Time
Shi gan
Dir. Kim Ki-Duk
Japón / Corea del Sur 2006
Seh-hee siente unos celos que la corroen. Cree ver adversarias en toda mujer que se acerca a Ji-woo, y cree que este ya no la ama. Tal es su obsesión que decide cambiar de apariencia e identidad y reconquistar a aquel a quien ama.
* Lo que no se le puede negar a Kim Ki-Duk, para muchos un genio, aborrecido por otros tantos, es que elabora su cine de una forma personalísima, y que sus películas están cargadas de elementos significativos e identificativos que las hacen del todo reconocibles. Cuando se hace cine con franqueza, valentía, y en virtud a las propias inquietudes, nada puede ser del todo malo, y todo es solo mensurable por su autor.
* En Time Kim Ki-Duk pone tierra de por medio en algunos aspectos en relación a películas anteriores, pero sigue siendo una muestra de cine visceral y exaltado, de un preciosismo sui-generis, y que parece hecho a base de golpes de inspiración, como si el resultado final fuese fruto de un acuerdo entre lo que al director le pedía el cuerpo y lo que le pedía su propia película. Con “Time” consigue lo que ya logró con “Hierro 3”: no darme un momento de respiro.
* Por un lado, visualmente el film es un arma de repetición que me deja clavado al asiento. La imagen es realmente poderosa, tiene un colorido y vigor sensacional lejos de lo extinguido de anteriores películas. Resulta todo mucho más vívido que en otras ocasiones, lo que unido a la profusión de diálogos (esta vez los protagonistas hablan por los codos), a lo enérgico de todo el desarrollo de la historia, y al hecho de que esta vez los personajes no se corten ni un pelo a la hora de exteriorizar lo que llevan dentro, hace de “Time” uno de los trabajos con más fuerza de este director.
* Kim Ki-Duk vuelve a recurrir a la belleza encerrada en lo escatológico y grotesco, en lo equívoco y patológico, para convertir su película en un poema visual, de musicalidad extraída a lo malsano. Una herida entonando un aria. Señalar también que la música elegida para acompañar la película es de las más acertadas que le he oído.
* El resto de aspectos de la película me han parecido tan atractivos como el visual.
“Time” lanza continuamente llamadas de atención a la reflexión, pues pone sobre la mesa un conjunto de ideas y planteamientos abiertos a los que el espectador debería dedicar un par de neuronas. No es que yo lleve unos días buscándole el sentido a la vida, ni que el film sea una aventura existencial, ni mucho menos, pero si que deja caer algunas ideas sobre varios temas (la identidad, el amor, la soledad, el sexo, las apariencias,…) sobre los que no está de más, de vez en cuando, echar una mirada, y si es para desentrañar un buen film junto con sus personajes, mejor que mejor.
* También destacaría de “Time”, y que no he percibido en otros films, que personajes con un tratamiento ínfimo en la historia, a los que se dedican escasas escenas, cobran una dimensión tremenda y acaban impactando de verdad, sea cual sea el papel que jueguen en la trama. Personajes que, para 5 minutos que se les dedica, brindan unas cuantas escenas magníficas y unas cuantas ideas a las que atender. Me refiero al cirujano, personaje que me ha gustado mucho, y el de una de las citas a ciegas del protagonista (no recuerdo el nombre de la chica, me refiero a la escena en que el protagonista está con dos amigos y tres chicas jugando en unos baños), que nos regala una escena genial (la de la despedida), y del cual se podría hacer una película para él solo. Ambos plantean ciertas reflexiones sobre la belleza, los complejos, incluso la dignidad, y es increíble que en pocas escenas tengan tal presencia que acaparen el protagonismo. Una pena que no se les preste más atención, y que no tengan un papel más substancial en la película.
* En cuanto a los protagonistas, cierto que su comportamiento y sus reacciones son exageradas y del todo desmedidas, pero no mucho más que en otros personajes de este director. Creo que el desarrollo de los acontecimientos, y con él, el de los personajes, con todo y su sugestiva desmesura, sigue el curso normal derivado de la fundamental y desafortunada decisión que al principio toma la protagonista. Quizá parezca todo un tanto forzado, pero esta es la dinámica de Kim Ki-Duk, y a ella su prestan sus personajes.
* Otra cosa que consigue el director, esta vez sí, es dotar de personalidad algunos espacios. Mientras en otras películas los espacios protagonistas no acababan de decirme nada, en “Time” hay dos que si quedan impregnados de personalidad y jugando un papel importantísimo para la historia y para generar climas emocionales: el parque de las esculturas y la cafetería que los protagonistas frecuentan. Ambos lugares se convierten en parte fundamental de los personajes y de su relación, lo único que permanece inmutable mientras ellos se transforman y su relación declina, provocando tensión a ambos lados de la pantalla cada vez que volvemos a ellos. Esos espacios son lo único tangible y real del pasado de los personajes, lo único de su pasado que se perpetúa y sigue protagonizando sus vidas, pese a que estas cambien. Las escenas del parque son bellísimas, y aquella en que están encaramados a una de las esculturas, aislados a causa de que ha subido la marea, es totalmente genial: el parque los enfrenta sin posibilidad de escape, aliado con la marea que no es sino su pasado.
* Respecto a la historia, me encanta la idea de Seh-hee o See-hee enfrentada a sí misma, escindida y vapuleada siempre desde su otro “yo”; por no mencionar el vapuleo que supone para Ji-woo. Seh-hee cree que debe ofrecerle algo nuevo a su pareja para preservar su amor, y toma una decisión drástica y extremadamente arriesgada: desaparecer, cambiar de rostro e identidad, y volver para enamorar a Ji-woo, porque al parecer ella lo ama a él, pero él no a ella, igual que ella parece no amarse a sí misma. Es el riesgo de la total proyección en el objeto amado, pues si este se desliga de nosotros, se aleja, nos quedamos como tristes carcasas desposeídas de todo, porque nuestra vida interior se ha ido desarrollando ligada a alguien, o en esa persona. Pero cuando Seh-hee vuelve, ahora See-hee, y consigue atraer a Ji-woo de nuevo, Seh-hee, su antiguo “yo” vuelve desde lo más hondo de su ser para reclamar lo que le pertenece. Ella se ha esforzado por ser otra persona, a la que él pueda amar, con ese único objetivo, pero no deja de ser quien es, y las atenciones que a Seh-hee presta Ji-woo le parecen una traición hacia ella misma; siente celos de sí misma, sin saber de cual de las dos. Así, para comprobar si el amor que sentía por ella Ji-woo era sincero rescata a See-hee, la hace reaparecer, dar muestras de que sigue cerca, rescatando el recuerdo y avivando la nostalgia que Ji-woo siente por su ex-pareja. Pero ahora esto lo distancia de ella, de su nuevo “yo”, de Seh-hee, echando por tierra el sacrificio que ha hecho. Aplaca sus celos, pero a él lo distancia.
See-hee no solo lo amaba a él, amaba lo que había entre ellos. Se ha lanzado a un viaje sin retorno. Ahora debe elegir entre olvidarse de si misma, hacerle olvidar a él, y vivir con él y su supuesta traición y sus celos; olvidarse de él, imposible porque ella no es sino él; o confesar, para lo cual parece ser demasiado tarde dado lo complicada que se ha vuelto la situación. La escena de la máscara es impresionante, así como toda la recta final del film.
* De mis favoritas de Kim Ki-Duk (y quizá mi favorita). Hay que rumiarla para quitarse la sensación de inconsistencia que suele dejar el cine de este hombre.