensiones. Miles de mundos y universos en los que penetrar, obvios y personales.

* Como ya saben quienes suelen leer mi modesto blog, no soy muy dado a comentar aspectos técnicos de las películas, porque, pese a reconocer abiertamente mi ignorancia al respecto, me da congoja referir realidades que saltan a la vista, o incurrir en errores en el vocabulario, o cualquier otra cosa. Pero si me gustaría señalar que, como ocurre en secuencias de “Stalker” o “El Espejo”, y no se si será habitual en otras obras de este señor, me fascina como a veces el movimiento y las evoluciones de la cámara parecen independientes respecto a las de los actores, cosa que me desconcierta, al ganar estos, fuera de plano, posiciones sorpresivas que uno no puede anticipar, y que a veces de una sensación de ruptura y confusión.

O esos primeros planos, o muy velados, o tan cercanos y cerrados, asfixiantes, intrusivos, que disparan nuestra imaginación pero engañan nuestra intuición. Por no hablar de la infinidad de detalles en los planos generales y abiertos, que quizá no nos sirvan de mucho en la “historia”, pero que enriquecen lo que nos narramos a nosotros mismos y lo que se quiere plantear, ayudando a disparar nuestras cavilaciones.

* Fuera del interés que pueda revestir esta película como obra de ciencia-ficción, con sus ideas y especulaciones metafísicas, científicas, o sean de la naturaleza que sean, los personajes están tan soberbiamente tratados en sus circunstancias y los actores bordan papeles tan impactantes, que cuesta abarcar todo lo que este film imprime a todos los niveles.

* Mezcla de ciencia-ficción, drama; la complejidad de la relación entre Kelvin y Hari es inabordable, igual que las experiencias e impresiones de todos los pocos personajes. Empatizar con todos ellos resulta vertiginosamente turbador.

* Y en fin, aquí me detengo con humildad. Escueta reseña para un film insondable. Véase, y que cada cual opine, piense, y sienta.